28
Octubre
2016
Argentina | Sindicatos | REFLEXIÓN

El desafío de organizar y formar a la juventud

En Rosario, Mario César García
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Mario César García | Foto: Nelson Godoy

En un reciente informe, la OIT alerta sobre el aumento del desempleo juvenil en el mundo. El fenómeno, preocupante en sí mismo, plantea acuciantes problemas para el movimiento obrero internacional y debería ser tema de reflexión de todos los sindicalistas, plantea en esta nota Mario César García, de la Sociedad de Obreros Panaderos de Rosario, Argentina.
El desempleo juvenil está aumentando en el mundo”, un breve resumen del informe de la OIT “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo 2016: Tendencias del empleo juvenil”, brinda alarmantes cifras sobre el tema en todas las economías.

Algunas consideraciones del documento- que se puede leer en www.ilo.org no pueden escapar a nuestro estudio y análisis. No me refiero al dato estadístico, sino a la visión política que debemos darle al análisis de las mismas.

En los cuadros sinópticos puede uno ver cómo el desempleo juvenil ha ido creciendo en el mundo y continuará haciéndolo.

Se puede ver, por ejemplo, que en los próximos años habrá 71 millones de jóvenes (13,1 por ciento del total) sin trabajo y que ya hoy hay otros 156 millones que, a pesar de contar con uno, viven en condiciones de pobreza, en algunos casos extrema.

Pensar con autonomía
Contra el contubernio gobiernos-empresas
Nuestro movimiento cuenta con mujeres y hombres capaces, formados y con niveles de conocimiento suficientes para discutir de igual a igual con cualquier CEO de empresa o funcionario de gobierno.  

Son ellos y ellas los que deberán llevar la voz de los trabajadores y defender sus derechos, sea cual sea el color político del gobierno de turno.

En muchos países (entre ellos el mío, Argentina) el diálogo social tripartito nos ubica en inferioridad, los gobiernos neoliberales hoy tienen como ministros a técnicos y profesionales que hasta hace poco eran CEO de las transnacionales más grandes e influyentes en nuestras economías.

Así, en las mesas tripartitas montadas en esos países, gobiernos y empresarios tienen una misma posición, y los representantes de los trabajadores quedan en total desventaja.

Nosotros, por ser trabajadores, conocemos la realidad de nuestros sectores, y sobre todo de nuestros jóvenes, a quienes este orden económico mundial los condena a morirse de hambre, a trabajar y seguir siendo pobres, de no tener perspectiva de futuro y no poder planificar sus vidas.

La imposibilidad de acceder a una vivienda ha llevado a muchos jóvenes a seguir viviendo con sus padres aunque trabajen; los bajos salarios y pésimas condiciones los condenan a trabajar más horas, muchas veces ilegalmente; la falta de información y formación los hace vulnerables a la explotación.

El informe de la OIT muestra la gran discriminación, en salario, horarios de trabajo y trato, que continúan padeciendo las mujeres, en especial jóvenes.

Qué hacer
Formar, resistir, organizar
¿Qué hacemos con esto que se avecina? ¿Cómo vamos a prepararnos para enfrentar un sistema de producción que cada vez expulsa más a los jóvenes? Son preguntas que nos surgen y a las cuales debemos dar respuesta.

Debemos preparar a nuestras organizaciones para dar los debates necesarios que permitan empezar a transitar el camino de la unidad y la organización de los sectores juveniles, para su formación ideológica y su capacitación técnica.

Jóvenes ideológicamente formados en la defensa del trabajo y la vida digna y con sindicatos que los respalden, serán más difíciles de vencer y ser utilizados.

También debemos pensar como organizaciones en esos millones de jóvenes que perderán el empleo.

Tanto jóvenes como adultos se encuentran hoy atomizados, lo que nos plantea que deberemos hacer aún más énfasis que antes en la organización.

Un movimiento juvenil formado y organizado es un arma poderosa y temible, sobre todo si está respaldado por los sindicatos organizados.

La tarea sigue siendo la misma de siempre: resistir y organizar para la lucha. Defender las conquistas y conquistar lo que falta, que siempre es mucho.

Las políticas de empleo del mundo que viene son una nueva provocación al movimiento obrero, una amenaza a la vida y al futuro de nuestros jóvenes.

Tenemos el gran desafío de vivir estos tiempos y no quedar en la historia como víctimas del proceso sino como los hombres y mujeres que impusieron su lucha.