19
Agosto
2016
Argentina | Sindicatos | CAMARERAS

Una sindicalista con los pies en la tierra y la mano extendida

“Es gratificante poder ayudar a la gente…”

Gerardo Iglesias
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Norma Bogado | Foto: Gerardo Iglesias

Con Norma nos conocemos desde mediados de los años ochenta. Nos vimos por primera vez en el Sindicato Fideero (Satif), en un círculo de estudio que coordiné promovido por la Rel-UITA y nuestras afiliadas en Argentina. La vuelvo a encontrar después de mucho tiempo en el Congreso de la UTHGRA, y la entrevisto por primera vez.
Han pasado muchos años ─mejor no sacar cuentas─ y Norma ha crecido política y sindicalmente. Se la ve como una mujer segura de lo que quiere y a gusto con lo que hace, lo cual en estos tiempos de certidumbres efímeras no es poca cosa.

Dejó de ser aquella mujer un tanto tímida y ensimismada que recuerdo del primer encuentro allá en Fideeros, en la calle Rio de Janeiro, a la altura de esa frontera confusa entre los barrios porteños de Caballito y Almagro.

Hoy es la coordinadora en el Sanatorio Güemes de la Atención al Afiliado y secretaria de Asistencia Social del Sindicato. Hace 36 años que está en la labor sindical: inauguró el Hotel Sheraton de Retiro, en 1972, frente a la alegórica Torre de los Ingleses, y en 1977 se fue a la provincia de Misiones. “Allí estuve tres años. Tiempos difíciles pero lindos”, comenta con cierta congoja.

“Entre 1974 y 1976 -no lo recuerdo bien- conocí a Luis Barrionuevo y a Norberto Latorre, con quienes me embarqué desde el comienzo en esta linda aventura donde aquella joven conducción cambió al Sindicato de raíz para convertirlo en una gran organización nacional”, subraya emocionada, y su sentido de pertenencia se desborda.  

“Desde 1985, como Norberto informó al Congreso, se han realizado 130 obras: nuevas sedes para casi todas las seccionales, se adquirieron propiedades, hay nuevos y mejores hoteles para nuestros afiliados y afiliadas y centros de recreación”.

“Cuando nosotros arrancamos en la sede nacional no había ni baño para las mujeres, para que tengas una idea de lo que era esta organización”, comenta orgullosa.

Consultada sobre la Campaña por el Trabajo Decente para las Camareras, Norma responde entusiasmada: “Sé muy bien que el trabajo de las camareras no es sencillo y que muchas de ellas se lesionan. Lo vivo a diario en mi trabajo, cuando llegan por consultas, con dolores…”

“La campaña que lleva adelante la UTHGRA junto a la UITA la abrazo con mucho respeto, cariño y la siento nuestra aunque es mundial. Ver que Norberto desde la presidencia del sector turismo en la UITA haya impulsado esta labor en muchos países me pone feliz. Además, estoy muy contenta que Patricia (Mantovano) haya tomado la posta, porque además de ser una gran luchadora, es una compañera muy querida”.

Pegadita de la gente y sus problemas
Lejos de la arrogancia y el gusto por el poder
Norma entra a trabajar a las 10.30 y sale a las 21hs.

“Estoy todo el día con mis compañeros, con las compañeras que llegan con sus problemas de salud. Soy muy sensible a los problemas de la gente, porque convivo con ellos. A veces vuelvo a mi casa caminando para respirar un poco, para distraerme, son tantas cosas…”, cuenta.

Por su oficina pasan, en promedio, unas 1.200 personas por día. “No es fácil, pero es lindo poder dar una mano, ayudar a la gente…”

Termina la entrevista y veo cómo Norma cambia de chip y fija su atención en el discurso de un delegado del Congreso. Pegadita a la gente, sus problemas y desafíos, como en su ámbito de labor. Los cargos, dice, “no me comen la cabeza”. Son apenas circunstancias.

Habla con sencillez y humildad, desmotivaba por el poder. Vertiginosamente me desplazo hacia algunos conocidos que lograron ascender y se trasmutaron, acrecentando su colesterol y arrogancia, volviéndose autoritarios y desconfiados hasta de su propia sombra.

¿Cambian? ¿O será, como decía el panameño Raúl Leis, que “los cargos desenmascaran” y que esa gente “siempre fue así”?

Norma sigue siendo igual. Una mujer, una sindicalista, de mano extendida.