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El auge de la extrema derecha

Vox, la nueva voz del fascismo español

Cuando en la transición democrática se presentó a las elecciones Fuerza Nueva, liderada por el falangista Blas Piñar, y se constató su fracaso electoral, el fascismo español, los franquistas y la extrema derecha se refugiaron en la Alianza Popular de Manuel Fraga y siguieron cobijados en el Partido Popular.

Desde entonces actuaron dentro del mayor partido de la derecha española tratando de influir en sus políticas, y si bien en ocasiones lo conseguían, en general estaban controlados por otras familias ideológicas que convivían en el mismo partido (conservadores, liberales y democratacristianos), alejados de aquella corriente ultramontana pero coincidiendo en los valores.

Los conservadores, liberales y democratacristianos, respondiendo a los intereses, ya en democracia, de la derecha política, económica y social española, para homologarse a sus familias ideológicas europeas y ser aceptados, tomaron distancia de los primeros grupos más extremos.

A algunos de ellos no les fue de todas maneras fácil. Solo hay que recordar la actitud de Alianza Popular en los debates sobre la Constitución o los numerosos artículos que escribieron contra ella, entre ellos el entonces joven José María Aznar.

La extrema derecha del Partido Popular ha decidido emanciparse y constituirse en Vox, un partido ultramontano cuyo sustrato cultural, político e ideológico está profundamente enraizado en el franquismo.

Aunque no ha presentado qué propone en política económica, empleo, sanidad, educación o servicios sociales, ya sabemos con qué ideología van a afrontar estos temas, que son los temas centrales para la España del siglo XXI.

Lo que sí nos van aclarando cada día más son los temas que configuran su ideario.

Y se trata de un ideario profundamente reaccionario y peligroso para la democracia, como claramente se ve en la recopilación que hago al final de este artículo.

Cualquier persona que se sienta demócrata debe de huir de ellos como de la peste. No son una opción democrática sino una opción que nos devuelve a un período de nuestra historia al que nunca deberíamos volver.

Identikit

Recientemente un articulista decía que:

“el votante de Vox es una mezcla de ultraconservadores y ultracatólicos con gente que quieren ejercer un voto de castigo. Quieren darle a la democracia donde más le duele a la democracia. Es una opción con un fuerte componente antidemocrático que puede acabar tiñendo a toda la derecha española. Por todas estas razones y por su ideario son tan peligrosos”.

Entre otras cosas, Vox incorpora como candidatos a generales que justifican la dictadura; quiere legalizar el uso de armas personales como en Estados Unidos; mantiene que el bombardeo de Guernica por la aviación nazi fue una invención; que el franquismo no fue totalitario; y que quienes quieren recuperar a sus familiares asesinados por la dictadura son buscadores de huesos.

Dice que Billy el Niño, torturador de la policía política franquista, no fue un torturador; que el juicio de Núremberg es impugnable porque los líderes nazis eran inocentes y que los judíos exterminados por Hitler murieron por armas de fuego, por actos de guerra, y no gaseados en los campos de concentración.

Piensa Vox que la ley de violencia de género debe derogarse para que los hombres no estén discriminados respectos a las mujeres; son homófobos; acusan al movimiento feminista de “nazifeminismo”; pide acabar con las asociaciones de apoyo a la mujer.

En el Parlamento de Andalucía pidió que el gobierno facilite a la policía y a la Guardia Civil los datos personales de los inmigrantes irregulares para ser expulsados del país. Lo mismo pidió de los hospitales públicos, y con el mismo fin, algo terminantemente prohibido por la Ley.

Muchos de sus militantes y candidatos están vinculados o relacionados con grupos neofascistas o directamente fascistas como Falange Española o Alianza Nacional.

Presume de combatir la “vieja política”, pero su presidente ha vivido siempre de esa “vieja política”, primero en el Partido Popular de Euskadi y después en el Partido Popular de Madrid, amparado por Esperanza Aguirre, una de las líderes más conservadoras del PP.

Vox es algo más que un partido de extrema derecha. En él concurre también la defensa de los principios que sustentaron la dictadura de Francisco Franco.

Las derechas españolas deben aclarar con precisión y públicamente su rechazo a esta opción política. Si no lo hacen serán cómplices de Vox.

Los sectores progresistas y de izquierda tenemos por nuestro lado que enfrentar esta situación con más democracia, con una participación masiva en las elecciones generales, votando opciones de izquierda que pongan freno a esta deriva autoritaria y antidemocrática.