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Crónica del terror

El sueño americano no tiene final de Hollywood

En las calles de neón de las ciudades estadounidenses, el aire está cargado de un olor pastoso, pútrido: huele a miedo. Un miedo que corta la respiración. Es el miedo de millones de migrantes que, de la noche a la mañana se han convertido en rehenes de una cacería abierta.

Allan McDonald`s – Rel UITA

20 | 3 | 2025


Foto: Allan McDonald`s – Rel UITA

La administración de Donald Trump, con su retórica arrebatada y sus políticas del cuarto Reich, ha declarado una guerra contra quienes, con sus manos y su sudor, han construido una de las economías más poderosas del mundo.

Pero esta guerra no solo amenaza a los migrantes; amenaza también el frágil equilibrio de una nación que, en 2025, podría enfrentar una recesión económica sin precedentes.

El miedo no es nuevo en la vida de los migrantes. Lo conocen desde que cruzaron desiertos, ríos y fronteras, saltando trenes, cruzándose con policías corruptos, asesinos, maras y narcotraficantes, todo solo para buscar un futuro mejor.

Pero ahora, ese miedo tiene un nombre y un apellido y muchas máscaras de rosa encantador, de peluquines dorados y bigotes adolfianos, que comandan la segregación que separa familias, con redadas que se han vuelto más frecuentes y brutales.

Agentes de inmigración irrumpen en fábricas, restaurantes y hogares, arrestando a hombres, mujeres y niños como si fueran criminales.

Para el “agente naranja” no importa cuánto hayas trabajado, cuánto hayas contribuido, cuánto hayas soñado.

Aquí no eres bienvenido. Esta amenaza no solo deshumaniza a los migrantes; también desestabiliza comunidades enteras. Familias viven con el terror constante de que un día, al regresar a casa, encuentren a sus seres queridos desaparecidos. Niños lloran en las escuelas, preguntando si sus padres volverán.

Y los empleadores, muchos de los cuales dependen de la mano de obra migrante, se enfrentan a una escasez de trabajadores que ya empieza a paralizar sectores clave de la economía.

Mas allá de esto, están las estadísticas y las políticas, hay historias de angustia y desesperación.

Historias del miedo diario

María, una madre soltera de Honduras, trabaja limpiando oficinas en Los Ángeles. Cada noche, antes de salir, le dice a su hija: «Si no vuelvo, llama a tu tío».

José, un jornalero mexicano en Texas, esconde a su familia en un refugio improvisado, temiendo que las redadas los alcancen. Y Luisa, una enfermera filipina en Nueva York, vive con la ansiedad constante de que su visa sea revocada, dejándola sin trabajo y sin futuro.

Son el rostro humano de una crisis que arrastra a la decadencia de un imperio que ama la libertad y los derechos humanos, como base de su democracia perfecta que, defiende en el mundo con sus héroes de guerra y sus medallas púrpuras…

En sus guiones de películas claro está, con sus sueños que no tienen finales de Hollywood.