Con Francisco Mendoza
A medida que se acerca el plazo simbólico de los 100 días de gobierno del presidente Arévalo, crece la expectativa por un primer balance de su gestión. Para analizar la coyuntura que vive el país centroamericano, conversamos con Francisco Mendoza, sindicalista, director de la Fundación Mario López Larrave y un colaborar de todas las horas de la Rel UITA.
Gerardo Iglesias y Giorgio Trucchi
11 | 4 | 2024
Francisco Mendoza | Foto: Giorgio Trucchi
La toma de posesión del presidente Bernardo Arévalo, el pasado 14 de enero, se llevó a cabo después de una jornada extenuante, para usar un eufemismo.
Antes y durante esta fecha, los poderes fácticos enquistados en las estructuras del Estado, en el sector privado y la política nacional hicieron todo lo que estaba a su alcance para revertir la voluntad popular expresada en las urnas.
Frente a la imposibilidad de lograr su propósito optaron por minar la capacidad de gobernar del nuevo mandatario, dejándolo prácticamente sin partido, con una débil mayoría parlamentaria y con un aparato estatal muy adverso.
A casi tres meses de su instalación, el presidente Arévalo sigue enfrentándose a un contexto hostil, delicado y precario, midiendo fuerza con poderes corruptos que no quieren retroceder ni un centímetro en sus privilegios.
“El hecho de que Arévalo haya logrado tomar posesión del cargo, no quiere decir que el actual gobierno esté libre de tormentas”, dijo Mendoza.
“Su partido (Alianza Semilla) está actualmente suspendido y con buenas posibilidades de ser disuelto definitivamente. Además, sus diputados no pueden asumir cargos directivos, ni integrar comisiones parlamentarias.
Por si fuera poco, la alianza con la que Semilla logró conformar una mayoría es muy diversa y habrá que ver su comportamiento cuando se aborden temas torales para la transformación del país”, manifestó.
Otro tema de gran impacto en la gestión gubernamental tiene que ver con las altas expectativas de amplios sectores de la población, que han sido determinantes en la defensa del resultado electoral y que esperan una ruptura con el pasado y cambios estructurales en el país.
“Se trata de un tema muy delicado, porque ¿cómo convences a la gente que está esperando cambios radicales, profundos, sin actos de corrupción, que tiene mucha ansiedad y necesidades históricamente insatisfechas, que estas transformaciones no se pueden hacer de la noche a la mañana?”, se preguntó Mendoza.
“Arévalo y su gobierno se enfrentan a un aparato estatal instalado fuertemente antagónico, prácticamente sin partido y con una presión social muy fuerte. Eso vuelve todo muy complicado”, argumentó.
En este sentido, hacer una evaluación de los 100 días de gobierno resulta sumamente difícil.
“Tanto la gobernabilidad como la gobernanza en Guatemala están en alto riesgo. Arévalo necesita ‘hacer limpieza’ en las principales instituciones, metiendo nuevas caras que no tengan vínculos con el pasado corrupto.
Además —continuó Mendoza— debe mostrar señales de que el país lucha contra la corrupción, se enrumba hacia el rescate de la institucionalidad, el fortalecimiento de la participación ciudadana y los procesos democráticos.
La lucha contra la pobreza, mejorar los índices de desarrollo humanos y dar respuestas a los amplios sectores emarginados son otras de las tareas más urgentes”.
No obstante, parafraseando al presidente Arévalo, el reconocido sindicalista advirtió que aquí no se trata de una carrera de velocidad, sino de resistencia y que se necesita confianza y paciencia.
Más aún cuando la falta de resultados visibles a corto plazo podría afectar la imagen del gobierno, ante quienes votaron por esta opción política.
“Ya hay sectores, especialmente aquellos que piden cambios estructurales, que critican abiertamente al gobierno. Creo que sea un error.
Hoy, más que nunca, gobierno y fuerzas sociales deben articularse para defender este proceso democrático, impidiendo un posible golpe y un regreso al pasado que sería desastroso.
También hay que buscar y generar alianzas que permitan garantizar una sostenibilidad política en el país.
Finalmente —concluyó Mendoza— hay que mantenerse cerca de la comunidad internacional, que ya jugó un papel muy importante para que se respetara el voto popular el año pasado.