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Una nueva vida para el glifosato en Europa

La larga mano de las transnacionales

El jueves 16 la Comisión Europea decidió prolongar por diez años la autorización del glifosato en la Unión Europea (UE), a pesar de las pruebas que se han ido acumulando en los últimos años sobre la nocividad de esta sustancia.

Daniel Gatti

20 | 11 | 2023


Imágen: Allan McDonaldn | Rel UITA

La decisión fue tomada luego que en una reunión del comité técnico de la Comisión, por segunda vez en dos meses, no se reunieran las mayorías necesarias para prohibir el uso y la fabricación en la región del agrotóxico más utilizado en el planeta.

Para ello se necesitaba que al menos 15 de los 27 países de la UE, que a su vez reunieran al 65 por ciento de la población de la región, se decantaran en contra de la propuesta de la Comisión de prorrogar el permiso al glifosato.

Esos votos no se lograron y la decisión final recaía en el Ejecutivo de la UE, que se pronunció por seguir fabricando y vendiendo el agrotóxico en Europa al menos hasta 2033, como ya había anunciado que haría. Con algunas restricciones menores, sobre todo en materia de protección.

Un papel decisivo en la resolución le cupo a Francia, el segundo país más poblado de Europa occidental y su mayor potencia agrícola.

Al abstenerse, no permitió que se lograra una mayoría en contra del glifosato, ya prohibido en regiones de Gran Bretaña, Suiza, Alemania, Países Bajos, Luxemburgo, Austria, y, fuera de Europa, de Canadá y Estados Unidos.

El presidente Emmanuel Macron había prometido, cuando asumió el poder por primera vez, en 2017, que el glifosato debería ser abandonado progresivamente en los campos franceses, y esa es aún la posición de buena parte de los partidos que lo sostienen, pero pudieron más las presiones de los industriales, que tienen en el Ministerio de Agricultura un aliado de lujo.

Bajo sospecha

Para decir que el uso del glifosato “no es mayormente preocupante”, la Comisión Europea se basó en “evaluaciones exhaustivas de seguridad realizadas por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA)”, que habrían demostrado, según dijeron, que ninguna relación tiene el glifosato con casos de cáncer.

Hay un problema no desdeñable en esas evaluaciones: son realizadas a partir de datos y estudios suministrados por las propias empresas que producen y comercializan los agrotóxicos en base a glifosato.

En 2021, un análisis llevado a cabo por dos renombrados científicos del Instituto de Investigación sobre el Cáncer del Departamento de Medicina de la Universidad de Viena determinó que de los 53 estudios suministrados por las empresas a la ECHA solo dos podían ser vistos como “confiables”.

La agencia ha descartado, en cambio, “un gran número de pruebas procedentes de diversas publicaciones nuevas y ya existentes revisadas por expertos”, según denunció la Red de Ecologistas en Acción.


Imágen: Allan McDonaldn | Rel UITA
Cancerígeno, sin duda

Entre las pruebas descartadas figura el muy reciente “Estudio Global sobre el Glifosato” (GGS, según su denominación en inglés), realizado por universidades de Europa, Estados Unidos y Brasil y presentado en una conferencia internacional sobre ambiente, trabajo y salud en el siglo XXI llevada a cabo en Boloña, Italia, el 25 de octubre.

La investigación, coordinada por el Instituto Ramazzini de Italia, demuestra la extrema carcinogenicidad del glifosato, utilizado solo o en las formulaciones comerciales más vendidas en el mundo y aún en dosis consideradas seguras por las reguladoras europeas.

Efectuado a largo plazo y en ratas, el trabajo señala que la mitad de las muertes por leucemia observadas en roedores rociados con glifosato se produjeron entre las 21 semanas (comparable a unos 16 años en humanos) y un año de edad (unos 40 años en humanos).

Uno de los herbicidas empleados en las experimentaciones fue el Round Up BioFlow (fabricado por la transnacional Monsanto, hoy propiedad de Bayer), un producto que según la EFSA no presenta “áreas críticas de preocupación” para la salud humana o el medio ambiente.

Descartables

Anteriormente el GGS había publicado un estudio piloto según el cual dosis de glifosato evaluadas como seguras por agencias reguladoras de Estados Unidos estaban asociadas con casos de toxicidad en el sistema endocrinológico y reproductivo de ratas.

Los resultados del GGS se agregan a muchos otros, entre ellos varios tomados como base por la Organización Mundial de la Salud y la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer para determinar, en 2015, que el glifosato es potencialmente cancerígeno en humanos.

Otras investigaciones independientes han concluido que la exposición al agrotóxico está relacionada con neurotoxicidad, trastornos del espectro autista en niños, esclerosis lateral amiotrófica, mal de Parkinson, trastornos endocrinos.

También se ha determinado su alta toxicidad para especies terrestres (entre ellas las abejas, esenciales para la polinización de los cultivos, es decir para la alimentación humana) y acuáticas, según documentó la Red Mundial de Acción contra los Pesticidas (PAN) y recordó justo antes de la reunión del comité técnico de la UE.

En años pasados, Bayer debió indemnizar en cifras astronómicas (más de 10.000 millones de dólares) a unos 125.000 agricultores estadounidenses que presentaron demandas contra Monsanto por afectaciones graves a su salud causadas por la exposición al glifosato.

La Comisión Europea no solo descartó todas estas pruebas, sino también la existencia de alternativas al uso de glifosato.

El envenenamiento, en consecuencia, continuará.