-¿De qué sector vienes?
-Del magisterio, y siempre trabajé en el tema de derechos humanos. Mi trabajo sindical lo desarrollé en diversas empresas el departamento de Antioquia, de donde soy oriundo.
Fui presidente del sindicato de maestros y maestras de ese departamento y también presidí el Comité por la Defensa de los Derechos Humanos Héctor Alar Gómez. De 2010 a 2018 formé parte del comité ejecutivo de la Fecode, una federación que agrupa a más de 250.000 maestros y maestras de todo el país.
Debido a mi trayectoria sindical me plantearon formar parte de la dirigencia de la CUT y en este momento me eligieron para dirigir el departamento de investigaciones y proyectos de la central.
-¿Cómo lo llevas…?
-Eso es otro cuento (risas).
Es otra perspectiva, desde ahí hay otra mirada del país, del movimiento obrero y social y sobre el tipo de relación que debe existir entre las organizaciones de tercer grado y las de segundo y primer orden en el movimiento sindical.
En ese sentido tengo una sensación de que algo se pierde en el medio. Las relaciones se deterioran entre la cúpula y las bases.
Todavía no pude adentrarme plenamente en este proceso porque es bastante complejo y lleva tiempo.
Estamos inmersos en un proceso de discusión en el mundo laboral y tenemos una mejor comprensión de la relación tripartita gobierno, empresarios, trabajadores. Por ejemplo sobre las nuevas tendencias del mercado laboral, las nuevas visiones que se trazan para el movimiento social, entre las que se encuentran los objetivos para el desarrollo sostenible para 2030.
Creo que se trata de una instancia bien interesante, mirar bien esos objetivos y desde otra perspectiva que ya no es sólo la de nuestro gremio sino una más global.
-¿Cómo es militar por los derechos humanos en un país complicado como Colombia?
-La militancia en derechos humanos me enseñó algo importante y que trato de aplicar en mi vida cotidiana. Se trata de la defensa de los derechos fundamentales de los seres humanos, de los trabajadores y su relación con la defensa del ecosistema y del medioambiente. Un compromiso y una agenda más amplia.
Y recalco esto porque se tiene la idea de que la defensa de los derechos solo es posible si se trata de los humanos, cuando en realidad el medioambiente también tiene derechos fundamentales.
Si tenemos trabajo en detrimento de los bienes comunes y el ambiente no hay equilibrio, no hay felicidad.
-¿El movimiento obrero debe abrir nuevos espacios para el encare de estos temas?
-Todos los que hemos sido formados en la izquierda, sobre todo la revolucionaria, vemos las cosas más allá de los estatutos de las organizaciones.
Necesitamos mirar integralmente las cosas, y los derechos humanos tienen un fundamento en la base del respeto del ecosistema y el medioambiente.
Y ahí entra la cuestión de cómo tratamos el tema del carbón, del petróleo, del fracking, qué hacemos con los monocultivos, los agrotóxicos, la concentración de la tierra, cómo abordamos todo esto con el gobierno, los empresarios y los trabajadores.
Son miles las situaciones donde es necesario dar una discusión, un debate y para eso es necesario un sindicalismo formado, con visión y enfoque.
Si existe esa posibilidad de que se hable de desarrollo sostenible como manera de llegar a un equilibrio entre derechos fundamentales y derechos de la naturaleza podemos llegar a ganar.
De lo contrario, la tendencia es a empeorar mucho. Muchos estudios demuestran que con los modelos económicos invasivos y depredadores actuales no sobreviviremos más de cien años.
En Cartagena, Gerardo Iglesias