Colombia | SINDICATOS | BANANO

Una visión exterior sobre el sindicato bananero

Sintrainagro, una historia de éxito de Colombia

En una industria caracterizada por la explotación, Sintrainagro se ha convertido en el sindicato de trabajadores bananeros más fuerte de América Latina, dice en este artículo el sindicalista británico Bert Schouwenberg*.

El 1 de mayo, cientos de trabajadores bananeros del noroeste de Colombia se congregaron en el estadio municipal de Apartadó para celebrar el día internacional de los trabajadores y escuchar a Guillermo Rivera, presidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Agroindustria Sintrainagro.

El dirigente les recalcó entonces la importancia de la unidad para superar los problemas que aquejan a esta industria, de la que dependen tantos en las regiones de Urabá y Magdalena.

Un encuentro así era inconcebible hace 20 o 30 años, cuando la violencia de guerrillas, paramilitares y actores estatales había alcanzado niveles sin precedentes.

En septiembre de 1987 la cifra de trabajadores de fincas bananeras asesinados en el año ya ascendía a 40 y solo en 1995 unos 300 trabajadores perdieron la vida a manos de las facciones en conflicto.

Es entonces poco menos que asombroso que de ese caos de violencia surgiera Sintrainagro y se convirtiera en la fuerza que es hoy, con 22.000 afiliados cubiertos por un único convenio colectivo firmado con Augura, la Asociación de Productores Bananeros de Colombia, y otros 13.000 afiliados de los sectores azucarero, de flores y de palma de aceite.

En una industria caracterizada por la explotación, Sintrainagro se ha convertido en el sindicato de trabajadores bananeros más fuerte de América Latina y las condiciones que ha logrado para sus afiliados contrastan favorablemente con las que deben soportar sus pares en otras partes.

Sintrainagro nació de una fusión de tres sindicatos en 1989 y retuvo el nombre del único de ellos que estaba registrado legalmente y era reconocido por el Estado.

A los otros dos, Sintagro y Sintgrabanano, se les había quitado la personería jurídica luego de largas huelgas en las que participaron miles de trabajadores y ello llevó a que en 1985 se firmaran 127 convenios distintos con las patronales.

Durante los años de violencia que siguieron, los empleadores se fueron dando cada vez más cuenta de que si querían que sus negocios sobrevivieran, la paz en la industria no podía lograrse a punta de fusil paramilitar.

Aunque gran parte del patrimonio agrícola de Colombia fue sacrificado en el altar de un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, debido al cual los productores nacionales de cultivos básicos fueron diezmados por importaciones subsidiadas, el sector bananero ha crecido a un ritmo acelerado.

Cerca de 34.000 de las 50.000 hectáreas cultivadas están en Urabá y Colombia es el cuarto exportador más grande del mundo, destinando un 90 por ciento de su cosecha a los mercados de la Unión Europea y Estados Unidos.

Un elemento clave para el éxito de Sintrainagro es que ha logrado sacar a los trabajadores de las condiciones de miseria en la que vivían en los campamentos dentro de las fincas, trasladándolos a zonas urbanas donde inicialmente ocuparon terrenos y luego obtuvieron títulos de propiedad.

La creación de fondos conjuntos para la provisión de vivienda, educación y salud es una parte esencial de la estructura de negociación del sindicato.

“Sindicalismo social”
Falsas acusaciones de amarillismo

En Apartadó, los afiliados tienen acceso a atención médica de última generación en instalaciones que son propiedad en un 50 por ciento del sindicato, sus hijos pueden asistir a una escuela subsidiada con fondos de Sintrainagro y muchos viven en edificios nuevos de apartamento.

El llamado “sindicalismo social” va más allá de la negociación salarial y atiende las necesidades más amplias de las comunidades de los trabajadores, cooperando con los empleadores y las autoridades municipales en una sociedad que es de las más desiguales de América Latina.

Los críticos de los logros de Sintrainagro lo acusan de ser un sindicato “amarillo”, es decir, una organización controlada por los productores bananeros y sus patronales, lo cual es un cargo difícil de fundamentar ya que el sindicato sigue dispuesto a tomar medidas de huelga indefinida para apoyar sus reclamos.

De hecho, su estrategia de negociación se basa en la cooperación con la patronal dentro de los parámetros establecidos en un contrato o convenio que se logra con esfuerzo cada dos años en el marco de una de las mejores tradiciones de negociación colectiva libre.

La CUT reconoce a Sintrainagro como el sindicato representativo de los trabajadores agroindustriales, pero eso no ha impedido que una de sus organizaciones miembro intente sabotear su acuerdo robándole afiliados y planteando reclamos poco realistas a sus empleadores, a veces con el apoyo de ONG europeas bien intencionadas que parecen estar desinformadas respecto de las relaciones laborales reinantes.

Con la segunda ronda de elecciones presidenciales prevista para el 17 de junio en el marco de un frágil acuerdo de paz que amenaza con desmoronarse ante la incapacidad o falta de voluntad del gobierno para cumplir con sus obligaciones hacia los combatientes desmovilizados, no es momento de sembrar discordia entre los trabajadores organizados que representan un destello de esperanza en un panorama por lo demás poco alentador.

La producción de monocultivo bananero está muy lejos de ser lo ideal, pero por lo menos está dando empleo relativamente bien remunerado a decenas de miles de personas en una de las zonas más problemáticas de Colombia.

Las drogas encontradas recientemente en cajones de fruta destinados a España han complicado las cosas para la industria y el hecho debería servir para respaldar al Ministro del Interior en su llamado a unirse para superar tales dificultades y avanzar.

Solo cuatro integrantes del comité ejecutivo original de Sintrainagro se salvaron de correr la misma suerte que los 1.300 que murieron asesinados desde que se creó el sindicato.

Y este diciembre se cumplirán 90 años de la peor masacre de la turbulenta historia de la industria bananera colombiana: la matanza de más de mil trabajadores de la United Fruit y sus familias en Ciénaga, cerca de Santa Marta, sobre el Caribe.

Las iniciativas de Sintrainagro merecen ser reconocidas y apoyadas por el movimiento obrero británico si es que no queremos volver a esos tiempos nefastos.


*Encargado de relaciones internacionales de GMB (Confederación de Trabajadores de Gran Bretaña).
Nota del Editor: Esta nota fue publicada originalmente en Morning Star (https://morningstaronline.co.uk/article/sintrainagro-colombian-success-story#.Wxg4YVAzeeE.twitter)