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Con Rita Robles

Un camino tortuoso que apenas empieza

Un fotoperiodista frente al muro fronterizo curioseó hace algunos años a unos migrantes centroamericanos si iban preparados para el desierto. Se aprestaban a cruzar desde México y adentrarse en Arizona, uno de los cruces más peligrosos. Y ellos preguntaron: ¿cuál desierto? La falta de información es quizás el mayor peligro que acecha a los migrantes a su paso por México, o cuando menos, el que les lleva directamente hacia otros insondables peligros.

Para quienes venimos de Centroamérica, donde todos los países sin excepción pueden cruzarse en autobús o en vehículo en menos de 24 horas, es casi imposible imaginarse lo agobiante qué puede resultar estar en un territorio de tales dimensiones.

La vastedad del paso por México es sin duda aplastante e incomprensible. Y efectivamente, en casi una semana la caravana que partió de Honduras hacia Estados Unidos recién ha llegado a Mapastepec, en Chiapas, apenas un ápice en el mapa de México.

Para entender la situación que enfrenta la caravana de migrantes a su llegada a México La Rel conversó con Rita Robles, enlace en Ciudad de México del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova A.C. una organización ubicada en Tapachula, en la frontera sur, y que hace parte de una red de apoyo a migrantes, el Grupo de Trabajo sobre Política Migratoria.

-¿Dónde está la caravana en este momento?
-En este momento el grueso del grupo se encuentra avanzando desde Huixtla hacia Mapastepec.

Hay mucho desgaste físico en los migrantes, pues han pasado unos días muy duros en la frontera.

El martes 23 salieron las últimas personas del paso fronterizo, donde pasaron cuatro días desde el sábado. Se los trató muy duro, con mucha desconsideración.

Imagínate a toda esa gente en el puente, cuatro días necesitando hacer sus necesidades, mujeres y hombres y muchos niños, a altas temperaturas, bajo el sol y la desesperación.

Ahí comprendes las imágenes de la gente saltando al río Suchiate. Los balseros de la zona, a los que las autoridades de ambos países les impidieron salir, al ver a la gente saltando fueron a asistirles y rescataron a muchos de las aguas.

-¿De cuantas personas estamos hablando?
-Se hizo un censo que logró determinar 7.900 personas, pero es un dato aproximado, creemos que podrían ser cerca de 10.000.

Una parte de ellas está detenida en la Estación Migratoria Siglo XXI, conocida como la Feria Mesoamericana, en Tapachula. Algunos ya han sido deportados, otros han hecho solicitud de asilo, otras personas regresan por su cuenta o con ayuda de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

Nuestra recomendación es que si van a solicitar asilo lo hagan antes de ser detenidos. Y nuestras organizaciones están dando acompañamiento durante todo el camino. Emitimos un boletín informativo diario con los pormenores de la caravana.

-¿Qué experiencia han dejado las anteriores caravanas?
-Son un camino tortuoso. Las primeras se dieron allá por 2014.

Eran más pequeñas: las primeras menos de mil personas y después fueron creciendo año tras año.

Ni los centros de atención a migrantes y albergues de la sociedad civil, ni el mismo gobierno estatal o federal tienen suficiente capacidad para atender tanta gente.

Y además no ha sido prioridad de los gobiernos brindar los servicios humanitarios que la migración demanda.

No todo es xenofobia

Se ha desatado mucha xenofobia a raíz de la caravana, pero también es cierto que la población se ha abocado con una gran solidaridad a dar alimentos, prestar sus baños para que la gente pueda hacer sus necesidades o asearse mínimamente.

En Tapachula, por ejemplo, los migrantes acamparon en parques y los pobladores intentaron de todas las maneras posibles asistirles.

Nos preocupa el hecho de que están juntas tantas personas y eso atrae todo tipo de peligros.

Ya lo presenciamos en el pasado. Polleros (traficantes de personas) y personas vinculadas al crimen organizado y el narcotráfico ven la oportunidad para sus actividades, desde ofrecerles pasarles al otro lado por 8 a 10 mil dólares por persona, hasta secuestrarles para engrosar las actividades delictivas.

Lo más preocupante es que hay niños y niñas, muchos no acompañados.

-Faltan miles de kilómetros hasta llegar a destino. ¿Qué hay de aquí en adelante?
-Nos preocupa la ruta que puede llevar la caravana.

Hay básicamente tres posibles caminos: por el Golfo de México y por el centro es donde hay más acompañamiento, donde puede haber una red de albergues.

Pero por este camino se llega a la frontera con Estados Unidos, a zonas muy complicadas para el asilo o el estatus de refugiados, que es lo que los migrantes buscan, como Texas y Arizona.

La otra ruta es por el Pacífico, para llegar a California, donde hay mejores posibilidades. Sin embargo, por este camino prácticamente no hay acompañamiento de la sociedad civil, y son zonas muy complicadas por el crimen organizado, ya que se pasa por Guerrero, Nayarit, Sinaloa.

Informar, lo más útil

-¿Qué podemos hacer quienes queremos hacer algo? ¿Qué es más útil en este momento?
-Aparte de los diversos esfuerzos de acopio, que siempre son útiles, hay que visibilizar lo que está pasando y dar mucha información a los migrantes.

Por ninguna razón deben irse solos sin saber a dónde van, deben informarse sobre los peligros, que son muchos, y sobre las redes de apoyo de la sociedad civil en el camino.

Nos interesa también comprender cómo surgen estas iniciativas en los distintos países.

Mucha gente nos dice que se han coordinado por redes sociales, pero más que eso nos ayudaría mucho comprender mejor el fenómeno en los lugares de origen, para que nuestras organizaciones puedan estar preparadas para ayudar.


En México, Gilberto García