El Salvador | SOCIEDAD | ANÁLISIS
Bukele contra la vieja oligarquía
Disputa por la hegemonía
A pesar de controlar todos los resortes del poder político el presidente Nayib Bukele está en una disputa hegemónica con la vieja oligarquía cafetalera, que ha dominado el país durante los últimos 100 años. Ahora hay grupos económicos, incluida la familia Bukele, que quieren usar al Estado para acelerar su proceso de acumulación capitalista, tal como lo hicieron los cafetaleros en el pasado y pretenden seguir haciendo.
David Mena
Imagen: Allan McDonald Rel UITA
Esa disputa pasa por varios escenarios que van generando un mapa de la coyuntura política nacional a través de diversas acciones.
Una de esas acciones fue la decisión de Bukele de sustituir a los magistrados de la sala constitucional de la Corte Suprema de Justicia y al fiscal general por otros funcionarios afectos a él, lo que provocó protestas a nivel internacional.
La nueva encargada de negocios de Estados Unidos, Jean Manes, que cuando fue embajadora dio un espaldarazo político a Bukele, dijo ahora que apoyará la “buena gobernanza” y que espera un estado de derecho, separación de poderes, prensa independiente y libre, una sociedad civil sólida y un sistema judicial confiable, comprometido a luchar contra la corrupción.
Por lo pronto, la Agencia de Ayuda para el Desarrollo de Estados Unidos (USAID) suspendió toda su ayuda a instituciones estatales salvadoreñas y la entregará a organismos no gubernamentales que trabajan sobre transparencia y corrupción.
Bukele rompió por otra parte el acuerdo que había firmado al inicio de su gobierno con la Organización de Estados Americanos (OEA) para constituir la Comisión Internacional contra la Impunidad en El Salvador (CICIES).
La CICIES rechazaba iniciativas gubernamentales como una ley sobre tratamientos médicos que puede beneficiar a funcionarios gubernamentales que podrían haber tenido participación en actos de corrupción y reclamaba que se investigara el uso de fondos públicos en el combate a la pandemia de Covid 19 ante la sospecha de irregularidades.
A Bukele le había molestado además que el secretario general de la OEA, Luis Almagro, contratara como asesor a un ex alcalde de San Salvador que es un adversario político suyo.
La eliminación de la CICIES coincidió con el anuncio de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, durante su visita a Guatemala, el 7 de junio, de la creación de una Fuerza Especial de Tarea Anticorrupción regional que contará con el respaldo de los departamentos de Estado, del Tesoro y de Justicia.
Ese organismo podrá investigar cualquier sospecha de acto de corrupción que “tenga un nexo con Estados Unidos, Guatemala y la región en general”, incluido El Salvador.
Otro punto de la disputa hegemónica tiene que ver con la decisión del presidente de eliminar de las juntas directivas de las entidades gubernamentales autónomas a los delegados nombrados por la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP), con el supuesto de que esos empresarios obtenían información privilegiada sobre proyectos de inversión.
En el segundo aniversario de su gestión, el 1 de junio, el presidente dijo en la asamblea legislativa que la oposición política nunca más regresará al gobierno y que él actuará contra los poderes fácticos y sus órganos del poder ideológico, como los medios de comunicación tradicionales, algunos tanques de pensamiento y diversos organismos no gubernamentales.
Y agregó otro frente de enfrentamiento, esta vez con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otras entidades financieras, al decidir que el bitcoin pase a ser una moneda de curso legal en El Salvador, una medida aprobada, por el contrario, por personalidades y empresas nacionales y extranjeras que tienen negocios vinculados con esa moneda virtual.
Ese tema se inscribe en la lucha por la apropiación de las enormes ganancias que derivan del manejo de las remesas enviadas por los salvadoreños que viven en el exterior, principalmente en Estados Unidos.
La economía salvadoreña está asentada justamente en las remesas.
Se calcula que en 2020 ingresaron al país por ese concepto unos 6.500 millones de dólares. Teniendo en cuenta que los intermediarios reciben, por comisión por envíos, al menos un 4 por ciento, solo el año pasado se apropiaron como mínimo 260 millones de dólares, unos 21 millones mensuales.
Bukele dijo el 24 de junio que quienes envíen remesas en bitcoins no pagarán ninguna comisión.
Los viejos grupos cafetaleros, que fueron dueños de los bancos comerciales creados en los siglos XIX y XX, los vendieron a nuevos socios a principios del siglo XXI.
Ahora esos bancos son propiedad de compañías colombianas, como Grupo Bancolombia y Seguros Bolívar; hondureñas y nicaragüenses, aunque hay en sus juntas directivas personas vinculadas a los viejos grupos oligárquicos.
El volumen de la deuda pública, que supera el 90 por ciento del PIB, se ha convertido en la dificultad mayor para el éxito del gobierno de Bukele.
El presidente ha dicho que para obtener ingresos no aumentará el IVA y no implementará otros impuestos directos que afecten a la población en general.
Si mantiene esa posición, podría intentar obligar a la vieja oligarquía y a los tradicionales grupos económicos a pagar los impuestos que hoy evaden, lo cual le permitiría contar con recursos financieros frescos y reducir la dependencia que ahora tiene de los préstamos internacionales.
También podría intentar cambiar las condiciones estructurales de la competencia capitalista y con eso potenciar la vida económica, afectando los intereses de los viejos grupos familiares.
Si llegara a hacerlo sería un indicador de que la hegemonía ha cambiado en El Salvador.