¡Merde!
Carlos Amorin
2 | 8 | 2024
Foto: AP
Finalmente los competidores en el triatlón femenino y masculino de los Juegos Olímpicos 2024 fueron autorizados a lanzarse a “la Seine”… “y que te cure Lola”, habría que haberles advertido. En este caso, la competitividad pesó más que el instinto de supervivencia y, literalmente, se tiraron al río de cabeza.
Por razones obvias, nadar en el Sena estaba prohibido desde 1923. Lo obvio es que todos los seres humanos confluimos inexorablemente en el único ámbito de igualdad que existe: el inodoro. Esencialmente, allí no hay diferencias de clase, de género, de raza o religión: todos y todas ejecutamos el mismo acto.
Pero luego que sus resultados desaparecen de nuestra vista, inician un complejo camino, y cuando más grande es la urbe, más largo y sinuoso será el viaje. Todas las comunidades del planeta se fueron enfrentando a este problema a medida que, por razones diversas, se amuchaban.
En París se decidieron bastante más tarde que otras ciudades a encarar el saneamiento un poco en serio. Fue en 1880, pero las inundaciones catastróficas que en 1910 prácticamente sepultaron a la ciudad luz en… ¿glamour?, no, en lo otro, fue la gota que rebasó el vaso.
La red de alcantarillado que se extendió y perfeccionó desde entonces es tan espectacular que incluso hoy es un atractivo turístico —así como lo leen— para curiosos de estómagos firmes y tiene hasta un museo, con entrada de pago y todo¹.
Pero a pesar de esos grandes esfuerzos, sostenidos y ampliados a lo largo de los años, nada es suficiente cuando las lluvias son intensas y concentradas en el tiempo, sea sobre París o sus afluentes cercanos.
El intenso tráfico de barcazas de carga, embarcaciones turísticas y otros navíos agregan su dosis de contaminación permanente.
En 1990, el entonces alcalde de París y posteriormente presidente de Francia, Jacques Chirac, lanzó la idea de resucitar el Sena. Anne Hidalgo, alcaldesa de la ciudad desde 2014 hasta la fecha, levantó el desafío de Chirac cuando en 2016 presentó la candidatura de la “Ciudad Luz” a ser sede de los Juegos Olímpicos 2024 y prometió descontaminar el río.
Desde entonces, el Estado y entidades de la región parisina han invertido 1.400 millones de euros para descontaminarlo y devolverle la aptitud para baños, tan confiados en los resultados de sus propósitos que incluso se programaron varias competencias de nado en el marco de los Juegos. Una muestra del “courage français”, dijeron algunos, o de típica petulancia gala dijeron otros.
Lo cierto es que arreciaron críticas y protestas de grupos que señalaron las grandes dificultades económicas de instituciones y personas que se habrían dejado de lado para atender ese “capricho” del orgullo parisino.
La alcaldesa Hidalgo hizo oídos sordos al clamor de las tribunas, y para demostrar que todo había valido la pena, ella misma, ante una masiva cobertura mediática, se lanzó al agua del Sena pocos días antes de que iniciaran los Juegos.
Ley de Murphy mediante, la jornada de apertura de los Juegos y el desfile de todas las delegaciones por el Sena engalanado a lo Versailles se ejecutó bajo una persistente e intensa lluvia.
“Cuando llueve, el agua se filtra y va a parar al mismo lugar donde va a parar el agua que se utiliza en inodoros, lavabos y duchas. Para evitar que rebose a la calle, vertemos esta mezcla de aguas residuales y pluviales al Sena”, explicó Samuel Colin Canivez, director de Saneamiento de la ciudad.
La concentración de “Escherichia coli” y de “Enterococos” en el agua del río fue largamente rebasada y hubo que aplazar varios días consecutivos las primeras pruebas de nado que, finalmente, se terminaron autorizando cuando la reputación de la alcaldesa y de la ciudad comenzaban a resquebrajarse.
El artista callejero James Colomina realizó una puesta en escena artística “para denunciar el gasto exorbitante de la alcaldía de París”, informó el bueno de James. La idea era vender a 10 euros botellas con agua del Sena “ligeramente contaminada” según anunciaba la etiqueta adherida, pero fue desalojado por la Policía.
Pero tal vez sería más importante poner la mira en algo con menos márquetin, aunque mucho más urgente. Según publicó Ecoportal.net², un estudio realizado en once países europeos encontró que el 94% del agua potable y el 63% del agua de manantial o embotellada en la UE están contaminados con ácido trifluoroacético (TFA), un subproducto de los denominados “químicos eternos” o sustancias perfluoroalquiladas (PFAS), presentes en numerosos productos como los pesticidas, gases fluorados utilizados en refrigerantes y extintores de incendios.
Esa fue la principal conclusión del estudio elaborado por Red de Acción Europea contra los Plaguicidas (PAN Europa) y presentado días atrás sobre 55 muestras de agua potable recogidas entre abril y junio de 2024 en once países de la UE (Austria, Bélgica, Bulgaria, Croacia, Alemania, Hungría, Luxemburgo, Países Bajos, España y Suecia).
No se ha informado aún quién, cuándo y dónde se lanzará a estas aguas, esperemos por su bien que lo haga con traje de astronauta.