05
Mayo
2017
Argentina | Sindicatos | CONGRESO

Historia y un presente de lucha

En Buenos Aires, Gerardo Iglesias
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Héctor Morcillo | Foto: Nelson Godoy  

La Federación de Trabajadores de la Industria de la Alimentación de Argentina (FTIA) cumple 60 años. La Rel dialogó con Héctor Morcillo, secretario adjunto del gremio, en ocasión del 46 Congreso Nacional Ordinario de Delegados que se realizó en Buenos Aires el pasado 19 de abril.
-Se cumplen 60 años de la FTIA…
-Sí, sesenta años en defensa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras de la alimentación de todo el país.

Hoy estamos reconociéndonos en la historia y la génesis de nuestra organización, porque más que nunca están vigentes los principios que dieron origen a la federación en 1957, sobre tres ejes fundamentales: convenio unificado por actividad, defensa de los salarios y garantizar mejores condiciones de vida a los trabajadores y trabajadoras.

En este Congreso ratificamos estas consignas históricas; analizamos la memoria y balance del ejercicio anterior; se realizó la renovación de autoridades por cuatro años y se comenzó a debatir sobre las negociaciones paritarias que en 2017 se darán en un contexto complejo de una crisis económica de la cual no somos responsables pero donde se pretende trasladar a los trabajadores los costos de la misma.

-Han realizado también un rescate de la memoria de la Federación.
-Sí, inicialmente a través de una nueva edición del primer ejemplar de la revista que sacó nuestra organización en 1963.

Encontramos el original en nuestra filial de Córdoba y la reimprimimos tal cual era para entregarlos a los delegados aquí presentes.

Por otra parte también hubo un rescate de los momentos históricos de una organización que ya en 1958 en su primer plenario define como prioridad la negociación por rama de actividad y un convenio único a nivel nacional.

-Un modelo que muchos empresarios quieren destruir…
-Sí, ya desde el año pasado las cámaras empresarias nos han planteado firmar convenios diferenciados para las economías regionales, en particular para la actividad frutihortícola, arrocera y de la yerba.

Como gremio hemos rechazado sistemáticamente esa propuesta porque estamos convencidos de que si abrimos la puerta a cualquier tipo de diferenciación, corremos el riesgo de volver a negociar convenios por empresa y no estamos dispuestos a revivir la historia anterior a 1958.

Tenemos que avanzar mejorando y no volver atrás.

Hoy más que nunca esto se ratifica: mantener la unicidad e integridad del convenio, la defensa de los salarios y del poder adquisitivo de todos los trabajadores y trabajadoras de la alimentación.

Tampoco vamos a permitir que nos pongan pautas o techo a las discusiones paritarias.

Un contexto regional difícil
Las mismas recetas, los mismos resultados
-Todo esto se da en un contexto social y económico difícil en Argentina y en la región.
-Desafortunadamente la situación está complicada para varios, sobre todo en Brasil, donde el actual gobierno viene promoviendo una serie de reformas que atentan contra los derechos más básicos de los trabajadores y trabajadoras, como la Reforma de la Previsión Social y la ley sobre tercerizaciones.

A eso se suman los ajustes que proponen los organismos internacionales para la región.

Todas son señales que vienen anunciando que estamos ante una ofensiva de los sectores más conservadores de la derecha, que buscan que América Latina vuelva a ser una mera factoría agroexportadora sin valor agregado.

Es el momento de resistir este embate.

Como nuestras economías comienzan a endeudarse luego vienen las recetas mágicas del FMI y del Banco Mundial: reformas jubilatorias que generalmente consisten en ampliar la edad de retiro; flexibilización de las relaciones laborales, precarización y ajustes vinculados a los salarios para que los más ricos se lleven todo el excedente aumentando así su capital y los más pobres paguen con su trabajo y sean más pobres aún.

Este es el modelo económico que se aplica hace años en Chile, es el que está aplicando Brasil en este momento y que responde a un cambio en los paradigmas políticos y económicos.

-Pero se trata de modelos y recetas ya conocidos y que no solo no funcionaron, sino que tuvieron costos sociales altísimos.
-Sin dudas, los aplicaron las dictaduras militares del Cono Sur y los posteriores gobiernos democráticos de la década de los 90, donde se prometieron inversiones y mejor distribución de la riqueza.

No solo no sucedió, sino que fueron años donde se disparó el desempleo, donde las tasas de pobreza fueron las más altas, donde se privatizaron las empresas estatales.

Pero estos modelos les sirven a los más ricos para concentrar aún más la riqueza en menos manos. Por eso tenemos que estar firmes en no permitir que los salarios de los trabajadores sea la variable de ajuste mientras las empresas siguen lucrando. En ese sentido vamos a negociar con base en un incremento salarial del 30 por ciento.