Presidente de la República de Chile
Sebastián Piñera

Señor Presidente:

Manifestamos nuestra honda preocupación y rechazo acerca de la situación que se vive en Chile desde hace varios días.

Decenas de miles de personas han salido a las calles este fin de semana en Santiago y otras ciudades de su país.

De esas jornadas de protesta, los medios de comunicación y los sectores del poder político y económico han destacado, fundamentalmente, las escenas de violencia, las barricadas, los incendios, los saqueos.

También que las movilizaciones fueron únicamente debidas a un aumento de las tarifas del Metro de Santiago.

Ignoran deliberadamente que las protestas sobrepasaron ampliamente ese catalizador inicial y que expresan un hartazgo generalizado de la sociedad chilena ante abusos de todo tipo, y que la violencia que pautó a algunas de las movilizaciones –que por supuesto condenamos– va mucho más allá de reacciones de «locura» o de vandalismo.

No en vano se producen en barrios pobres. No en vano lo que piden los manifestantes es «dignidad» y que los gobernantes tengan en cuenta sus necesidades.

La chilena es una de las sociedades más desiguales de América Latina. No es sólo producto de su gobierno: viene de muy lejos, de la época de la sangrienta dictadura de Augusto Pinochet, pero los correctivos que se han aplicado desde la restauración democrática, aunque han aliviado algunos de los extremos más insultantes, no han resuelto ni por asomo esos desequilibrios.

El «modelo» económico que usted tanto defiende y que tanto elogian los sectores más poderosos en todo el mundo, está basado en una concentración extrema de la riqueza y en altos niveles de explotación de la mano de obra.

En su país, dos tercios de los trabajadores y las trabajadoras laboran al menos 45 horas semanales y la mitad ganan menos de 570 dólares mensuales, la tercera parte de lo que necesitarían para afrontar un costo de vida similar al de muchos países de Europa occidental con un PBI al menos dos veces superior.

Un 50 por ciento de los jubilados cobran pensiones de unos 245 dólares mensuales, y los jóvenes, para poder estudiar, deben endeudarse hasta niveles poco creíbles. Recordemos que la línea de la pobreza para una familia tipo ha sido establecida en el equivalente a unos 690 dólares.

Se calcula por otra parte que casi 12 millones de los 14 millones de chilenos mayores de 18 años están endeudados, y más de un tercio no pueden pagar esas deudas.
Paralelamente, el 1 por ciento más rico de la población acapara el 33 por ciento de los ingresos globales.

Como lo hicieran en 2011 los estudiantes y en 2016 las movilizaciones de rechazo a los fondos de pensión, otras franjas de la población chilena están protagonizando actualmente una protesta social de gran magnitud.

Más allá de sus excesos, ponen de manifiesto un malestar social sumamente profundo que la feroz represión desatada por los Carabineros y otras fuerzas de seguridad, no podrás más que agravar.

Tanto la Rel UITA como el Movimiento de Justicia y Derechos Humanos de Brasil (MJDH), expresamos nuestra solidaridad con los reclamos de equidad, igualdad y respeto que formulan los manifestantes y que están en la base de sus protestas, al tiempo que condenamos la violencia represiva que criminaliza de forma brutal la protesta social.

Atentamente,

Norberto Latorre
Presidente Rel UITA

Gerardo Iglesias
Secretario Regional UITA

Jair Krischke
Presidente MJDH

Montevideo, 22 de octubre 2019