Dan Gallin, secretario general de la UITA hasta 1997 luego de 29 años de labor, dirige el Instituto Laboral Global (GLI, por sus siglas en inglés).
Al término del almuerzo lo entrevisto para que nos ayude a entender por dónde anda y hacia dónde va el mundo sindical.
-¿Consideraste alguna vez que la ultraderecha y el fascismo ganarían tanto terreno en Europa?
-No. Nunca lo imaginé y en este momento lo que siento es que hay que frenar estos movimientos que huelen a cloacas.
Es urgente frenarlos. Hay un rebrote de antisemitismo y un retroceso de los derechos sindicales, de la protección social y una ausencia de las organizaciones internacionales en el combate a esto.
-Y una ausencia de las izquierdas también…
-La socialdemocracia se desmembró en toda Europa y estos movimientos son una consecuencia de ese derrumbe.
Cuando cayó la Unión Soviética no teníamos una opción de izquierda, entonces pasamos al neoliberalismo y toda Europa del Este influenciada por los soviéticos se tornó neoliberal.
Todos los sindicatos de esa región tienen una estructura estalinista con una política de derecha. Cooptados por la derecha
En la mayoría de los países hay pequeños grupos de sindicatos que intentan reconstruir el movimiento sindical como nosotros lo entendemos, pero son tímidos aún.
En Rusia nuestros aliados son la Confederación Rusa de Trabajadores, dos millones contra los 20 millones afiliados a los sindicatos de Vladimir Putin.
En Rumania son 7 confederaciones, de la cual apenas una es nuestra aliada.
-En la II Guerra Mundial muchos creyeron que venciendo a los nazis se avanzaba hacia el socialismo…
-Es posible. Pero la Segunda Guerra Mundial culminó con un pacto social del cual el movimiento sindical participó del lado de los aliados y se puede decir en ese sentido que se ganó esa guerra, pero terminamos muy debilitados.
El nazi-fascismo diezmó al movimiento sindical, puedo afirmar que fue responsable de la desaparición de una generación entera de sindicalistas, muertos en la guerra o en los campos de concentración, o exiliados que nunca regresaron, etcétera.
Las direcciones sindicales que permanecieron fueron las de tercera o cuarta línea, aquellas que sobrevivieron justamente por no estar entre los principales líderes.
Ahora tenemos un movimiento sindical con 30 años sin combatir, un movimiento sindical sin músculos.
Revertir esto es una tarea ardua pero no imposible y en eso estamos con el GLI actualmente, tratando de recrear un movimiento sindical combativo.
-¿Cuáles son los posibles caminos para refundar el sindicalismo?
-Las escuelas sindicales. La formación permanente de nuevos cuadros en temas políticos y del movimiento social, algo que fue abandonado por los sindicatos y por la izquierda.
Es increíble que nadie combata a la derecha. Es imperiosa la refundación del movimiento sindical, volver a las bases y a la lucha.
-Si logra movilizarse nuevamente, ¿el movimiento sindical va a facilitar que se movilicen las fuerzas de izquierdas?
-El proyecto del GLI es redefinir el socialismo a partir de la realidad sindical.
Ya no la socialdemocracia. No somos revolucionarios ni nada por el estilo. Todos nosotros tenemos antecedentes en ese rubro pero no los utilizamos en este ámbito porque creemos que los antecedentes son los de la Primera Internacional, cuando se fundó el movimiento obrero.
Tenemos una buena recepción de otros grupos, como el de las mujeres, que se vienen sumando al GLI.
La gran esperanza del mundo son las mujeres porque ellas lo entienden todo, son combativas, militantes y menos corrompibles que los hombres.
Son las mujeres quienes tienen un gran poder de movilización que maneja una dinámica de congregación en las calles muy importante.
-Construir nuevos ámbitos de formación de jóvenes parecería ser el camino.
-Sí. Nuestras escuelas apuntan a una población joven. Ofrecemos a los jóvenes un espacio de discusión libre, sin presiones y sin dogmas los problemas que enfrentan y esto ha dado grandes resultados. Ellos están encantados.
La última reunión que tuvimos les repartimos el Manifiesto Comunista, que nadie ha leído. Todo el mundo sabe que existe pero nadie lo lee y es un documento extraordinario y fundamental.
-¿Cómo conectamos la juventud con el futuro, pero manteniendo su raíz en la memoria?
-Hay una necesidad de rescatar la memoria, y conocer la historia es algo fundamental para generar identidad y por eso es importante para el futuro.
Es por la historia que generamos la identidad del momento.
Hemos reformado el sitio web del GLI y me gustaría que fuera una referencia en temas históricos.
-¿Cómo evalúas la última reunión del GLI?
-Muy positiva.
Hemos avanzado en cuanto a que nuestras organizaciones aliadas han tomado conciencia de que el GLI es mucho más que un individuo o una oficina en Manchester, que se trata de una red de seis organizaciones. Somos un movimiento internacional.
También noté que internamente somos fuertes y capaces y eso es muy bueno.
-Y la reunión se hizo en las oficinas de la UITA…
-Sí, y si bien esto no es algo nuevo, porque siempre el Comité Ejecutivo del GLI se reunió en las oficinas de la Internacional, lo innovador fue que en esta ocasión la secretaria general de la UITA, Sue Longley, vino a darnos la bienvenida.
También ha delegado en la figura de Kiril (Buketov) una participación importante.
–En 1995 Enildo (Iglesias) enfatizaba sobre la necesidad de articular los sindicatos con otras organizaciones sociales. Reubicar las organizaciones sindicales para intensificar la lucha.
-Estamos en eso. Espero que no sea demasiado tarde.
Tal vez haya que cambiar las estrategias de lucha para llegar a más gente.
O se hace ese esfuerzo o el futuro de la humanidad será menos Estado, menos protección, más explotación y una represión terrible.
Y también hay que atacar las catástrofes ambientales, producto de un modelo depredador y contaminante que conduce al fin de la humanidad.
No nos queda otra tierra para salvar. Ya no tenemos mucho tiempo para cambiar.
Los plazos se acotan y yo me temo que si seguimos así no vamos a llegar.
-¿De dónde proviene tu energía para seguir luchando?
-Toda mi vida hice esto.
Cuando me jubilé de la UITA creé el GLI y ahora tengo la gran satisfacción de pasar esta responsabilidad a otros.
Ya no voy a participar de más reuniones. Estoy cansado de las reuniones y de los viajes pero voy a continuar activo escribiendo. Para eso no tengo que hacer mucho esfuerzo.
Tengo un amigo historiador que acaba de publicar un libro sobre la política internacional de la AFL-CIO entre los años 60 y 70. En este libro él cita un artículo mío escrito en 1965: “La colonización del movimiento sindical internacional”. Esta es la primera vez que aparece mi nombre verdadero.
Si hubiese firmado eso en aquel momento, no estaría acá para contar la historia ni hubiese sido secretario general de la UITA. Hay una gran satisfacción en sobrevivir: poder contar yo la historia (risas).
-Extrañas el compañerismo y la fraternidad que teníamos antes, el tiempo para disfrutar de un debate, café mediante. Creo que en esto nos quebraron, nos ganó la burocracia.
-Sin dudas.
Hay mucha burocracia, resultado de 30 años de inacción sindical en Europa. De falta de gimnasia sindical.
En la última reunión se trató de cambiar esto, inyectar gente nueva, otras relaciones humanas.
¿Sabes cuál es el gran problema de la izquierda? Que ha perdido el sentido del humor, tan necesario por estos tiempos donde la policía de la bienpensante humanidad acecha.
Camino hacia la parada del tranvía 14 que me llevará de nuevo a Cornavin. En una bolsa me acompaña el ahumado sartén que debo entregar a Javier, en el morral la grabadora con la entrevista a Dan que huele a tierra mojada, a horno de pan.