20
Octubre
2016
Argentina | Mujer | DDHH

¿Hasta cuándo el feminicidio?

En Montevideo, Violeta Lacayo
20161020 niUnaMenos714

Foto: Nelson Godoy

Decenas de miles de personas participaron esta semana en protestas masivas contra el bestial asesinato de una joven apenas adolescente en Mar del Plata, Argentina. Pero la violencia de género está muy fuertemente anclada en la sociedad.
Tenía nombre, juventud, sueños, deseos de transgresión y desafíos, amigos y amigas, padre y madre…

Tenía 16 años.

Estaba haciendo lo normal a su edad, tratando de probar cosas, de experimentar, pero no se percató que a su acecho había dos monstruos que se aprovecharían de ella.

Nuevamente, no les bastó a sus asesinos matarla: tenían que ultrajarla y violarla, para jactarse entre ellos del enorme poder que como hombres tienen, y de su gran posibilidad de apropiarse, usar y desechar el cuerpo de una mujer, de una pequeña mujer en este horrendo caso.

No faltarán quienes juzguen a Lucía por “andar en esos pasos, comprando marihuana…”, condenándola a priori y por no cumplir los roles y patrones sociales que al patriarcado le parecen adecuados.

El solo hecho de pensar en el sufrimiento previo a su muerte que pudo haber tenido Lucía, me paraliza los dedos para escribir, y a su vez me endurece los puños para terminar con este flagelo sin desistir.

Se me dificulta pensar y creer que existan “personas” que tengan una capacidad de destrucción tan impresionante, a quienes la tortura les resulta un regocijo.

Obviamente, la defensa de estos monstruos alegará que actuaban bajo los efectos de las drogas, pero es justamente eso lo que nos debe fortalecer para pedir la más grande y dura condena para ellos.

Según la fiscal asignada a este caso, la víctima "fue sometida a agresión sexual inhumana, y el excesivo dolor le causó la muerte por reflejo vagal".

Basta y sobra para que la justicia defina un castigo ejemplarizante para estos criminales.

Lucía no ha sido la primera, y también hay muchos que están libres y sin sanción…

Las mayorías excluidas y aplastadas
Ser mujer y morir en el intento
En Argentina, una mujer es asesinada cada 36 horas, y en el 95 por ciento de los casos el feminicidio es cometido por un hombre con el cual la víctima estaba vinculada de alguna forma, temporal o eventual.

Lo más alarmante es que se está asesinando a las mujeres en etapa productiva y reproductiva. Hasta a la hora de morir las mujeres son tratadas en forma desigual y sin piedad.

Impresiona cómo el horror, el terrorismo verdadero y la misoginia tienen tanto en común: no tienen límites, son impunes, permanecen en el tiempo, son hechos públicos y notorios.

Lo importante es que no se pierda la capacidad de indignación y que no se naturalice, pues ese día dejará de haber denuncias y reacciones ante estas atrocidades.

Pensemos en las adolescentes y niñas que en estos momentos, al enterarse de este crimen se deben de sentir absolutamente inseguras, con temor a salir, con temor a vivir.

No debemos darnos por vencidas ni vencidos en la búsqueda y el logro de un mundo equitativo, libre y seguro para todas y todos.

En América Latina, un continente joven y con una mayoría de población femenina, en donde las mujeres son el 70 por ciento de la población pobre y más vulnerable, es una verdadera paradoja que no se garantice a las mayorías el derecho a trabajar, a pensar, a amar, a caminar, a vivir libres y seguras, a ser felices.

¿Cuántas mujeres más se necesita que mueran para saciar a la bestia patriarcal y machista?

Hay que portar el color negro no sólo en nuestras ropas, sino también en nuestro discurso de denuncia: que se note que no estamos felices y que deseamos respuestas, justicia y sobre todo un alto al feminicidio.