“Señora Michelle Bachelet: si no fuera por la gente de Pinochet que derrotó a la izquierda en el 73, entre ellos a su padre, hoy Chile sería Cuba, creo que no necesito decir nada más”, expresó en conferencia de prensa el presidente brasileño, ex capitán del ejército de su país y nostálgico de la dictadura instaurada tras el golpe de Estado de 1964.
El padre de las dos veces presidenta de Chile y actual alta comisionada para los Derechos Humanos del a ONU, el general de la aeronáutica Alberto Bachelet, murió en la tortura en 1974, pocos meses después del golpe de Pinochet.
Michelle Bachelet había criticado días antes la política de derechos humanos de Bolsonaro, en particular el aumento de los asesinatos en las favelas desde que el militar retirado asumió el gobierno, el 1 de enero pasado.
En un informe presentado en Ginebra el miércoles 3, la alta comisionada apuntó: “Entre enero y junio de 2019, sólo en Río de Janeiro y Sao Paulo, se nos ha informado de 1.291 personas asesinadas por la policía, un aumento del 12 al 17 por ciento comparado con el mismo período del año pasado”.
Y ello en un contexto de “discursos que legitiman las ejecuciones extrajudiciales y la ausencia de rendición de cuentas”.
En Brasil, dijo Bachelet, “hay una evidente reducción del espacio democrático”.
Bastó para que Bolsonaro sacara a relucir su arsenal habitual y volviera a defender a Pinochet y a justificar su política de mano dura contra la delincuencia.
“Me acusa de que yo no castigo a los policías que están matando mucha gente en Brasil, esa es su preocupación, pero en realidad ella (por Bachelet) defiende los derechos humanos de los vagabundos”, dijo entre otras perlas.
Tiempo atrás Bolsonaro había dicho: “el mejor delincuente es el delincuente muerto”, y afirmado que a los militares que mataran a delincuentes el Estado los protegería.
Su admiración por Pinochet el actual presidente brasileño la manifestó en múltiples oportunidades.
Cuando el dictador chileno murió, en 2006, pidió al gobierno de Lula que enviara a su familia un telegrama de condolencias.
Y en 2015, en un programa de televisión dijo: “Pinochet hizo lo que tenía que hacer. Tenía que actuar de forma violenta para recuperar a su país”. Poco después, afirmó que la dictadura brasileña debería haber imitado a la chilena y matar a miles de personas.
El 31 de marzo, Bolsonaro se convirtió en el primer presidente brasileño de la pos dictadura en conmemorar el golpe de 1964, a cuyos ejecutores profesó siempre una abierta admiración.
En 2016, al apoyar en el parlamento la destitución de la presidenta Dilma Rousseff dedicó su voto al coronel Carlos Brilhante Ustra, un emblemático asesino de la dictadura al que, la entonces presidenta reconoció como uno de quienes la torturaron cuando estuvo presa, en los años setenta.
En Chile, las reacciones ante los dichos de Bolsonaro fueron dispares.
El presidente Sebastián Piñera dijo que no compartía “en absoluto” lo afirmado por su par sobre Michelle Bachelet, “especialmente en un tema tan doloroso como la muerte de su padre», pero respecto a la reivindicación de la dictadura de Pinochet por el brasileño fue mucho más ambiguo.
“Toda persona tiene derecho a tener su propio juicio histórico sobre los gobiernos que tuvimos en Chile en la década de los setenta y los ochenta”, dijo el presidente.
Piñera es, de hecho, un aliado privilegiado de Bolsonaro en América Latina, y un defensor de su política económica, así como de su agenda ambiental, como quedó de manifiesto con los recientes incendios en la Amazonia, cuando, al igual que el estadounidense Donald Trump, respaldó al brasileño ante las críticas que recibía desde todo el mundo.