Condiciones laborales y salud
Según informa la Confederación Europea de Sindicatos, a principios de febrero se reconoció por primera vez en Francia el cáncer de mama que padece una enfermera de 61 años como enfermedad profesional. La nota siguiente recoge el testimonio de un trabajador.
Jesús Uzkundun Lllarramendi
07 | 07 | 2023
Foto: Gerardo Iglesias
Se trata de una importante victoria sindical, un precedente que merece ser difundido y sobre todo convertirlo en objetivo de lucha de las mujeres y hombres que trabajan de noche, para ampliar la legislación que recoge el Listado de Enfermedades Profesionales.
Martine trabajó de noche entre los años 1981-2009 en el Centro Hospitalario de Moselle.
La enfermera acumuló 873 noches de trabajo, con horarios cambiantes, alterando su reloj biológico y dañando sus defensas inmunológicas al reducir la producción de melatonina (una molécula reguladora del ciclo sueño/vigilia, antioxidante y anticancerígena).
“El trabajo nocturno aumenta el riesgo de cáncer en mujeres antes de la menopausia, particularmente en aquellas con una exposición de alta frecuencia y larga duración”, afirmó el Instituto Nacional de Investigaciones Médicas y de la Salud francés.
Cuando volvió a su trabajo tras el tratamiento del cáncer de mama, como ocurre con la mayoría de las trabajadoras, se encontró que no había un cambio sustancial de las condiciones laborales y tuvo que optar por la jubilación anticipada.
Después de cinco años de pelea, Martine logró el reconocimiento de su enfermedad profesional.
En su larga lucha sindical, legal y médica, la enfermera ha tenido la ayuda e implicación de la CFDT, central sindical que viene desarrollando una intensa campaña orientada al reconocimiento del cáncer de mama como enfermedad profesional.
Aunque la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ya consideró en 2007 el trabajo nocturno como “probablemente cancerígeno para los humanos”, no figura en el listado de enfermedades profesional.
Otros estudios científicos sugieren una asociación similar con el cáncer de próstata y él colorrectal.
A finales de los 80, siendo yo trabajador nocturno en la siderurgia, me causó un fuerte impacto escuchar a P. Cazarían (experto francés de la OIT) y leer sus aportaciones acerca de los problemas de salud derivados del trabajo nocturno, especialmente, sobre la vulnerabilidad de trabajadores y trabajadoras mayores de 45 años y los trastornos del sueño.
Cazarían recomendaba evitar el trabajo nocturno a los mayores y afirmó que “por cada 15 años de trabajo nocturno, se produce un envejecimiento prematuro de 5 años”, además de trastornos del sueño, humor, estrés, fatiga, problemas gastrointestinales, divorcios y aumento de consumo de alcohol, entre otros, como consecuencia del descanso diurno poco reparador y la desincronización del reloj biológico.
Esta fue una de mis batallas, aunque no siempre se me comprendía por parte de los más jóvenes, ni por quienes trabajaban en otra modalidad horaria.
También costaba que se tuvieran en cuenta mis propuestas de reconvertir el Plus de Nocturnidad en coeficientes de reducción de jornada, con el objetivo de aumentar los descansos y disminuir los daños de la alteración biológica.
Es cierto que, en la misma época, otro investigador o experto latinoamericano consideraba irreversible la generalización del trabajo nocturno, incluso con la apertura de los comercios durante las 24 horas, recomendando en un curso de verano en Santander el intenso alumbrado mientras se trabajaba de noche como medida preventiva.
El hombre llegó incluso a citar como ejemplo a las granjas de “gallinas ponedoras”, donde se utiliza el alumbrado para aumentar la productividad de las gallinas en la puesta de huevos.
Aunque el trabajo nocturno es imprescindible en ciertos sectores, en particular el sanitario, no cabe duda de que debe tenerse en cuenta su riesgo para regularlo en la negociación colectiva.
Está claro que no debemos maltratar a la naturaleza, pues, antes o después, terminamos pagando sus consecuencias.
Ese respeto tiene que comenzar por nuestro propio reloj biológico.
En los sectores y puestos de trabajo en los que sea imprescindible el trabajo nocturno, las trabajadoras y los trabajadores deberían disfrutar de una importante reducción de jornada, coeficientes reductores en la edad de jubilación, aislamiento del ruido en sus domicilios, entre otras medidas preventivas, para frenar el crecimiento exponencial del estrés y el cáncer.
Publicado en Viento Sur (los intertítulos son de La Rel)