DERECHOS HUMANOS

Los ciclos colonizadores en Rio Grande do Sul

Enfrentar al latifundio para defender los derechos territoriales indígenas

Los ciclos colonizadores en Rio Grande do Sul

En 1856, el gobierno brasileño oficializó la primera gran reducción de las tierras indígenas en el estado de Rio Grande do Sul. A través de un acto público, se delimitó un área comprendida entre los límites naturales del río Uruguay, al norte, el Passo Fundo, al oeste, el Várzea, al este, y los “Campos de Sarandí”, al sur.
Esta demarcación, que abarca aproximadamente 420 mil hectáreas de tierra, fue realizada con el fin de disminuir las resistencias y los enfrentamientos que los Kaingang mantenían ante la colonización de su territorio.
 
En 1912, ya con el Servicio de Protección a los Indios (SPI) en funciones, el área antes descrita, “reservada” para los indígenas, sufrió una nueva reducción. En su interior fueron demarcadas las tierras indígenas Serrinha, con 11.950 hectáreas, y Nonoai, con 34.950. Las restantes 373 mil hectáreas fueron dispuestas para el avance de la colonización.
 
Entre los años 1950 y 1960 el proceso de colonización avanzó también hacia estas dos tierras indígenas. Serrinha fue abandonada y los indígenas transportados en camiones hacia Nonoai, donde los Kaingang consiguieron por su lado asegurar la posesión de aproximadamente 3.000 hectáreas.
 
Do lo restante, una parte fue transformada en parque forestal estadual y la otra fue tomada por arrendatarios que, posteriormente, recibieron del gobierno de Rio Grande do Sul títulos de propiedad.
 
En este proceso colonizador, los Guaraní, que optaron por no resistir, terminaron totalmente despojados de su territorio, siendo obligados desde entonces a vivir “de favor” en las tierras reservadas a los Kaingang o a la vera de las carreteras que se fueron construyendo en el estado.
 
Los Kaingang, en cambio, siempre opusieron gran resistencia a los colonizadores, lo que obligó al Estado al menos a oficializar las reducciones impuestas a su territorio.
 
Poco a poco los Kaingang fueron recuperando parte de su territorio tradicional. Primero, con la expulsión de los “no-indígenas” de la tierra Nonoai, en 1978, y en los años siguientes con el regreso a la tierra Serrinha y la autodemarcación del territorio indígena Iraí.
 
La Constitución Federal de 1988 potenció las luchas de los pueblos indígenas  por la reconquista de espacios mínimamente suficientes para vivir según sus propias costumbres.
 
Estamos convencidos, sin embargo, que vivimos un momento de la historia en el que los colonizadores, siempre en contubernio con el Estado, están articulados entre sí y empeñados no sólo en quebrar ese proceso de reconquista sino también en implementar un nuevo ciclo colonizador en el ámbito nacional, siguiendo el modelo de lo sucedido en 1856, 1912 y 1950 en Rio Grande do Sul.
 
Mientras tanto, los gobiernos – el federal y los estaduales- buscan enredar a los indígenas en “mesas de diálogo” para mantenerlos “quietos”; al tiempo que los ruralistas presionan de manera compacta y violenta para suprimir los derechos colectivos establecidos en la Carta Magna.
 
Como bien muestra la historia, para garantizar sus derechos territoriales los pueblos indígenas no tienen otra alternativa que la resistencia y el enfrentamiento con el latifundio colonizador.
 
De lo contrario, ya no les quedará “refugio” alguno, ni siquiera a la vera de las carreteras.
 
cimi 20130913-610
Foto: CIMI
Traducción Convenio CIMI-Rel-UITA