El cáncer está convirtiéndose en una epidemia que asusta, dado el sufrimiento y las pérdidas que genera.
En 2020, 1.300.000 personas fallecieron por cáncer en la Unión Europea (UE), cuya población representa el 10 por ciento de la población mundial.
Según la Comisión Europea, salvo que se realicen actuaciones decisivas orientadas a extremar la prevención frente a las sustancias cancerígenas, se prevé un incremento de hasta el 24 por ciento de las muertes producidas por los distintos tipos de cáncer para 2035.
El informe señala que 250.000 de estas muertes derivan de la contaminación y ausencia de aire puro.
Esta contaminación no afecta por igual a todas las clases sociales: millones de trabajadores y trabajadoras laboran durante 8 horas o más en condiciones insalubres y expuestos a múltiples sustancias cancerígenas, de cuya mezcla solo se conoce su efecto multiplicador, otras ni siquiera se han investigado.
A ello hay que sumar la contaminación ambiental en barrios y pueblos.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que en el mundo se dan 666.000 muertes anuales por cáncer de origen laboral; la Comisión Europea apunta a 102.500 muertes año, de las que 88.000 se deben a la inhalación de fibras de amianto.
Por tanto, el cáncer que deriva de la exposición laboral a cancerígenos mata 20 veces más trabajadores y trabajadoras que los accidentes de trabajo.
La Estrategia de Seguridad y Salud en el Trabajo elaborada por la Comisión de la UE para el período 2021-27 sitúa al cáncer, con el 52 por ciento de las muertes, como la principal causa de mortalidad laboral en la Unión Europea.
El texto comprende medidas para limitar la exposición a 26 sustancias peligrosas.
Si esas disposiciones se cumplen, supondrá mejorar las condiciones laborales de unos 40 millones de personas.
Como contrapunto, está aumentando la modalidad del trabajo a turnos o nocturno (clasificado por la IARC-OMS como probable cancerígeno para los humanos).
Lamentablemente, los jueces negacionistas están presentes en diferentes juzgados en España.
Recientemente el Tribunal Supremo de España rechazó el recurso de casación presentado por la viuda de un trabajador muerto por cáncer, declarando firme la sentencia de un tribunal de Madrid que negaba que ese operario hubiera fallecido como consecuencia de la contaminación por amianto que había padecido.
También hay numerosos negacionistas en el Instituto Nacional de Seguridad Social. Estos funcionarios incumplen disposiciones que determinan la coordinación de actuaciones en relación con trabajadores afectados de patologías derivadas de la utilización laboral del amianto
Urge en consecuencia un plan sindical y social para visualizar el cáncer y otras enfermedades profesionales.
Ello requiere a su vez un cambio de actitud de las asesorías sindicales, de la federación de pensionistas o secciones sindicales, para presionar a los profesionales sanitarios de los Servicios de Prevención y la sanidad pública, exigiendo el cumplimiento de las directrices del decreto de Enfermedades Profesionales.
*De la cual La Rel reproduce fragmentos.
Nota publicada en su totalidad en Viento Sur