El Salvador | SOCIEDAD | ANÁLISIS

Dictadores y avasallamiento de la libertad de prensa

¿Una maldición centroamericana?

A 100 años del derrocamiento de José Manuel Estrada Cabrera en Guatemala, ¿cómo explicar que en El Salvador, en un épocas tan distantes, aparezca un hombre fuerte con las mismas características, que pretende salvar el país?
Foto: Gerardo Iglesias

Cada vez más El Salvador se adentra en los caminos de la intolerancia, sin aquilatar aun los peligros de los nuevos fanatismos ni de las posiciones autoritarias, cuando la opinión diferente a la del gobernante es delito, causa de despido inmediato o motivo para la persecución de un medio de prensa.

En este contexto solo sobreviven los aduladores, que a su vez son adulados.

Siempre las dictaduras empiezan eliminando la libertad de expresión.

No es casual que el relator de Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) advirtiera sobre los peligros que se corre en el país en esta materia y que la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES) denunciara a funcionarios del gobierno de Nayib Bukele y al mismo presidente por sus ataques a periodistas, especialmente a mujeres.

No menos alarmante es la concentración de poderes y la eliminación de los órganos judiciales de control constitucional opuestos al señor presidente.

Es interesante que en el discurso oficial a los sindicatos se les da un papel preponderante.

La prensa afín a Bukele destaca que éste se reunió con representantes de los movimientos sindicales para incluirlos en el proyecto de reactivación económica del país.

“Cuando se habla de economía, la gente piensa que hablamos de empresarios, pero el verdadero motor de nuestra economía son los trabajadores”, dijo el presidente.

Pero Bukele es la versión salvadoreña de la dictadura de Estrada Cabrera. Aquel tenebroso personaje también enfrentó en su segundo gobierno una epidemia de viruela y la utilizó a su favor, valiéndose de la prensa.

Poco cambia en esta Centroamérica donde las dictaduras siguen teniendo una aceptación importante y donde los pueblos aún esperan su salvador.