Con Bert Schouwenburg
El experimentado dirigente sindical británico, de paso por Montevideo, analizó con La Rel el creciente giro hacia la extrema derecha al que viene asistiendo el viejo continente.
Amalia Antúnez
25 | 3 | 2024
Bert Schouwenburg | Foto: Daniel García
Schouwenburg integró durante muchos años el sindicato GMB y es miembro de la EUROBAN, una red de organizaciones de la sociedad civil europea coordinada por Banana Link, que trabaja en colaboración con organizaciones de la sociedad civil y sindicatos de otros continentes para promover el comercio de frutas tropicales socialmente justas, económicamente viables y ambientalmente sostenibles.
En su visita a la capital de Uruguay estuvo en la sede de la Secretaría Regional y analizó, desde su perspectiva de sindicalista y militante social el actual contexto europeo y planteó los grandes desafíos del movimiento obrero en un mundo donde la vertiginosidad de la información que, de la mano de los intereses del poderoso capital viene haciendo estragos.
“No todos los países en Europa estamos en la misma situación. En Inglaterra el gobierno es de derecha conservadora pero no de ultraderecha. Sin embargo, existe una tolerancia a creer que todos los problemas económicos y sociales que tenemos se deben a los extranjeros que vienen a vivir al Reino Unido”, señala.
“Se niega a aceptar que los problemas que enfrentamos actualmente son el resultado de décadas de políticas neoliberales que se remontan al final de la década de los 70, durante los gobiernos de Margaret Thatcher (1979-1990) donde se privatizaron diversos servicios”, recuerda.
Según Schouwenburg, los impactos de los recortes al Estado benefactor de la época de la Dama de Hierro han llegado hasta hoy, como se puede ver en el tema del acceso a la vivienda por los sectores populares y en el debilitamiento de las organizaciones sindicales.
“Al haber entregado millones de viviendas del Estado al capital especulador privado durante su primer gobierno, Thatcher generó que actualmente, la casa propia pase a ser de difícil acceso para la gran mayoría de la población”, explicó.
También el costo de los alquileres en Londres es astronómico y hay muchas personas que viven en habitaciones subarrendadas, o jóvenes adultos que siguen viviendo con sus padres.
“No puedes acceder a una vivienda propia si no es a través de onerosas hipotecas. Un porcentaje altísimo de la juventud no puede comprarse una casa”, apuntó.
Ello ha conducido también a que la gran mayoría de los trabajadores y las trabajadoras afiliados a los sindicatos piensan mil veces antes de realizar paros o huelgas por temor a arriesgar sus ingresos.
Sobre la vuelta de timón a la extrema derecha en países de la región como Italia y Suecia y el crecimiento sostenido de partidos y movimientos vinculados al post fascismo en Francia y España y sus réplicas en América Latina, Bert evaluó que la historia se repite con algunos pequeños cambios.
“Los medios masivos al servicio del poder tuvieron siempre su rol de incidencia en las masas. Ahora se han vuelto más instantáneos debido a los múltiples avances de las tecnologías de la información, pero siguen siendo utilizados y controlados por el establishment”.
En Inglaterra, como en otras partes de Europa, la cultura de la participación está en declive.
Ahora las campañas y las movilizaciones se hacen a través de las redes sociales y desde el sillón de la casa.
“Después de la pandemia de Covid 19, me atrevo a afirmar que esto empeoró porque muchas personas permanecen en el teletrabajo. Esto ha sido provechoso para las empresas, que además de abaratar costos encuentran facilidades para controlar al personal”.
“Este es uno de los grandes desafíos que tenemos como movimiento sindical: la organización de los trabajadores y trabajadoras que realizan labores de forma remota, y el otro es el vertiginoso avance de la inteligencia artificial que viene eliminando miles de puestos de trabajo en el mundo”.
Mientras sigamos en el sistema capitalista, cuyo principio fundamental es la ganancia, este rumbo no va a cambiar.
¿Cuál es la salida, entonces? Recuperar el militante, elevar la conciencia de clase.
Thomas Mann decía, ya en el siglo XIX, que un sindicato tiene que ser una organización política, tener un brazo en la comunidad en la que está inserto y luchar por abolir las prácticas capitalistas.
“Creo que esta idea está muy vigente, pero los sindicatos están demasiado enfocados en un accionar economicista, alineado al sistema”, advirtió Bert.
“Hay que quebrar ese esquema y creo que soplan vientos de cambio porque en las últimas huelgas realizadas en Inglaterra, los huelguistas obtuvieron el respaldo de la población, algo que hacía mucho no pasaba.
Hay una luz al final del túnel…y no es un tren”, finalizó.