La mujer, conocida como Pepa, de 57 años, no tuvo ni un solo día libre a lo largo de siete años y cinco meses, entre 2008 y 2015, en los que trabajó en el hotel Castillo.
De día era camarera de pisos y de noche recepcionista y dormía en una cama montada en el almacén del establecimiento, sin ventilación y entre los productos de limpieza.
El propietario deberá además pagar a su víctima 3.000 euros de indemnización.
Situaciones como la de Pepa no son raras en el mercado laboral español.
Cada día, los inspectores del Trabajo están obligando a empresas de diversos sectores de actividad a regularizar unos mil casos de fraude o explotación en perjuicio de sus trabajadores y trabajadoras, en particular de la hostelería y el trabajo doméstico.
(Agradecemos el envío de esta información, publicada el martes 25 en el diario digital publico.es al compañero Antonio Ruda).