04
Septiembre
2015
España | Sindicatos | Sociedad

Aviso a los navegantes

En Montevideo, Amalia Iglesias
20150904-montserrat714

Foto: TUAC Secretariat

Montserrat Mir ocupa la Secretaría de Internacional y Cooperación de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras (CCOO). La Rel la contactó para conocer la visión de los trabajadores españoles luego de que Grecia cediera ante la Troika.
-¿Cómo vive el movimiento sindical español esta situación en Grecia?
-Con gran preocupación. Desde el movimiento sindical español, y el europeo en general –nuestro secretario general Ignacio Fernández Toxo es también presidente de la Confederación Europea de Sindicatos –hemos estado en todo momento junto al pueblo griego.

El mensaje desde los sindicatos fue siempre el de ayudar a Grecia, no estaba dentro de las posibilidades abandonarla a su suerte.

Desde CCOO realizamos varios llamamientos a los líderes europeos pidiendo que se reanudaran las negociaciones cuando estaban paradas para alcanzar un acuerdo socialmente justo y sostenible económicamente.

No tuvimos suerte en todo lo que pedimos y si bien es cierto que el primer ministro Alexis Tsipras fue en algunos puntos en contra de lo que había dicho, no tenía otra salida. Era eso o dejar que el país se hundiera.

Grecia es el caso más extremo de lo que llamamos el “club de la deuda”. Es el primer miembro de ese club, del que también forman parte Portugal, los países de Europa del este y naturalmente España.

Siempre hemos visto a esta negativa tan ideológica -porque no es solo económica- como un aviso a los navegantes, porque un país que representa el uno por ciento del PBI europeo, haya sido tratado con tanta radicalidad es como mínimo extraño. Europa no se hundiría por la deuda griega.

Estas medidas tan radicales para con Grecia han sido un aviso al resto de los países del club de la deuda. No debemos perder de vista que en Europa están soplando vientos de cambio, la ciudadanía ha llegado al hartazgo sobre todo en los países del sur, principales víctimas de los recortes impuestos por la Unión Europea.

-¿Cómo analizas el acuerdo alcanzado luego del referéndum?
-Con el acuerdo que se firmó el país está intervenido, cualquier dinero que salga de la caja de Grecia será fiscalizado por la Troika.

En la práctica el parlamento griego está condicionado a las decisiones que tome su prestamista (es decir la propia Troika).

En Grecia está claro que hay una deuda pero los ciudadanos no son los culpables y no deben ser castigados de esta forma porque la deuda griega no se va a pagar ni en 200 años, por más recortes que se haga.

Lo que necesita Grecia es que le ayuden a salir de este círculo vicioso, que se implementen medidas que impulsen la economía para que el país pueda comenzar a funcionar.

Ahora mismo la nación está totalmente parada, con un corralito bancario que no genera más que fuga de capitales y un clima de temor sobre todo en los sectores de la sociedad más vulnerables, como los jubilados y los pensionistas.

Si no se cambia, todo empeorará
El horizonte de una nueva rebelión
-¿Crees que el pueblo griego volverá a rebelarse?
-Si continúan los recortes, en especial de las pensiones, seguramente el pueblo se sublevará, porque hay miles de personas que viven de la pensión del abuelo, que es en muchos casos el único ingreso familiar luego que la crisis ha dejado a tantos parados.

Como lo dijo Tsipras, y tiene toda la razón, “estamos pagando los platos rotos de las malas políticas desarrolladas por quienes nos antecedieron, los dos partidos que han gobernado Grecia en los últimos años y que han sido toleradas por la UE”.

Esto de la deuda no es algo nuevo. Sin embargo, cuando se sabía que Grecia no podía funcionar tal como estaba funcionando nadie fue a ver por qué, simplemente continuaron prestándole y prestándole dinero, mirando para otro lado cuando la realidad mostraba que un país tan pequeño no podía tener un nivel tan alto de deuda.

Entonces hay sí una responsabilidad también de los países acreedores, que se portaron como verdaderos usureros.

Con esto se deja ver que la Unión Europea es una alianza apenas monetaria. No es social, ni siquiera económica. De lo contrario, se hubiese ayudado a Grecia antes.

-¿Y entre los sindicatos europeos?
-Desde el movimiento sindical sí hay mucha unidad. Para los sindicatos, lo que Grecia necesita es ayuda financiera ligada a una reestructuración de la deuda, un plan de inversiones y reformas estructurales.

Grecia posee un sistema fiscal muy anticuado, con grandes fortunas que pagan poco y mucha evasión fiscal. En lugar de recortar a los de abajo hay que tratar de homologar medidas que se enfoquen en la equidad social, en el control de las grandes fortunas y una mayor fiscalización más en línea con lo que tiene Europa.

Syriza tiene en mente estos cambios, pero hace cuatro días que gobierna como quien dice. En lo que sí se mantiene firme es que no quiere más recortes de las pensiones y de los salarios de los funcionarios públicos por considerar que ya se les ha recortado bastante en los últimos años.

Hay familias que no tienen ningún tipo de ingresos, hay pobreza extrema.

Apostar a una Europa solidaria
Que los de abajo no sigan pagando la crisis
-¿Qué salida ve el movimiento obrero?
-En primera instancia no perjudicar más a los de abajo sino más bien intentar impulsar medidas fiscales que alcancen a los que más tienen.

Si hay que subir los impuestos para recaudar más que así sea, esto afectará a las clases más acomodadas, pero al final será la única forma de que el Estado tenga más ingresos.

El caso de Grecia representa también un mensaje negativo hacia todos los ciudadanos europeos que ya veían a la Unión más como problema que como solución.

Todos antes querían formar parte de la UE porque creían que tendrían un respaldo, una forma de reducir las diferencias sociales y económicas, pero en la práctica se ha dado lo contrario.

La solución encontrada por el Parlamento Europeo a la crisis griega ha potenciado a la Europa económica, la del euro y no a la Europa social, que es a la que apostamos los trabajadores, una Europa más igualitaria.