13
Junio
2017
Con Sandra Luisa Martins
Deconstruir prejuicios para construir igualdad
En Brasil cada 28 horas muere de forma violenta un integrante del colectivo LGBT
En Forquilinha, Gerardo Iglesias
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Sandra Luisa Martins y Gisele Adão | Foto: Gerardo Iglesias
Sandra hace parte de la Asociación Nacional de Travestis y Transexuales de Brasil (ANTRA) en alianza con la ONG Construyendo Igualdades, una organización LGTB que nuclea a lesbianas, trans, homosexuales, bisexuales, travestis, heterosexuales. La Rel dialogó con ella en el marco de una reunión con el colectivo LGTB para organizar nuevos eventos que incluyan construcción de políticas públicas y la participación sindical.
-Cuéntame de ti…
-Me identifico como transexual desde los 8 años de edad y me asumí a los 14, me fui de mi casa y desde entonces vivo sola. En la actualidad realizo trabajo social con la comunidad LGTB desde un área de labor que tiene la municipalidad.
-¿Por qué te fuiste de tu casa?
-En realidad me fui porque consideraba que tenía que irme una vez asumida mi nueva identidad. Comencé a trabajar desde muy joven cuidando enfermos y ancianos.
-¿La sociedad maltrata, condena..?
-En una primera etapa sí, porque desconocía leyes y derechos y no tenía una forma propia de ponderar mi condición, pero ahora a los prejuicios los domino de taquito.
Sufrí mucho pero ya no, las personas conocen mi trabajo y lo valoran.
-Cuando hablas que sufriste mucho, ¿a qué tipo de sufrimiento te refieres?
-Sufrimiento psicológico y moral. Afortunadamente nunca sufrí violencia física, pero sí discriminación y hostigamiento social.
Era muy común escuchar frases como “ahí va el maricón’” o “miren al putito”. Actualmente esto no me sucede, entre otras cosas porque a través del conocimiento he logrado empoderarme de mis derechos y contar con herramientas legales para que este tipo de cosas no me pasen más.
También porque muchas cosas han cambiado en el país, aunque es muy lento.
-Sin embargo Brasil registra uno de los índices más altos de muertes y agresiones contra el colectivo LGBT nivel mundial.
-Sí, la violencia es tremenda. Cada 28 horas muere de forma violenta un integrante del colectivo LGBT en Brasil. En 2016 el total de víctimas fueron 343. En 2015 se contabilizaron 318 muertes.
Son números que demuestran la enorme discriminación que todavía sufrimos y la violencia a la que estamos expuestos a diario. Queremos que nos respeten, ni siquiera pedimos que nos entiendan o acepten. Basta con que nos respeten.
-Observo en el colectivo LGTB una voluntad de trabajo y de lucha que no veo en otros ámbitos…
-Es cierto, quizá porque nos basamos en lo colectivo, permanecemos unidos y ahí radica nuestra fortaleza.
Queremos deconstruir prejuicios para construir igualdades, pero para eso tenemos que tener un colectivo unido y organizado para luchar por derechos y espacios, inclusive dentro de la formación profesional.
En ese caminar se trata de sentirnos bien con nosotros mismos, sentirnos orgullosos de ser como somos, de afianzar nuestra autoestima para luego poder transformarnos en mejores personas.
Poder transformar todo lo malo que viví, tanto prejuicio y discriminación en algo positivo, esa es la idea.
-Me identifico como transexual desde los 8 años de edad y me asumí a los 14, me fui de mi casa y desde entonces vivo sola. En la actualidad realizo trabajo social con la comunidad LGTB desde un área de labor que tiene la municipalidad.
-¿Por qué te fuiste de tu casa?
-En realidad me fui porque consideraba que tenía que irme una vez asumida mi nueva identidad. Comencé a trabajar desde muy joven cuidando enfermos y ancianos.
-¿La sociedad maltrata, condena..?
-En una primera etapa sí, porque desconocía leyes y derechos y no tenía una forma propia de ponderar mi condición, pero ahora a los prejuicios los domino de taquito.
Sufrí mucho pero ya no, las personas conocen mi trabajo y lo valoran.
-Cuando hablas que sufriste mucho, ¿a qué tipo de sufrimiento te refieres?
-Sufrimiento psicológico y moral. Afortunadamente nunca sufrí violencia física, pero sí discriminación y hostigamiento social.
Era muy común escuchar frases como “ahí va el maricón’” o “miren al putito”. Actualmente esto no me sucede, entre otras cosas porque a través del conocimiento he logrado empoderarme de mis derechos y contar con herramientas legales para que este tipo de cosas no me pasen más.
También porque muchas cosas han cambiado en el país, aunque es muy lento.
-Sin embargo Brasil registra uno de los índices más altos de muertes y agresiones contra el colectivo LGBT nivel mundial.
-Sí, la violencia es tremenda. Cada 28 horas muere de forma violenta un integrante del colectivo LGBT en Brasil. En 2016 el total de víctimas fueron 343. En 2015 se contabilizaron 318 muertes.
Son números que demuestran la enorme discriminación que todavía sufrimos y la violencia a la que estamos expuestos a diario. Queremos que nos respeten, ni siquiera pedimos que nos entiendan o acepten. Basta con que nos respeten.
-Observo en el colectivo LGTB una voluntad de trabajo y de lucha que no veo en otros ámbitos…
-Es cierto, quizá porque nos basamos en lo colectivo, permanecemos unidos y ahí radica nuestra fortaleza.
Queremos deconstruir prejuicios para construir igualdades, pero para eso tenemos que tener un colectivo unido y organizado para luchar por derechos y espacios, inclusive dentro de la formación profesional.
En ese caminar se trata de sentirnos bien con nosotros mismos, sentirnos orgullosos de ser como somos, de afianzar nuestra autoestima para luego poder transformarnos en mejores personas.
Poder transformar todo lo malo que viví, tanto prejuicio y discriminación en algo positivo, esa es la idea.