31
Julio
2017
III Reunión del Clamu
Con Eryka Galindo, de la Secretaría de Mujeres de la Contag
Con Eryka Galindo, de la Secretaría de Mujeres de la Contag
“Ojalá pudiéramos recuperar la combatividad”
En Brasilia, Daniel Gatti

Foto: Nelson Godoy
El retroceso de los derechos que promueve el gobierno de Michel Temer lleva a las mujeres sindicalistas a reinventar todos los días las formas de lucha, dijo a La Rel Eryka Galindo, asesora de la Secretaría de Mujeres Trabajadoras Rurales de la Confederación Nacional de Trabajadores de la Agricultura (Contag).
Galindo participó de la Tercera Reunión del Comité Latinoamericano de la Mujer (Clamu), que tuvo lugar en Brasilia entre el 12 y 13 de julio en un contexto dramático para Brasil marcado por la aprobación de la reforma laboral y sindical.
“Uno de nuestros principales objetivos al intervenir en esas reuniones fue acercar nuestra experiencia en la organización de las mujeres en el sistema Contag, es decir en el sindicalismo rural”, señaló.
La Secretaría, dijo, cuenta actualmente con “importantes líneas de actuación, entre ellas el fortalecimiento de la organización interna de las mujeres a partir de la constitución de comisiones y coordinaciones dentro de los sindicatos, las federaciones y la propia Contag”.
Acciones como esas permitieron que las mujeres fueran tomando confianza y aumentando su participación en las estructuras sindicales, “algo muy difícil en un país tan machista como Brasil y sobre todo en el medio rural”.
Pero en ese plano la Contag ha innovado. “En 1998 se votó la cuota sindical de 30 por ciento para las mujeres en los espacios de toma de decisión y en 2013 el Congreso de la Confederación aprobó la paridad de género para las instancias directivas”, recordó Galindo.
La Secretaría de las Mujeres Trabajadoras Rurales ha puesto además el acento en las alianzas con otras organizaciones sociales de mujeres y con asociaciones feministas del campo y la ciudad “en búsqueda de dar seguimiento a las políticas públicas de participación social”.
Desde el año 2000, interviene en forma activa en la Marcha de las Margaritas, “una gran movilización surgida desde abajo para promover el desarrollo sustentable y destacar el papel de la mujer en la sociedad, la agricultura familiar y la seguridad y la soberanía alimentarias”.
La Contag estuvo presente en las cinco ediciones de esta marcha, en 2000, 2003, 2007, 2011 y 2015. En la última más de 100.000 manifestantes coparon las calles de Brasilia.
“Salieron a defender sus derechos, a luchar por la implementación de políticas públicas para la agricultura familiar, exigiendo condiciones diferenciadas de acceso a la tierra, al agua, a la agroecología, a la organización productiva, el fin de la violencia hacia las mujeres, su derecho a la salud y a una educación que no sea sexista”, enfatizó Galindo a La Rel.
“Ojalá pudiéramos recuperar ahora esa capacidad de movilización, esa combatividad”, sueña la sindicalista pensando en la situación actual de su país.
“Uno de nuestros principales objetivos al intervenir en esas reuniones fue acercar nuestra experiencia en la organización de las mujeres en el sistema Contag, es decir en el sindicalismo rural”, señaló.
La Secretaría, dijo, cuenta actualmente con “importantes líneas de actuación, entre ellas el fortalecimiento de la organización interna de las mujeres a partir de la constitución de comisiones y coordinaciones dentro de los sindicatos, las federaciones y la propia Contag”.
Acciones como esas permitieron que las mujeres fueran tomando confianza y aumentando su participación en las estructuras sindicales, “algo muy difícil en un país tan machista como Brasil y sobre todo en el medio rural”.
Pero en ese plano la Contag ha innovado. “En 1998 se votó la cuota sindical de 30 por ciento para las mujeres en los espacios de toma de decisión y en 2013 el Congreso de la Confederación aprobó la paridad de género para las instancias directivas”, recordó Galindo.
La Secretaría de las Mujeres Trabajadoras Rurales ha puesto además el acento en las alianzas con otras organizaciones sociales de mujeres y con asociaciones feministas del campo y la ciudad “en búsqueda de dar seguimiento a las políticas públicas de participación social”.
Desde el año 2000, interviene en forma activa en la Marcha de las Margaritas, “una gran movilización surgida desde abajo para promover el desarrollo sustentable y destacar el papel de la mujer en la sociedad, la agricultura familiar y la seguridad y la soberanía alimentarias”.
La Contag estuvo presente en las cinco ediciones de esta marcha, en 2000, 2003, 2007, 2011 y 2015. En la última más de 100.000 manifestantes coparon las calles de Brasilia.
“Salieron a defender sus derechos, a luchar por la implementación de políticas públicas para la agricultura familiar, exigiendo condiciones diferenciadas de acceso a la tierra, al agua, a la agroecología, a la organización productiva, el fin de la violencia hacia las mujeres, su derecho a la salud y a una educación que no sea sexista”, enfatizó Galindo a La Rel.
“Ojalá pudiéramos recuperar ahora esa capacidad de movilización, esa combatividad”, sueña la sindicalista pensando en la situación actual de su país.
Violencia de género, violencia social
“Estamos inmersas en un contexto general”
Una de las principales líneas de trabajo de la Secretaría es el combate a la violencia hacia las mujeres.
“Está entre nuestras prioridades luchar contra la violencia de género, la violencia doméstica y toda una seria de abusos y discriminación que sufren las mujeres por el solo hecho de ser mujeres”.
“La violencia es violencia en todos lados”, observa Galindo, pero en el campo el fenómeno adquiere una dimensión especial, porque tiene menos visibilidad y las mujeres sufren más dificultades para acceder a las instituciones -policiales, judiciales- donde realizar sus denuncias o a los refugios donde quedarse con sus hijos en el caso de abusos domésticos.
“Trabajamos en la prevención de la violencia de género a través del fomento de la equidad, prestamos asistencia a las víctimas, procuramos la punición de los agresores y gestionamos acciones para que las mujeres logren autonomía económica y social”.
Pero hay también otra dimensión de la violencia, más general y abarcadora, ligada a los conflictos agrarios.
“Como trabajadoras estamos sufriendo de lleno la ofensiva de un gobierno que está arrasando derechos conquistados hace muchos años por la lucha social. La violencia derivada de los conflictos agrarios castiga especialmente a las mujeres rurales, pero alcanza a todo el mundo. Nosotras también estamos inmersas en el contexto general”.
En Brasil, el 80 por ciento de las áreas rurales están en manos de 20 por ciento de los productores, y esa injusticia, esa desigualad de base obedecen a un modelo de desarrollo impulsado por el agronegocio.
“Es un modelo que impacta directamente sobre los trabajadores y trabajadoras y que ahora se expresa de un modo abierto, sin límite alguno. El incremento de los conflictos agrarios -por la tierra, por el derecho al agua, relacionados con trabajos análogos a la esclavitud- es consecuencia directa de ese sistema”, apunta la integrante de la Contag.
Galindo subraya el aumento exponencial de asesinatos, ataques, atentados contra dirigentes laborales del campo y militantes sociales (ecologistas, defensores de los derechos humanos).
Y sostiene que hace años que Contag desarrolla una política de articulación social para combatir la violencia en el campo a través de denuncias públicas, de exigencia de respuestas por parte de las autoridades de turno, de contención de las víctimas.
“Está entre nuestras prioridades luchar contra la violencia de género, la violencia doméstica y toda una seria de abusos y discriminación que sufren las mujeres por el solo hecho de ser mujeres”.
“La violencia es violencia en todos lados”, observa Galindo, pero en el campo el fenómeno adquiere una dimensión especial, porque tiene menos visibilidad y las mujeres sufren más dificultades para acceder a las instituciones -policiales, judiciales- donde realizar sus denuncias o a los refugios donde quedarse con sus hijos en el caso de abusos domésticos.
“Trabajamos en la prevención de la violencia de género a través del fomento de la equidad, prestamos asistencia a las víctimas, procuramos la punición de los agresores y gestionamos acciones para que las mujeres logren autonomía económica y social”.
Pero hay también otra dimensión de la violencia, más general y abarcadora, ligada a los conflictos agrarios.
“Como trabajadoras estamos sufriendo de lleno la ofensiva de un gobierno que está arrasando derechos conquistados hace muchos años por la lucha social. La violencia derivada de los conflictos agrarios castiga especialmente a las mujeres rurales, pero alcanza a todo el mundo. Nosotras también estamos inmersas en el contexto general”.
En Brasil, el 80 por ciento de las áreas rurales están en manos de 20 por ciento de los productores, y esa injusticia, esa desigualad de base obedecen a un modelo de desarrollo impulsado por el agronegocio.
“Es un modelo que impacta directamente sobre los trabajadores y trabajadoras y que ahora se expresa de un modo abierto, sin límite alguno. El incremento de los conflictos agrarios -por la tierra, por el derecho al agua, relacionados con trabajos análogos a la esclavitud- es consecuencia directa de ese sistema”, apunta la integrante de la Contag.
Galindo subraya el aumento exponencial de asesinatos, ataques, atentados contra dirigentes laborales del campo y militantes sociales (ecologistas, defensores de los derechos humanos).
Y sostiene que hace años que Contag desarrolla una política de articulación social para combatir la violencia en el campo a través de denuncias públicas, de exigencia de respuestas por parte de las autoridades de turno, de contención de las víctimas.
Un contexto difícil
“El retroceso es muy fuerte”
La destitución de Dilma Rousseff “significó un duro golpe en ese proceso. Se instauró un gobierno ilegítimo que promueve leyes y decretos a favor de los empresarios y ataca los derechos más básicos de trabajadores y trabajadoras”.
Temer, señaló, se está valiendo de mecanismos institucionales para destruir “las ya escasas garantías que tenían los defensores de la tierra y la naturaleza y de los pueblos originarios, fomentando todas las formas de violencia”.
No es que bajo la larga gestión del PT se hubieran producido avances significativos con relación a la distribución y la desconcentración de la propiedad de la tierra.
“Sí los hubo en el primer gobierno de Lula, pero en el segundo todo se estancó y durante las administraciones de Dilma fue un completo desastre”, apunta Galindo.
Al hacer un balance de los 13 años de gestiones petistas, “se puede decir que se mejoró sustancialmente en políticas de desarrollo social, como el combate a la pobreza y al hambre, pero no en garantías de derechos, distribución de la riqueza, reforma agraria y políticas para el agro”.
De todas maneras, lo de ahora es muchísimo peor.
“Todos los días tenemos que reinventar nuestras formas de lucha para que nuestra agenda de trabajo no se vea tan afectada y para poder enfrentar los embates de un parlamento y un gobierno represores que criminalizan la lucha por la tierra”, concluye la asesora de Contag.
Temer, señaló, se está valiendo de mecanismos institucionales para destruir “las ya escasas garantías que tenían los defensores de la tierra y la naturaleza y de los pueblos originarios, fomentando todas las formas de violencia”.
No es que bajo la larga gestión del PT se hubieran producido avances significativos con relación a la distribución y la desconcentración de la propiedad de la tierra.
“Sí los hubo en el primer gobierno de Lula, pero en el segundo todo se estancó y durante las administraciones de Dilma fue un completo desastre”, apunta Galindo.
Al hacer un balance de los 13 años de gestiones petistas, “se puede decir que se mejoró sustancialmente en políticas de desarrollo social, como el combate a la pobreza y al hambre, pero no en garantías de derechos, distribución de la riqueza, reforma agraria y políticas para el agro”.
De todas maneras, lo de ahora es muchísimo peor.
“Todos los días tenemos que reinventar nuestras formas de lucha para que nuestra agenda de trabajo no se vea tan afectada y para poder enfrentar los embates de un parlamento y un gobierno represores que criminalizan la lucha por la tierra”, concluye la asesora de Contag.