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Hambre más, hambre menos, pero hambre

El gobierno de Iván Duque protestó ante la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) por haber incluido a Colombia entre los 25 países en riesgo de hambruna en el corto plazo. Oscar Gutiérrez Reyes, director ejecutivo nacional de Dignidad Agropecuaria Colombiana, dice en la siguiente nota que, básicamente, la FAO tiene razón.
Imagen: Carton Club

El informe “Puntos críticos de hambruna, alertas tempranas sobre inseguridad alimentaria”, que incluye a Colombia “como el único país de Sudamérica con riesgo alimentario para 2022” llenó de indignación a la vicepresidencia de la República y al mismo presidente Duque.

El gobierno de Duque exigió revisar la inclusión de Colombia, los parámetros que permitieron la misma, además de pedir que se revisaran políticas oficiales aplicadas que admitían concluir que el país no tiene riesgo de caer en inseguridad alimentaria.

Ante las exigencias, la FAO dio las explicaciones necesarias, corrigió lo escrito y señaló que de lo que se trataba era de hacer caer en cuenta que, en determinadas regiones y poblaciones de la geografía nacional y entre los migrantes venezolanos se presentan situaciones que pueden, eventualmente, llevar a inseguridad alimentaria.

Lo que quería hacer la FAO era un SOS sobre una realidad que campea en extensas zonas tanto urbanas como rurales de Colombia.

Independientemente de las consideraciones del gobierno nacional y de sus reclamos y de las respuestas llenas de diplomacia de la FAO, lo que debe indagarse y aclararse es si es cierto o no que amplísimas capas de la población están en inseguridad alimentaria, en subalimentación diaria y en profundas deficiencias alimentarias.

Es decir, definir si estas poblaciones están en graves dificultades para alcanzar una dieta básica que les permita gozar de una alimentación suficiente, segura y nutritiva que cumpla parámetros mínimos de seguridad alimentaria y nutricional.

Qué es seguridad alimentaria

Veamos las cifras del DANE y algunos conceptos sobre seguridad y soberanía alimentaria y nutricional que nos permitan saber si, más allá de la alharaca oficial, lo que tenemos, realmente, es un país mal alimentado, con elevados déficit de nutrientes y de calorías y con una población mal nutrida.

Según el Instituto de Nutrición para Centroamérica y Panamá (INCAP), la seguridad alimentaria nutricional “es un estado en el cual todas las personas gozan, en forma oportuna y permanente, de acceso físico, económico y social a los alimentos que necesitan, en cantidad y calidad, para su adecuado consumo y utilización biológica, garantizándoles un estado de bienestar general que coadyuve al logro de su desarrollo”.

En la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996 en Roma, la FAO determinó que la seguridad alimentaria “a nivel de individuo, hogar, nación y global se consigue cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objeto de llevar una vida activa y sana”.

En esa misma cumbre, dirigentes de 185 países y de la Comunidad Europea reafirmaron “el derecho de toda persona a tener acceso a alimentos sanos y nutritivos, en consonancia con el derecho a una alimentación apropiada y con el derecho fundamental de toda persona a no padecer hambre”.

Estos tres párrafos permiten, con toda claridad, darle marco conceptual a la esencia de la discusión que sobre la seguridad alimentaria y nutricional se da, a lo largo y ancho del mundo y que tiene en los reclamos del gobierno Duque su sustento nacional.

Las cifras colombianas

Es claro que Colombia está lejos, muy lejos, de alcanzar la meta propuesta por más de 185 naciones del mundo sobre seguridad alimentaria y nutricional.

Pero si estos conceptos no son suficientes para ilustrar la realidad que vive nuestra población, apoyémonos en las cifras más recientes del DANE sobre lo analizado en este artículo.

El 25 de enero pasado el DANE publicó la Encuesta Mensual de Pulso Social, que ha buscado “tomarle el pulso” a la sociedad colombiana desde el inicio de la emergencia generada por el Covid-19.

Estos fueron los principales hallazgos sobre seguridad alimentaria para el período de diciembre de 2021:

1. El 69,1 por ciento de los hogares consumió tres comidas diarias. Esto quiere decir que, con relación a 2020, menos colombianos comieron tres comidas diarias. La cifra anterior fue de 70,6 por ciento, es decir 1,5 puntos más.

2. Aumentó el porcentaje de hogares que consumió una o dos comidas diarias (es decir, menos de las necesarias). Los hogares colombianos que consumieron solo una comida diaria pasaron de 1,8 por ciento en 2020 a 2,8 por ciento en 2021. Y en cuanto al consumo de dos comidas diarias se pasó del 27,4 por ciento en 2020 al 27,9 por ciento en 2021.

3. Se mantuvo la cifra de hogares que manifestaron consumir menos de una comida al día en 0,3 por ciento de los hogares colombianos.

4. En Cartagena y Barranquilla dos de cada tres hogares no consumen las tres comidas diarias. No requiere demasiada explicación.

Según el DANE, entre octubre y diciembre de 2021 solo el 31 por ciento de los hogares de Cartagena reportó haber comido tres o más comidas diarias. Eso quiere decir que en el 69 por ciento de los hogares se ingirieron dos comidas al día o menos.

En Barranquilla el 33,9 por ciento de los hogares consumieron tres o más comidas diarias entre octubre y diciembre de 2021. En el mismo periodo de 2019, el 76,7 por ciento de los hogares barranquilleros manifestó consumir tres o más comidas diarias.

Conclusión: vergüenza, mucha vergüenza, debería darle al gobierno nacional y al presidente Duque andar pidiendo rectificaciones a la FAO cuando lo evidente es que hay hambre, mucha hambre en los hogares de millones de colombianos.


(La Rel reproduce lo esencial de esta nota. Los subtítulos son de La Rel).