Masacre de Curuguaty
Dos cadáveres que le hablan a una justicia sorda y ciega
Tiene cuatro patas, una cola, ladra y odia a los gatos: ¿qué es? Si has respondido: un perro, acertaste, salvo que estés en Paraguay. Aquí lo obvio es invisible. Sólo existe un régimen que impone una hipocresía cruel, la mentira y la injusticia de manera sistemática.
Se dice que en la noche que siguió a la masacre de Curuguaty, los servicios de seguridad abandonaron la zona; no quedó nadie. Algo inexplicable cuando hubo tantos muertos.
Al día siguiente los familiares no aguantaron más y volvieron buscando a sus seres queridos. Y su estupor fue grande porque encontraron otros dos cadáveres de campesinos abandonados en el lugar. Se supone que fueron muertos durante los hechos del día anterior. Y comenzaron a aparecer más interrogantes.
En ambos cadáveres el trazado de algunos disparos no era horizontal ni de abajo para arriba (se suponía que los campesinos ocupaban algunos pequeños altozanos) sino de arriba para abajo, como quien dispara sobre una persona herida que está tendida en tierra. La interrogante es grave. ¿Fueron ultimados con tiros de gracia?
Uno de ellos estaba boca arriba y su escopeta la tenía debajo de la espalda. ¿Un muerto puede esconder su arma, acostándose sobre ella?
¿Será que una o varias personas regresaron de noche y mataron a ambos heridos?
El fiscal Jalil Rachid nada dice de esto. Tiene la idea fija de que los campesinos son los únicos culpables y, antes de investigarlo, los condena.
Pero, sigamos preguntando: ¿se hicieron autopsias a los 17 muertos de Curuguaty?
A los seis policías ciertamente sí se las hicieron. Pero no se ha comunicado con qué calibre de balas los mataron.
De los once campesinos muertos solamente les hicieron la autopsia a dos: los que fueron encontrados en el campo al día siguiente. Nada se sabe de con qué calibre de bala los asesinaron.
Repetimos: el fiscal Jalil Rachid nada dice de esto. Tiene la idea fija de que los campesinos son los únicos culpables y, antes de investigarlo, los condena. Y el juez calla.
Por todo esto el pasado 15 de febrero se les concedió a los dos el “Premio de la Vergüenza”.
¿Existe justicia en el Paraguay?