11
Julio
2017
Brasil | Sindicatos | REFORMA

“Ni en la época de la dictadura hubo algo así”

Daniel Gatti
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Foto: Nelson Godoy

Nunca hubo una situación semejante de destrucción de los derechos de los trabajadores y trabajadoras, ni siquiera bajo la dictadura, dijo el senador Paulo Paim durante una sesión de la comisión de derechos humanos de esa cámara previa a la discusión de la tremenda reforma laboral impulsada por el presidente Michel Temer.
De ser aprobado el texto del gobierno hoy martes en el Senado (ya fue sancionado por los diputados), la jornada laboral de los brasileños puede llegar a ser de 12 horas diarias en caso de “acuerdo” entre patrón y trabajador y los empresarios podrán despedir casi sin justificación a empleados y empleadas con sueldos que consideren elevados y remplazarlos por otras y otras que les cuesten menos.

El aumento de la jornada laboral conllevará, en los hechos, la desaparición de las horas extra, eliminando un costo para los empresarios, que verán incrementada su tasa de ganancia, y el beneficio para los trabajadores y trabajadoras, que disminuirán sus ingresos.

Los contratos temporales de trabajo podrán a su vez ser renovados sin límite, de manera que los empleados y empleadas de los más diversos sectores no tendrán estabilidad alguna.

La “flexibilización” de las condiciones laborales en favor de los empresarios comprende también la reducción del tiempo dedicado al almuerzo (de una hora pasa a media hora), la libertad dejada al patrón para que determine el uniforme que desee, independientemente de que pueda llegar a ser inadecuado o inseguro para quien deba usarlo, y la obligación para el trabajador y la trabajadora de asumir los costos de su transporte, aunque viva lejos de su empleo.

Los patrones podrán, además, despedir a quien quieran sin recabar el consentimiento del sindicato, y asignar a las mujeres embarazadas o lactantes el puesto de trabajo y las  condiciones de empleo que ellos mismos determinen, incluso tareas insalubres.

“Ni siquiera la dictadura militar se atrevió a tanto”, señaló Paim, y recordó que este proyecto se lleva a cabo en un momento en que el país atraviesa un período de recesión, un elevado índice de inflación y de desempleo ( más de 14 millones de brasileños y brasileñas están desocupados).

La reforma laboral en sí misma apunta a destruir el poder de los sindicatos, pero en un contexto así adquiere una dimensión antisindical aún más fuerte, sobre todo cuando forma parte de un dispositivo global de desmantelamiento de los derechos de trabajadores y trabajadoras que abarca también la reforma de la seguridad social y la ley de tercerizaciones, sostuvo el senador del Partido de los Trabajadores.

La reforma de la previsión social, por ejemplo, dejará fuera de toda cobertura a 80 por ciento de  los trabajadores y trabajadoras agrícolas y hará que aquellos que puedan jubilarse a los 65 años de edad sean una ínfima minoría.
“Con esta ley, quien haya empezado a trabajar a los 20 años podrá retirarse a los 80 años, quien lo haya hecho a los 30 se jubilará a los 90 y los que hayan llegado más tarde al mercado laboral jamás se retirarán”, dijo.

Paim, vicepresidente de la Comisión de Derechos Humanos del Senado, habló durante una sesión abierta del organismo en la que participaron también representantes de organizaciones sindicales y sociales opuestas a la reforma, una ministra del Tribunal Superior del Trabajo y la totalidad de los participantes de la 39 reunión del Comité Ejecutivo Latinoamericano de la UITA, que sesiona en Brasilia hasta este martes.

“Venimos a traer la solidaridad de los sindicatos que conforman la Regional Latinoamericana de la UITA”, dijo el secretario regional de la central, Gerardo Iglesias.

Desmonte, no reformas
Una ofensiva global del capital transnacional
“Estas no son reformas, son operaciones de desmonte de las conquistas logradas por los sindicatos brasileños. No los dejaremos solos”, remató Iglesias, luego de recordar el respaldo dado por Paim a innumerables luchas sociales y sindicales, en particular en favor de la aprobación de la NR 36, la norma que regula el trabajo en los frigoríficos.

“Estamos ante una ofensiva global del capital transnacional que toma a Brasil como terreno de pruebas”, remató.

La delegación de la UITA estuvo a punto de quedar fuera de la sala de la Comisión de Derechos Humanos del Senado, a pesar de que había sido autorizada previamente.

“Cambiaron todo a último momento y quisieron impedir incluso que ingresaran representantes de organizaciones sindicales y sociales. No es nuevo, así opera este Congreso”, dijo Moacyr Roberto Tesch,  presidente de la Confederación Nacional de Trabajadores del Turismo y Hospitalidad (CONTRATUH).

Hoy martes a la noche las centrales sindicales brasileñas organizarán una vigilia en la Plaza de los Tres Poderes de Brasilia, a la espera de la votación.

“Identificaremos uno a uno a los legisladores que voten estos textos ignominiosos para el país”, habían advertido representantes de movimientos sociales en la noche del lunes.