“Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre
Porque se detendría la muerte y el reposo
Tu voz que es la campana de los cinco sentidos
Sería el tenue faro buscado por mi niebla (…)”
Fragmento del Poema “Alta Hora de la Noche”,
Roque Dalton
En horas de la mañana, en el Barrio San Miguelito, en la que fue la casa donde creció el niño y joven Roque, varios artistas y poetas limpiaron, adornaron, decoraron, restauraron, leyeron poemas, y uno de los fundadores del grupo “Yolocamba I ta” interpretó la versión musical del Poema de Amor, uno de los más famosos de Dalton.
Mientras tanto, su hijo, Juan José Dalton, atendía una cita en la Fiscalía General de la República en representación de la familia de Roque, donde fue citado para ampliar una declaración tomada por autoridades hace ya varios años.
Juan José no solo litiga junto a su familia los esfuerzos que buscan la justicia en el caso de su padre.
También lleva un caso propio, como víctima el mismo, de secuestro y tortura por parte del Ejército salvadoreño durante la guerra civil en los años ochenta, cuando era miembro de las estructuras de comunicaciones de la guerrilla y fue capturado herido, junto a un médico y un combatiente internacionalista.
Otro de sus hermanos, conocido como “Roquito”, cayó en combate unos años antes, también como parte de las fuerzas insurgentes.
En diciembre de 2018 la familia Dalton inició una querella en la Corte Suprema de Justicia para reabrir el caso tras varios años de intentar infructuosamente hacer funcionar varias instancias del aparato legal salvadoreño.
La historia de Roque es por demás conocida, pero nunca está de más recordar algunas sus aristas más importantes.
Sus aspectos artísticos fueron variados, su obra no solo es poética, también escribió prosa, novela, ensayo, periodismo, ficción y gran cantidad de manifiestos de carácter político durante sus épocas de activista estudiantil y militante guerrillero.
La que podría ser su última obra es una serie de poemas clandestinos recopilados poco después de su muerte, que circularon mucho tiempo como si fuera anónima, en papel mimeografiado y distribuido por Resistencia Nacional, una de las organizaciones político-militares del FMLN que aglutinó a sus compañeros más cercanos, después de la purga interna en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
Roque fue contemporáneo de gigantes de las letras latinoamericanas como García Márquez, Mario Benedetti, Julio Cortázar, Claribel Alegría, Elena Poniatowska, e interactuó con todos ellos en momentos convulsos para la región, tiempos de dictaduras, guerrillas, golpes de Estado, insurrecciones, levantamientos campesinos y populares.
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Poseía un poderoso carisma y un singular sentido del humor. Según Eduardo Galeano, quien lo conoció personalmente, Roque “hacía reír hasta a las piedras”.
En una figura tan compleja cultural y políticamente, es casi imposible e innecesario separar al Roque artista, poeta, escritor, revolucionario y guerrillero clandestino.
Su figura fue como un crisol, una amalgama, una trenza. Sin embargo, su paso por las organizaciones revolucionarias tuvo una clara estela de compromiso con el análisis político desde las clases sociales, pero en una visión no dogmática y sobre todo comprometida con la crítica y autocrítica como práctica y tradición revolucionaria.
En el Partido Comunista de El Salvador (PCS) sus críticas y reflexiones le costaron el distanciamiento. Cayetano Carpio, secretario general del PCS y luego fundador de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), le reprochaba su insolencia personal y política.
Sin embargo, en Cuba en el círculo de confianza de Fidel Castro, sus opiniones eran sumamente respetadas respecto a la situación no solo en su país sino en Latinoamérica.
Cuando después de varios años en Cuba, regresa al país a inicios de los años setenta a incorporarse al ERP, su carácter se mantuvo intacto, su compromiso con la autocrítica despertó rápidamente escozores y odios personales dentro de la organización.
Según Fermán Cienfuegos (ex miembro del ERP y posteriormente fundador de la RN) quien actúo como su defensor en el juicio sumario, Dalton habría muerto de un disparo en la cabeza propinado por uno de sus compañeros.
Un comunicado del ERP lanzado el 14 de mayo de 1975, día de su cumpleaños, anunció el “ajusticiamiento” sucedido unos días antes, el 10 de mayo, el Día de la Madre.
Tres personas son señaladas principalmente como autores del asesinato, sucedido luego de un juicio sumario que se habría dado en una casa de seguridad clandestina del ERP: Alejandro Rivas Mira, Joaquín Villalobos y Jorge Meléndez.
El primero desertó del ERP luego del asesinato de Roque, huyendo con varios millones de fondos de la naciente organización guerrillera producto de secuestros y asaltos a empresas de la oligarquía. Algunas hipótesis presumen que trabajó con la CIA durante varias décadas en contrainsurgencia.
Joaquín Villalobos, máximo dirigente del ERP hasta el fin de la guerra en 1992, luego de comprometerse políticamente con la derecha salvadoreña rápidamente catapultó su carrera y cambió sus actividades revolucionarias a estudios en Oxford, Inglaterra, para convertirse en consultor en seguridad de gobiernos conservadores latinoamericanos como los de Felipe Calderón en México y Álvaro Uribe en Colombia.
Y Jorge Meléndez, comandante militar de uno de los principales frentes del ERP en los ochentas, acompañó a Villalobos en varios esfuerzos políticos tras la firma de los acuerdos de paz, para después fundar el Partido Social Demócrata (PSD).
Posteriormente, al ser el PSD parte de la coalición electoral junto al FMLN en las elecciones de 2009, una vez llegado al poder Mauricio Funes, fungió como director de Protección Civil desde ese año, hasta la fecha.
Fermán Cienfuegos manifiesta desconocer el paradero del cuerpo de Dalton. Él mismo desertó del ERP luego de la ejecución, y fue objeto de varios intentos de asesinato por sus ex compañeros.
Villalobos, al final de la guerra confesó en una entrevista conducida por Juan José Dalton su participación en el asesinato, pero sin brindar detalles de la localización del cuerpo pues, según él, lo lanzaron en una zona de lava en las cercanías del volcán de San Salvador y habría sido devorado por animales de rapiña.
Dicha versión ha sido cuestionada por varios investigadores y existe la hipótesis que el cuerpo podría haber sido enterrado en una casa de seguridad.
Meléndez niega rotundamente todas las versiones que le vinculan al asesinato de Dalton y dice que algún día escribirá su propia versión de los hechos.
Lo cierto es que ni Joaquín Villalobos ni Jorge Meléndez han actuado compasivamente con la familia de Dalton para poder ubicar el cadáver, ofrecer reparación ante el hecho, o alguna acción que conllevara sanación a sus dolientes.
La familia Dalton ha reclamado también por la falta de apoyo y en cierta medida una actitud de encubrimiento del FMLN a favor de Meléndez, uno de sus principales funcionarios en los 10 años que duraron sus gobiernos.
En momentos que finalizan los gobiernos del FMLN, El Salvador transita por tiempos de incertidumbre, arrastrando casos como el de Roque Dalton, en los que poco o nada se avanzó.
Queda así atrás una oportunidad histórica perdida para la justicia, la verdad y la reparación.
Sin embargo la esperanza no desaparece de la familia Dalton, que con su terco dolor seguirá empujando la búsqueda de la verdad.