Presos que trabajan por nada para grandes empresas
Una antigua plantación sureña en la que fueron sometidos miles de esclavos hace 150 años, ahora es la mayor prisión de máxima seguridad de Estados Unidos. Quienes cumplen condenas allí trabajan en condiciones análogas a la esclavitud.
Daniel García
7 | 2 | 2024
Foto: Gerald Herbert | AP
La lista de compañías que utilizan materia prima producida por presos es amplia. Los cereales Frosted Flakes, los hot dogs de Ball Park, la harina Gold Medal, Coca-Cola y el arroz Riceland se producen en parte gracias a ese trabajo.Además de las granjas gigantes, al menos 650 centros penitenciarios de todo el país tienen presos que realizan trabajos como jardinería, cuidado de invernaderos y jardines, cría de ganado, apicultura e incluso piscicultura.
Camiones sin matrícula repletos de reses criadas en prisión que terminan en un matadero localizado en el estado de Texas proveen proteína a las cadenas de suministro de gigantes como McDonald’s, Walmart y Cargill.
Con una “paga” de algunos céntimos la hora –cuando cobran: a veces nada les dan a cambio–, sin garantías de ningún tipo, si a estos presos se les ocurriera negarse a trabajar pondrían en riesgo la posibilidad de obtener libertad condicional o recibir castigos con aislamiento.
La constitución de Estados Unidos no contemplaría a los presos y habilitaría trabajos forzados para algunos de ellos.
Según una investigación que llevó adelante la agencia AP, en 2021 trabajadores involucrados en programas de trabajo para personas privadas de libertad produjeron más de 2.000 millones de dólares en productos agrícolas, ganado y servicios .
Algunos argumentos que calan hondo y que habilitan discursos de odio, sostienen que estas personas están pagando una deuda con la sociedad, que están aprendiendo habilidades que les van a permitir insertarse cuando cumplan su condena. Pero cuando se analizan las condiciones de trabajo, todos esos argumentos se desvanecen.
Ni hablar que estas personas tampoco pueden organizarse en un sindicato.
Mujeres que cumplen condena en el Complejo Penitenciario Estatal de Arizona, llegan a las puertas de un rancho de huevos de Hickman’s Family Farms | Foto: Dario Lopez-Mills | AP
Mujeres entrevistadas por la agencia relataron casos de abuso sexual, a veces por parte de sus supervisores civiles o de funcionarios de las prisiones.
Faye Jacobs, una de ellas, liberada en 2018 tras más de 26 años de reclusión, declaró que la única paga que recibía por su trabajo casi esclavo eran dos rollos de papel higiénico a la semana, pasta de dientes y unas pocas toallas higiénicas cada mes.
«Estás cautiva, a merced de tu carcelero. Recibes lo que te dan y compras lo que te venden”, declaró Romarilyn Ralston, ex reclusa de la Institución para Mujeres de California.
Estados Unidos bloqueó el ingreso de embarques de algodón de China, en teoría porque estaba producido con mano de obra esclava de reclusos. Sin embargo, semillas que fueron cosechadas por prisioneros estadounidenses son parte de la cadena de suministro de compañías que exportan a China.
Existen casos en los que empresas transnacionales compran a terceros que comercializan materia prima que sale de estos centros de reclusión, sin saberlo, pero algunas negocian directamente.
Un recluso de la Prisión Estatal de Ironwood, que no quiso revelar su nombre, reflexionó: “¿Podemos, como cultura, decir que creemos en el perdón y en las segundas oportunidades y, sin embargo, seguir permitiendo que estos procesos queden impunes? Yo digo que no podemos”.
Foto: Keith Calhoun | AP