20
Noviembre
2015
Lanzamiento del libro: “Las que limpian los hoteles”
El último orejón del tarro
En Barcelona, Gerardo Iglesias
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Soledad Castro es una de las protagonistas del libro “Las que limpian los hoteles. Historias de precariedad laboral”. Ella trabaja como camarera de piso desde hace 19 años y hace 8 años es delegada sindical de la UGT en su centro de labor. Durante su participación en el lanzamiento realizado el pasado 5 en Barcelona, describió lo que es el día a día de un colectivo de trabajadoras a las que hasta hace muy poco tiempo nadie “veía”. A continuación su testimonio.
“Realmente trabajamos en condiciones lamentables, con cada vez menos herramientas y menos material.
Los empresarios dicen que cada vez ganan menos, arman las habitaciones con más clientes y poco les importa si al final de la temporada queda todo por hacer, con tal de no pagar un día más a las trabajadoras que limpian el hotel.
Nos pagan salarios muy bajos por el trabajo que realizamos. Ha cambiado el público y al incrementarse las camas por habitación, aumenta consecuentemente nuestra tarea.
Durante el invierno me tocan 24 habitaciones y en verano 27, y el público del hotel, son en su mayoría jóvenes de entre 18 y 21 años.
Duermentodo el día, dejan los pasillos en un estado lamentable y permanecen apenas dos o tres días, por lo que hay semanas que tenemos que hacer entre 10 y 12 salidas.
Eso afecta al servicio porque no siempre podemos hacer las habitaciones como debe ser. Y quienes damos la cara frente a los clientes somos nosotras, y entonces viene el estrés.
Cuando nos entregan el papel de las tareas del día, de entrada te tomas un antiinflamatorio y luego de una hora sientes que no te hace efecto y te tomas un analgésico y cuando la gobernanta te pasa que hay nuevas salidas, te tomas un tranquilizante para no acogotarla.
Menos personal y más presión en el trabajo
Nos tratan como desechables
Somos el último orejón del tarro, lo peor, lo desechable, y los empresarios no se dan cuenta que sin nuestro trabajo el servicio se pierde, el hotel se va la mierda.
Cada vez hay menos personal para más trabajo y no vemos forma de que los empresarios se den cuesta que este sistema de priorizar cantidad en vez de calidad es pan para hoy y hambre para mañana.
Por fortuna aún mi palabra se escucha y soy trabajadora permanente, pero a las nuevas les hacen cualquier cosa, les cambian los libres sin previo aviso.
Lo bueno sería que todos los sindicatos se unieran y todas las camareras se unieran y pidieran una prejubilación a los 62 años, y no como está hoy, a los 67.
Ya ni siquiera somos mileuristas, no llegamos a mil euros,y lo más triste es que comparadas con nuestros hijos no estamos tan mal. La crisis y los recortes nos afectan a todos, particularmente a los jóvenes.
Ni hablar de las miles de familias que trabajan en la hostelería por tres o cuatro meses y lo que ganan les tiene que durar todo el año”.
Cada vez hay menos personal para más trabajo y no vemos forma de que los empresarios se den cuesta que este sistema de priorizar cantidad en vez de calidad es pan para hoy y hambre para mañana.
Por fortuna aún mi palabra se escucha y soy trabajadora permanente, pero a las nuevas les hacen cualquier cosa, les cambian los libres sin previo aviso.
Lo bueno sería que todos los sindicatos se unieran y todas las camareras se unieran y pidieran una prejubilación a los 62 años, y no como está hoy, a los 67.
Ya ni siquiera somos mileuristas, no llegamos a mil euros,y lo más triste es que comparadas con nuestros hijos no estamos tan mal. La crisis y los recortes nos afectan a todos, particularmente a los jóvenes.
Ni hablar de las miles de familias que trabajan en la hostelería por tres o cuatro meses y lo que ganan les tiene que durar todo el año”.
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