08
Febrero
2017
Adolescentes madres
Realidad forzada y derechos violados
En Montevideo, Violeta Lacayo
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Imagen: Pinterest.com
Un alto porcentaje de mujeres a nivel mundial, y específicamente a nivel latinoamericano, han sido víctimas de violación y abuso sexual, y muchas de ellas han quedado embarazadas siendo adolescentes. La violencia que sufren no queda allí, y se las obliga a ser madres, trasladando el horror incluso a los hijos o hijas que engendrarán.
Cuántas veces hemos escuchado y leído aquella hermosa frase del poeta nicaragüense Rubén Darío que dice “Juventud divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!”, en la cual se ve reflejada claramente que la juventud es la etapa más hermosa, y a la que todos y todas en algún momento de nuestra vida deseamos regresar.
Una gran cantidad de renombrados escritores y poetas, hombres todos ellos, tiene como su musa de inspiración a una joven muchacha adolescente, de 13, 14, o 16 años, no más.
En su célebre obra Memoria de mis putas tristes, Gabriel García Márquez relata el regalo que un hombre al cumplir 90 años desea recibir: una joven virgen de 14 años…
Anteriormente, en Doce cuentos peregrinos, el gran escritor colombiano relató la historia de una relación de amor y obsesión entre un anciano periodista y una niña de clase obrera que vende su virginidad para ayudar a su familia.
Y así podríamos seguir recordando a muchos otros autores hablando de lo mismo: una verdadera aberración, avalada, reconocida e incuestionada a lo largo de América Latina.
Una gran cantidad de renombrados escritores y poetas, hombres todos ellos, tiene como su musa de inspiración a una joven muchacha adolescente, de 13, 14, o 16 años, no más.
En su célebre obra Memoria de mis putas tristes, Gabriel García Márquez relata el regalo que un hombre al cumplir 90 años desea recibir: una joven virgen de 14 años…
Anteriormente, en Doce cuentos peregrinos, el gran escritor colombiano relató la historia de una relación de amor y obsesión entre un anciano periodista y una niña de clase obrera que vende su virginidad para ayudar a su familia.
Y así podríamos seguir recordando a muchos otros autores hablando de lo mismo: una verdadera aberración, avalada, reconocida e incuestionada a lo largo de América Latina.
Parirás obligada
Y tú y tu hijo lo pagarán
En esta región del planeta, los niveles de fecundidad y la tasa de maternidad en la adolescencia son de 70 por mil y 13 por ciento respectivamente.
En Uruguay, por ejemplo, el nivel de fecundidad es de 60 por mil y el de maternidad en adolescentes de 10 por ciento.
Una de cada cinco adolescentes uruguayas que vive en hogares con dos o más necesidades insatisfechas es madre.
En casi un 80 por ciento de los casos se trata de embarazos forzados, en 15 por ciento son producto de un mal uso o un no uso de métodos anticonceptivos, y un 5 por ciento es resultado de relaciones entre pares, es decir entre una joven adolescente y un joven adolescente que consienten en tener un/a hijo/a.
Lo que no debemos de perder de vista es el porcentaje mayor, que refleja la clara y desmedida violencia que las mujeres atraviesan desde sus primeros años de vida.
Algunos países han dado grandes saltos en lo que refiere al derecho de las adolescentes y mujeres a decidir sobre el propio cuerpo.
Asimismo se está empezando a reconocer que obligar a una niña a ser madre debe ser considerado tortura o trato cruel, inhumano y degradante, según la Convención de la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
En aquellos países en los que no es legal y accesible la interrupción del embarazo, los porcentajes de abusos sexuales y violaciones, y por tanto de maternidad adolescentes, son absolutamente mayores, lo cual es resultado de la inoperancia del Estado, que contribuye a avalar y consentir que las adolescentes y las niñas sigan siendo violentadas.
Obligar, presionar o coaccionar a una adolescente para que sea madre es robarle su derecho a ser feliz; y todavía peor: permitir que nazca una persona ya condenada a no serlo.
A lo largo de la historia se ha obligado a las mujeres a ser madres desde el momento mismo en que la biología las “habilita” para la reproducción.
Sin embargo, la ciencia misma ha ido demostrando que no basta el proceso biológico sino que es importante y necesaria la madurez sicológica y emocional para tomar la decisión de asumir la responsabilidad, y sobre todo desear, traer a otra persona al mundo para criarla, educarla y amarla.
En Uruguay, por ejemplo, el nivel de fecundidad es de 60 por mil y el de maternidad en adolescentes de 10 por ciento.
Una de cada cinco adolescentes uruguayas que vive en hogares con dos o más necesidades insatisfechas es madre.
En casi un 80 por ciento de los casos se trata de embarazos forzados, en 15 por ciento son producto de un mal uso o un no uso de métodos anticonceptivos, y un 5 por ciento es resultado de relaciones entre pares, es decir entre una joven adolescente y un joven adolescente que consienten en tener un/a hijo/a.
Lo que no debemos de perder de vista es el porcentaje mayor, que refleja la clara y desmedida violencia que las mujeres atraviesan desde sus primeros años de vida.
Algunos países han dado grandes saltos en lo que refiere al derecho de las adolescentes y mujeres a decidir sobre el propio cuerpo.
Asimismo se está empezando a reconocer que obligar a una niña a ser madre debe ser considerado tortura o trato cruel, inhumano y degradante, según la Convención de la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
En aquellos países en los que no es legal y accesible la interrupción del embarazo, los porcentajes de abusos sexuales y violaciones, y por tanto de maternidad adolescentes, son absolutamente mayores, lo cual es resultado de la inoperancia del Estado, que contribuye a avalar y consentir que las adolescentes y las niñas sigan siendo violentadas.
Obligar, presionar o coaccionar a una adolescente para que sea madre es robarle su derecho a ser feliz; y todavía peor: permitir que nazca una persona ya condenada a no serlo.
A lo largo de la historia se ha obligado a las mujeres a ser madres desde el momento mismo en que la biología las “habilita” para la reproducción.
Sin embargo, la ciencia misma ha ido demostrando que no basta el proceso biológico sino que es importante y necesaria la madurez sicológica y emocional para tomar la decisión de asumir la responsabilidad, y sobre todo desear, traer a otra persona al mundo para criarla, educarla y amarla.