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Las políticas para la región del nuevo presidente de Estados Unidos

Migración y América Latina en los planes de Biden

La política migratoria del presidente de Estados Unidos Joe Biden pretende enterrar la de su predecesor, operando un profundo viraje que desmantele las restricciones impuestas en los últimos cuatro años.
Foto: Divulgación

Durante la campaña electoral Biden se comprometió a regularizar, durante los primeros 100 días de su gobierno, a casi 11 millones de migrantes ilegales que viven en el país.

Biden emitirá decretos para revertir los vetos migratorios de Donald Trump, según todos los analistas de los medios.

La reunificación de las familias que habían sido separadas en la frontera México-Estados Unidos será otra de las medidas que se aplicarán de forma casi inmediata. Incluso puede enviar un nuevo proyecto de ley migratoria al Congreso.

Durante su gestión Trump emitió más de 400 medidas, leyes y decretos administrativos con el objetivo de “desmantelar y reconstruir un sistema basado en una visión donde la migración es vista como una amenaza a la seguridad y la economía de Estados Unidos”, señala el Migration Policy Institute (migrationpolicy.org), organismo independiente con sede en Washington dedicado al estudio de las políticas migratorias.

Sin embargo, es posible que no se produzca un viraje tan radical como el anunciado por los demócratas.

Como señala Radio France Internacional, “queda por ver qué tan nueva o diferente será” la política migratoria de Biden.

“Se medirá no sólo por lo que haga respecto a la herencia Trump (lo menos problemático), sino también con relación a su antecesor, el presidente Barack Obama, que durante su administración expulsó a más de 2,7 millones de migrantes, más que cualquier otro presidente, incluido Donald Trump” (RFI, 18 de enero de 2021).

A las puertas

La primera prueba de fuego de la nueva administración será la respuesta a la caravana de nueve mil migrantes que salió de Honduras y fue detenida violentamente por el ejército y la policía en Guatemala.

Los migrantes declararon que “escapan de la violencia, la pobreza, y el desempleo, y responsabilizan de la situación al presidente Juan Orlando Hernández” (Deutsch Welle, 18/01/2021).

La situación de la población más pobre se agravó con la pandemia y la destrucción que dejaron dos ciclones en noviembre.

En paralelo, confirmando el cierre de fronteras, la Guardia Nacional mexicana fue desplegada en el río Suchiate, en Tapachula, para impedir el avance de la oleada de migrantes más grande de los últimos años, cuando se encontraba a más de 400 kilómetros (El País, 19/01/2021).

Meses atrás, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador se comprometió ante Trump a evitar que las caravanas llegaran a la frontera binacional, con lo que asumió de hecho que la contención de los migrantes pasaba a ser tarea de su país.

Según El País, en una charla telefónica a fines de diciembre, Biden y López Obrador acordaron iniciar un nuevo camino en materia de política migratoria y se comprometieron a promover “la cooperación entre Estados Unidos y México para garantizar una migración segura y ordenada, contener el coronavirus, impulsar las economías de América del Norte y asegurar la frontera común”.

Para la agencia alemana Deutsche Welle, el nuevo gobierno no llegaría al punto de flexibilizar las políticas migratorias permitiendo el ingreso masivo de las caravanas provenientes de Centroamérica.

Ingresos selectivos

A mi modo de ver, el gobierno demócrata abrirá las puertas de forma muy limitada, controlando rigurosamente quiénes ingresan y estableciendo un detallado control según sus necesidades en las áreas de economía y seguridad.

Un reciente artículo de opinión de The New York Times (el medio que a esta altura se convirtió en portavoz de Biden), apunta lo que puede esperarse del nuevo gobierno.

“Con Biden vendrán más migrantes (y eso está bien)”, se titula la columna de Jorge Ramos, latino y colaborador habitual del periódico (https://nyti.ms/3bQTCHR).

Luego de criticar la “racista y antiinmigrante era de Trump”, pero sin decir nada de lo sucedido bajo Obama, el columnista declara dos razones para entreabrir las fronteras: mejorar la imagen de Estados Unidos en la región y las inaplazables razones económicas.

Asegura que los migrantes serán decisivos para superar la crisis económica provocada por la pandemia.

“Los mmigrantes hacen los trabajos más difíciles, crean empleos, pagan impuestos —se estima que los inmigrantes no autorizados pagan más de 11.000 millones de dólares en impuestos locales y estatales al año— y son una parte esencial de nuestra sociedad multiétnica y multicultural”.

No obstante, su entusiasmo centrado en los beneficios económicos, recuerda que hay miles de solicitantes de asilo en los campos de refugiados en México (a quienes Trump impidió ingresar) y que “podrían convertirse en la primera crisis internacional de Biden”.

Funcionarios estadounidenses de migraciones aseguran que hasta 140 mil migrantes ingresarían cada mes por las fronteras terrestres, lo que puede ocasionar graves problemas humanitarios, en particular en un país desbordado por el Covid-19.

“Mientras no haya vacunas para todos, es poco probable que el gobierno de Biden permita la entrada masiva de refugiados y de solicitantes de asilo”, reconoce el articulista del Times.

Ahora Biden propone una vía “rápida” para que los inmigrantes obtengan la ciudadanía en ocho años, aunque accederían a la Green Card sólo en cinco años (Clarin, 19 de enero de 2021).

El imperio es el imperio

Quienes vivimos al sur del río Bravo no podemos permitirnos caer en la desmemoria, por una simple cuestión de sobrevivencia como clases y naciones.

Las destituciones ilegítimas o “golpes” contra Manuel Zelaya (Honduras, 2009), Fernando Lugo (Paraguay, 2012) y Dilma Rousseff (Brasil, 2016), se produjeron bajo el gobierno “progre” de Barack Obama (2009-2017).

La brutal represión a la “primavera árabe” que clamaba por democracia y derechos sociales (entre 2010 y 2012) fue encabezada por el gobierno de Obama, así como la invasión a Libia (2011), el golpe de Estado contra el primer gobierno electo en Egipto (2013) y la inacabable guerra en Siria, iniciada en 2011.

Nada de esto implica olvidar los horrores del gobierno de Trump. El tema es comprender que con Biden habrá algunos cambios, más sonrisas y menos gestos hoscos, más diplomacia y menos amenazas.

Pero el imperio es el imperio y no se anda con vueltas cuando se trata de sus intereses.

La verdadera cara de Biden la veremos en sus próximas definiciones sobre las multitudinarias caravanas de migrantes.