23
Agosto
2017

“Concentración y extranjerización de la tierra favorecen la violencia”

En Brasilia, Gerardo Iglesias
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Alonso Batista dos Santos  

Asesor de Política Agraria de la Confederación Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Agricultura (Contag), Batista, licenciado en Historia, ahonda en el trabajo de esta Secretaría y fundamentalmente sobre los conflictos agrarios, la concentración de la tierra y su extranjerización.
-¿Cuál es la plataforma reivindicativa de esta Secretaría?
-El tema de la reforma agraria es uno de los principales componentes. Siempre ha sido muy importante para el movimiento sindical rural, pero se ha vuelto acuciante.

Uno de los instrumentos de lucha son los campamentos, utilizados por los trabajadores y trabajadoras para presionar en pos de la concreción de la reforma agraria, ya que por la vía institucional resulta sumamente difícil acceder a proyectos de colonización.

Muchos de los componentes de nuestra base sindical están integrados a esos campamentos. La Contag no es parte de la organización, pero sí los ayuda y les sirve de nexo con las municipalidades y los organismos estatales en general.

-¿Y el proceso de extranjerización de la tierra, continúa?
-Los datos no son concordantes. Hay quienes dicen que dos millones de hectáreas están en manos de extranjeros, otros hablan de 6 millones y otros de 12 millones. Demasiadas diferencias.

Lo cierto es que hoy está a estudio del Parlamento un proyecto de ley que facilita el acceso de los capitales extranjeros a la propiedad de la tierra brasileña.

No ha prosperado todavía porque hay un sector de legisladores, vinculado a los militares, que se ha percatado de que si se vende el territorio nacional de alguna manera se hipoteca la soberanía. Si no fuese por eso, ya se hubiese aprobado junto a todo el paquete de reformas y leyes que viene adoptando el Congreso tras el golpe de 2016.

Sin dudas este tema es muy preocupante, porque cuando hablamos de extranjerización no es que estemos dando tierra a refugiados de otros países sino que estamos vendiendo nuestro territorio a grandes corporaciones internacionales para el interés del gran capital.

El escandaloso nivel de concentración
46 por ciento de la tierra en manos del 1 por ciento
-La alta concentración de la tierra en Brasil es flagrante y genera también mucha violencia…
-Sí, somos poseedores de un triste récord: el 46 por ciento de la tierra pertenece aquí a apenas el 1 por ciento de las personas.

Ese es el promedio nacional, pero en estados como Mato Grosso es aún peor: el 87 por ciento de la tierra está en manos de un 1 por ciento de la población. Un absurdo.

Es uno de los factores que promueve el aumento de la violencia. La disputa por los recursos naturales es otra causa concomitante.

En Mato Grosso, las tierras donde está ubicada la naciente del río Paraguay, que forma el bioma del Pantanal, están en manos de una corporación argentina. Los pobladores ni siquiera tienen acceso al río porque esa zona es propiedad privada.

Hace unos cinco años, para poder inspeccionar el cultivo de soja que llegaba a las nacientes del río un grupo de organizaciones -entre las que se encontraba la Contag- tuvo que solicitar la intervención del Ministerio Público.

Según datos de la Comisión Pastoral de la Tierra, estos grandes capitalistas, que se creen que puede hacer lo que quieren y que partes del país les pertenecen, terminan expulsando a pequeños campesinos hacia las periferias de las ciudades, reproduciendo la violencia.

-¿Cómo evalúas la realización de un seminario internacional que analice el tema de la violencia en el campo?
-Este es un tema fundamental de la agenda de trabajo de la Contag para este período y para el conjunto del movimiento sindical.

Una de las propuestas para abordarlo era precisamente la realización de un seminario internacional, porque sabemos que la violencia en el campo no es exclusividad de Brasil.

Sería una oportunidad para dar visibilidad a los conflictos agrarios en América Latina y para articular mejor las acciones de los grupos que luchan contra la violencia en el medio rural en la región.

Necesitamos operar en conjunto para que esto tenga repercusión internacional, sobre todo entre los consumidores de productos generados por empresas que promueven la violencia contra campesinos, líderes comunitarios y defensores de los bienes naturales y que a menudo se valen del trabajo análogo a la esclavitud y no respetan los derechos básicos de trabajadores y trabajadoras rurales.

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Alonso Batista dos Santos y Gerardo Iglesias | Fotos: Nelson Godoy