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50 años en la defensa de las profesiones en la hostelería

El valor de la memoria en tiempos turbios

La democracia en España no fue un regalo, sino el resultado de una lucha y se conquistó a través de huelgas, sacrificios y vidas. Es fundamental recordar y valorar los derechos y libertades de los que hoy disfrutamos, escribe en esta nota uno de los dirigentes sindicales históricos de Comisiones Obreras en el sector de la hostelería y el turismo.

Gonzalo Fuentes

18 | 2 | 2025


Foto: CCOO (archivo)

Al morir el dictador Francisco Franco, en 1975, el panorama general del sector de la hostelería se caracterizaba por jornadas maratonianas sin descanso, en el mejor de los casos con un solo día libre a la semana.

Eran comunes los incumplimientos contractuales, los salarios de miseria completados con porcentajes de servicio poco transparentes, y las horas extras no cotizadas, que a menudo superaban el máximo permitido.

Este 2025, en el que se conmemorarán 50 años de la muerte de Franco, la democracia y las libertades en España, en Europa y en mundo, enfrentan nuevos riesgos.

Por ello, es fundamental recordar y valorar los derechos y libertades de los que hoy disfrutamos.

Aunque una parte de la derecha percibe la memoria histórica con distancia, recordar el pasado es clave para comprender y proteger nuestra democracia.

Un motor

Es importante honrar a quienes lucharon desde fábricas, barrios y trincheras contra la represión franquista.

En este sentido, las luchas obreras, organizadas por los sindicatos de clase y los partidos de izquierda, fueron el motor esencial del cambio democrático en España. Un cambio no exento de imperfecciones, cuyo punto de inflexión fue la convocatoria de las primeras elecciones democráticas el 15 de junio de 1977 y la promulgación de la Constitución de 1978.

Lo mismo ocurrió con los derechos laborales, tanto a nivel general como en la hostelería, sector en el que he trabajado durante más de 50 años, combinando mi labor profesional con mi responsabilidad sindical en CCOO.

Mi generación formó parte de los miles de jóvenes que emigraron desde zonas rurales a las costas mediterráneas, las islas —principalmente Canarias y Baleares—, Madrid y Cataluña, en busca de oportunidades laborales en el auge turístico de los años 70.

La Costa del Sol se convirtió en esa década en el principal destino laboral de la provincia de Málaga.

Lo mismo sucedió en otros enclaves turísticos de sol y playa, donde una gran parte de los trabajadores provenía del ámbito rural y carecía de formación específica.

Aquellas jornadas maratonianas

En este contexto, la primera tarea fue aprender los distintos oficios del sector, de manera autodidacta y con mucho esfuerzo, hasta conformar un plantel de profesionales altamente cualificados.

La segunda fue empezar a organizarnos para mejorar nuestras condiciones laborales, tanto en el ámbito social como económico.

Por aquel entonces, el panorama laboral en la hostelería se caracterizaba por jornadas maratonianas sin descanso, en el mejor de los casos con un solo día libre a la semana.

Eran comunes los incumplimientos contractuales, los salarios de miseria completados con porcentajes de servicio poco transparentes, y las horas extras no cotizadas, que a menudo superaban el máximo permitido.

La afiliación a la Seguridad Social se realizaba de forma irregular, las instalaciones para el personal eran precarias, y la comida proporcionada hasta la firma del primer convenio en 1977 era literalmente bazofia. También era habitual el empleo de menores en turnos nocturnos.

Además, la falta de libertades en general, y de libertad sindical en particular, nos exponía a presiones, represalias y despidos.

Los balbuceos

En 1975, cuando aún nos encontrábamos en la semiclandestinidad, comenzamos a organizar Comisiones Obreras en el sector de la hostelería.

A partir de 1977, iniciamos movilizaciones para transformar la realidad laboral heredada de la dictadura, con huelgas clave en 1977 y 1979.

En aquel momento, los salarios de las plantillas eran extremadamente bajos, basados en las ventas y las propinas.

Gracias a la lucha sindical de los últimos 48 años, se han conquistado numerosos derechos laborales, a pesar de las contrarreformas impuestas por distintos gobiernos, siempre rechazadas con huelgas generales.

Los convenios sectoriales han servido como una mochila de derechos, logrados con gran esfuerzo para garantizar un empleo digno y mejoras en el sector de la hostelería.

Sin embargo, otro problema persistente es el incumplimiento de estos derechos por parte de muchas empresas.

En la Semana Santa de 1992, CCOO y UGT convocamos la primera huelga sectorial de hostelería para exigir un Acuerdo Laboral de ámbito estatal (ALEH).

Otra vez tiempos inciertos

Como resultado de la negociación colectiva, se logró que las camareras de pisos dejaran de estar clasificadas como auxiliares en la extinta Ordenanza de Hostelería y pasaran al grupo de oficiales, un reconocimiento justo a su labor.

A lo largo de estos 50 años, la lucha sindical ha sido clave en la conquista de derechos laborales en la hostelería.

Aunque aún queda camino por recorrer, es imprescindible recordar y defender estos avances para que no se pierdan en un futuro incierto.

(Columna publicada originalmente en El Observador de España -Los intertítulos pertenecen a La Rel)