Mientras el sector agroalimentario es considerado esencial, millones de trabajadores y trabajadoras arriesgan a diario su salud y hasta su vida. Muchos laboran sin equipos de protección, sin la aplicación de protocolos de bioseguridad y cada vez más desprovistos de una legislación laboral que los ampare. Van desnudos de derechos, sin piel que los proteja, como las cebollas antes de ser cocinadas. Algunas organizaciones comprendieron que es hora de tejer alianzas, articular capacidades y coordinar acciones, para no ser fritados en el rancio aceite del neoliberalismo.