Se puede hallar un crisol de causas en cada uno de los desastres ambientales, pero hay una que siempre es dominante: los intereses económicos. Así como las guerras son un negocio para algunos, las catástrofes ambientales también lo son, y a menudo para los mismos. Fingen ignorancia, se escudan detrás de “principios tradicionales”, o simplemente, actúan desembozadamente. Hasta que un trabajador, una trabajadora, pone los puntos sobre las íes. Los incendios en Australia no son la excepción.
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