14
Noviembre
2016
Cientos, pero invisibles
UITA Ginebra

Foto: UITA
De los más de 1.500 trabajadores y trabajadoras que cuenta la planta de la transnacional estadounidense en Lahore apenas 134 tienen empleo permanente. El resto ni siquiera tiene existencia física en los informes de inspección de fábrica.
Durante años los operarios de la usina lucharon por que su sindicato fuera reconocido. Lo lograron hace unos meses, y en julio comenzaron una negociación colectiva con la dirección de la compañía.
Su reivindicación mayor es ser regularizados.
“Trabajo en la fábrica FritoLay de PepsiCo en Lahore desde hace cinco años, en el departamento de residuos, según el sistema de que si no hay trabajo no cobro”, cuenta Anwar Bibi, afiliada al Sindicato.
“Siempre he llegado a la fábrica a las 5 de la mañana y si llego unos pocos minutos tarde no voy a conseguir trabajo porque mi puesto ya está ocupado por otra trabajadora contractual que llegó antes”, explicó.
Bibi se reúne todos los días con varias de sus colegas y compañeras de padecimiento frente a la puerta de la fábrica.
“Nos preguntamos si conseguiremos trabajo. Si no lo logro, perdí el tiempo y tengo que pagar el transporte de regreso a casa. La compañía dice que no es problema suyo”, relata.
La respuesta de PepsiCo ha sido simple y directa: comenzó a acosar a los dirigentes sindicales y a los trabajadores los amenazó con que si no dejan el gremio los despiden, instándolos a crear una organización amarilla.
Una perla más para el prontuario antisindical de la gigantesca transnacional de la bebida.
Su reivindicación mayor es ser regularizados.
“Trabajo en la fábrica FritoLay de PepsiCo en Lahore desde hace cinco años, en el departamento de residuos, según el sistema de que si no hay trabajo no cobro”, cuenta Anwar Bibi, afiliada al Sindicato.
“Siempre he llegado a la fábrica a las 5 de la mañana y si llego unos pocos minutos tarde no voy a conseguir trabajo porque mi puesto ya está ocupado por otra trabajadora contractual que llegó antes”, explicó.
Bibi se reúne todos los días con varias de sus colegas y compañeras de padecimiento frente a la puerta de la fábrica.
“Nos preguntamos si conseguiremos trabajo. Si no lo logro, perdí el tiempo y tengo que pagar el transporte de regreso a casa. La compañía dice que no es problema suyo”, relata.
La respuesta de PepsiCo ha sido simple y directa: comenzó a acosar a los dirigentes sindicales y a los trabajadores los amenazó con que si no dejan el gremio los despiden, instándolos a crear una organización amarilla.
Una perla más para el prontuario antisindical de la gigantesca transnacional de la bebida.
UITA