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Trump caza inmigrantes y prepotea países

El patrón del universo

Apenas volvió a la Casa Blanca el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, comenzó a poner en práctica una de sus promesas de campaña: la deportación masiva de migrantes. Y pretende llevarse puestos a quienes le ofrezcan alguna resistencia.

Daniel Gatti

30 | 1 | 2025


Foto: X/Karoline Leavitt/@PressSec

La idea del magnate, según dijo antes de la elección y repitió tras su victoria, es expulsar un millón de “ilegales” por año, de los 11 millones que se calcula que viven en su país, un tercio de los cuales serían mexicanos.

En pocos días desde el 20 de enero, fecha de su asunción, fueron efectivamente embarcados por la fuerza miles de mexicanos, centroamericanos, colombianos, brasileños, venezolanos, haitianos…

Los cazaron por las calles, hasta en hospitales donde se estaban atendiendo.

El Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) anunció redadas sistemáticas en distintas ciudades, que irán cambiando cada semana.

La primera semana empezaron por Chicago, siguieron por Nueva York, luego pasaron a Aurora, un suburbio de Denver, en el estado de Colorado, de mayoría “hispana”.

Su meta, según diversos medios de prensa, sería detener entre 1.200 y 1.500 migrantes por día y deportarlos lo más rápidamente posible.

El pánico entre los indocumentados, de acuerdo a testimonios, informes y denuncias que se vienen acumulando, es mayúsculo: ya ni siquiera van al médico, por miedo a ser delatados y detenidos.

A las redadas hay que sumar toda una serie de medidas que los afectan directamente y que les suprime derechos y protecciones, algunas de ellas de muy larga data.

Y también las condiciones en que son deportados: en aviones militares, esposados y con grilletes, como si fueran peligrosos delincuentes. En esas condiciones han llegado los expulsados a diversos países o pretendía Estados Unidos que llegaran.

Hacer frente

Hubo quienes reaccionaron.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, fue quien con más potencia le hizo frente a Trump.

Petro plantó cara al nuevo amo discursivamente y con medidas concretas que motivaron una sonada tira y afloje que culminó ─aunque el relato promovido desde los medios mainstream (medios hegemónicos) habló de una derrota del sudamericano─ con la aceptación por parte de Washington de que los migrantes fueran trasladados por aviones colombianos.

Los deportados ─unos cientos─ llegaron libres, agradeciendo haber sido “rescatados” de centros de detención estadounidenses en los que los maltrataron y apenas los alimentaron. En su país recibirán ayudas.

El gobierno de Colombia evitó así que sus connacionales deportados recibieran en el avión que los llevaba de vuelta un trato similar al recibido la semana pasada por decenas de brasileños por parte de los agentes estadounidenses que los transportaban en sus aviones militares.

Y ahora Guantánamo

La última de Trump: el miércoles 29 dio la orden de “preparar 30.000 camas” en el campo de concentración que Estados Unidos tiene montado hace décadas en Guantánamo, Cuba, para detener allí por tiempo indefinido a “los más peligrosos extranjeros ilegales”.

El ICE ya maneja en esa base militar un espacio reservado para migrantes, separado del predio en el que mantiene en espantosas condiciones y fuera de todo control a personas originarias de Oriente Medio y Asia secuestradas en el marco de la llamada “guerra contra el terrorismo”.

Según el diario The New York Times, los migrantes llevados a Guantánamo son por lo general cubanos y haitianos interceptados en el mar. Nunca han sido muchos: menos de 40 entre 2020 y 2023.

Si los planes de Trump se concretan serán ahora decenas de miles.

“Lo peor de lo peor, esa gente que es tan peligrosa que no tenemos confianza en que se la queden sus países de origen y no regresen a Estados Unidos”, dijo el presidente, con esa convicción con la que llamó violadores y asesinos a todos los migrantes mexicanos o aseguró, durante la campaña, que los haitianos que vivían en un pueblo de Ohio se alimentaban con las mascotas de los pobres estadounidenses.

Pero no es solo el rubicundo Trump, aunque su bestialidad y su tono ─y el de sus principales asesores y compañeros de ruta─ alcance niveles particularmente altos.

Al otro lado del mundo, en Francia, el liberal primer ministro François Bayrou, habló del peligro de que su país sea “sumergido por la marea humana migratoria”, imitando ideas y formas de la ascendente extrema derecha.

Los aires fascistoides atraviesan fronteras y unifican derechas.