Con Mario Agudelo
La historia de sacrificio y padecimiento de Sintrainagro y sus miembros, la necesidad de que obtengan una reparación en el marco de los esfuerzos actuales por consolidar la paz y recuperar la memoria son centro de esta entrevista con Mario Agudelo, querido compañero, ex guerrillero, alcalde de Apartadó y diputado que también padeció en carne propia la violencia que todavía desangra a Colombia.
Gerardo Iglesias
11 | 07 | 2019
Mario Agudelo | Foto: Gerardo Iglesias
-El año pasado hablábamos de recuperar la memoria del sindicato, una memoria impresionante, cruzada por la violencia y también por mucha lucha y valentía. Aquella idea parece que está tomando cuerpo…
-Cada día el tema de la memoria va cobrando una importancia fundamental, en parte por la coyuntura que atraviesa el país tras el acuerdo de paz entre el gobierno nacional y las Farc que ha creado unos espacios de justicia transicional como la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
El país quiere saber qué ha pasado en todos estos años de conflicto armado, y las víctimas deben estar en el centro de estos ejercicios.
En ese marco cobra una gran importancia la historia de Sintrainagro, no solo por sus logros sino también por los daños que sufrió colectivamente y sus afiliados en lo individual, por haber sido el sindicato más victimizado en la historia del país.
-¿Esa reparación debe ser también económica?
-La reparación es integral. Tiene unos componentes importantes desde el punto de vista simbólico, pero también debe ser económica y material por los perjuicios sufridos.
Cuando hablamos der reconocer víctimas, nos estamos refiriendo a miles de personas. Por eso es que hay que darle una gran trascendencia a este tema y al rol que deben asumir hoy tanto el sindicato como quienes estuvimos en el proceso de paz anterior motorizado por Esperanza, Paz y Libertad.
-Decías que si el sindicato no realiza un esfuerzo de recuperar su historia, de hacer saber a los nuevos afiliados lo que ha sucedido, se corre el peligro de que esa historia sea tergiversada y Sintrainagro pase de víctima a victimario.
-Sí, porque no podemos soslayar que en estos asuntos de memoria hay una fuerte carga ideológica.
A partir del año 1991 hay una pretensión de ciertos sectores políticos y organizaciones no gubernamentales de estigmatizar la historia del sindicato y sus procesos.
Particularmente se buscó satanizar los cambios que se dieron a comienzos de los noventa, que implicaron la transformación de la cultura sindical, la construcción del nuevo tipo de relaciones obrero-patronales, dando paso a un modelo que implica entender la importancia de la herramienta de la concertación para evitar que cualquier conflicto laboral desembocara en violencia.
Esa civilización de las relaciones tuvo como marco de referencia el respeto a los derechos humanos, a los derechos laborales y sindicales y a las conquistas sociales de los trabajadores.
-Siempre me pregunto, padeciendo tanta violencia, tantas muertes, ¿cómo sobrevivió Sintrainagro?
-Desde la década de los ochenta este sindicato tiene una historia de mucha valentía, de mucha capacidad de resistir a la violencia.
No es fácil entender cómo, a pesar de esa adversidad, de esa violencia feroz que sufrió, no solamente se mantuvo como estructura sino que fue capaz de seguir luchando por sus reivindicaciones y logrando objetivos muy importantes en temas económicos y sociales, y también en temas de democracia, de libertades políticas.
Ha sido un sindicato que logró construir identidades muy fuertes con una base social que se sintió reflejada en la organización aun no siendo bananero. Sus locales se convirtieron en puntos de encuentro y de construcción ciudadana.
Sintrainagro ha sido, en definitiva, un elemento de resistencia civil.