El síndrome de la Wallace Hartley Band

“A este barco no lo hunde ni Dios”, dicen que dijo el avezado marino inglés Edward J. Smith cuando por primera vez vio en los astilleros Harland & Wolff, en Belfast, a aquella mole de acero que guiaría como capitán en su travesía inaugural entre el puerto inglés de Southampton y Nueva York. Era el Titanic.