Con Sergio Poletto (primera parte)
que Europa prohíbe, pero fabrica y exporta
Sergio es vicepresidente de la Federación de Trabajadores Asalariados Rurales de Rio Grande do Sul (FETAR-RS), Brasil. Trabaja incesantemente recorriendo plantaciones y cultivos de su zona de origen, Vacaría, y de todo el estado. Una zona de fuerte presencia de la soja, pero también de frutas. En esta primera parte de la entrevista que mantuvo con la Rel, aporta una visión general de cómo se impone el uso masivo de agrotóxicos en detrimento de la salud de trabajadores y trabajadoras, e incluso de sus hijos.
Carlos Amorín
25 | 2 | 2025
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Sergio Poletto | Foto: Archivo personal
—Estás desarrollando un trabajo muy importante y comprometido con el tema de los agrotóxicos que se están utilizando actualmente en el campo brasileño, en la producción. ¿Podés aportar una visión general de cuál está siendo la situación con respecto a eso?
—Desde que se creó la Federación de Trabajadores y Trabajadoras Asalariadas Rurales de Río Grande do Sul hubo, sí, una preocupación nuestra por trabajar fuertemente esta cuestión del uso indiscriminado de agroquímicos.
Río Grande do Sul tiene más de 200 mil asalariados rurales y, en todo Brasil hay más de 4 millones. Estos son los directamente afectados por el uso de agroquímicos. Muchas veces se habla de los problemas que los agroquímicos traen para el medio ambiente, para la alimentación y tal, pero no se enfoca suficientemente sobre la salud de los trabajadores, de las consecuencias que acarrean los agroquímicos para la salud de los trabajadores.
Entonces, con la instauración de la Federación, allá en 2015 creamos un Departamento de Seguridad y Salud dentro de la organización. Desde entonces tengo esta misión de coordinar este Departamento, de ser su coordinador y responsable.
—Brasil es uno de los mayores consumidores de agroquímicos del mundo.
—Y además consumimos agroquímicos prohibidos, principalmente en la Unión Europea. Pero nosotros aquí los usamos. Entonces, estas empresas que allá fabrican agroquímicos que no usan, los envían aquí a Brasil, y nosotros los aplicamos masivamente.
En muchas regiones de Brasil despertamos por la mañana respirando agroquímicos y comiendo agroquímicos en el desayuno, a la hora del almuerzo y a la hora de la cena.
Tenemos datos científicos de que ya están siendo encontrados residuos de agroquímicos en la propia leche materna. Son datos alarmantes, y a veces pensamos que no vamos a poder parar con el uso de agrotóxicos, pero, al menos, podemos lograr reducir drásticamente su uso.
Este tema nos preocupa mucho, tal vez no por nosotros, que ya tenemos el cabello blanco, con la barba ya blanquecina, pero sobre todo con nuestros hijos, nuestros nietos y el futuro de nuestro país.
Porque hay mucho pesticida en el suelo, en las aguas, y lamentablemente en los últimos gobiernos hemos visto una liberación muy grande de nuevos químicos.
No hay control, no hay investigación, no hay prácticamente nada hecho sobre estos productos. Simplemente los fabricantes piden su liberación y el gobierno libera.
—¿Ustedes han detectado una afectación directa a la salud en trabajadores y la población en general?
—En algunas de nuestras regiones del estado de Rio Grande do Sul tenemos altos índices de personas con cáncer, muchos niños naciendo con síntomas de autismo.
Por ejemplo, estamos haciendo en algunos municipios, como el de Vacaría, una investigación que será publicada en los próximos meses sobre niños con autismo comprobado por los médicos.
En la mayor parte de esos casos tanto el padre como la madre trabajan directamente con agroquímicos.
Hemos participado en el Foro Gaúcho de Impacto de los Agroquímicos, del Foro Nacional de las Comisiones de Salud y Seguridad discutiendo este gran problema de las intoxicaciones, de las no notificaciones por parte de los médicos, que es donde el trabajador termina llegando cuando está intoxicado.
Es un problema grave, es un problema serio en todo Brasil.
—¿Los médicos no tienen la formación adecuada para detectar y tratar estas intoxicaciones?
—La formación sí la tienen. La Comisión de Salud y Medio Ambiente del Foro Gaúcho de Impacto de los Agroquímicos hizo un análisis en Rio Grande do Sul sobre los que llamamos “municipios silenciosos” porque no registran ninguna notificación de los médicos sobre intoxicaciones.
El Foro Gaúcho notificó a esos municipios, y la respuesta fue que los médicos no quieren involucrarse. Muchos relatos que vinieron de las propias secretarías municipales de salud explicaban que a menudo el médico es un productor rural, o tiene conexiones con la pecuaria, o con las casas comerciales que venden los agrotóxicos. En todo Brasil ocurre lo mismo.
Siempre reclamamos que las facultades de medicina impartan una formación adecuada a los alumnos, pero sabemos que quienes asisten a esos cursos provienen de los sectores más acaudalados. Ellos no quieren proteger a quienes trabajamos en el campo y enfrentarse con su medio social.
—Mencionaste que participaste, como Federación, en un foro nacional sobre este tema. ¿Qué recordás de las conclusiones más importantes que surgieron en este foro?
—La Cámara de Diputados del estado de Ceará, en el nordeste del país, aprobó en 2019 la Ley Zé María do Tomé que prohibía la aplicación aérea de agrotóxicos. Pero recientemente fue derogada.
El poder económico del agronegocio es muy fuerte. Aquí en Rio Grande do Sul también tuvimos varios episodios donde grandes empresas del agronegocio aplicaron agrotóxicos vía aérea, y acabaron con la producción orgánica de varios emprendimientos.
Hicimos denuncias, se abrió un proceso judicial que, finalmente, terminó en nada. Y ellos continúan haciendo aplicaciones aéreas. Actualmente varios estados tienen proyectos de ley para levantar la prohibición de las pulverizaciones aéreas de agrotóxicos que a menudo se hacen con drones.
—¿Los trabajadores no usan protección?
—El asalariado rural es un empleado, y muchas veces el patrón le manda aplicar el agrotóxico sin implementos de seguridad como mascarillas, overoles, botas y el trabajador, para no perder el empleo, lo hace… y la intoxicación vendrá después.
—¿El cambio de gobierno reciente no ha mejorado las cosas?
—Al principio teníamos una expectativa de que con el gobierno de Lula podríamos detener la liberación de estos agrotóxicos.
Pero en todos los ámbitos estaduales y nacionales que tratan este tema, inclusive del Consejo de Foros Estatales, que es el Foro Nacional, diría que hay desmotivación respecto al tema, porque también con el gobierno de Lula continúa la liberación de estos agrotóxicos.
El gobierno de Ceará, por ejemplo, es del PT, y fue el que sancionó el fin de la aplicación de los agrotóxicos por vía aérea. Pero ahora fue él mismo que envió a la Asamblea Legislativa la derogación de la prohibición de las aplicaciones de agrotóxicos por vía aérea.
Estamos viendo la gran presión del agro sobre el gobierno de Lula para mantener esta liberación de los agrotóxicos y, lamentablemente lo está logrando.
Mientras manteníamos la entrevista, Sergio pidió una interrupción pues debía atender algo urgente. Unos minutos después, al regresar, su relato posterior fue escalofriante…
—Es que hay un grupo de Argentina que está aquí desde hace algunos días y que estamos protegiendo como víctimas de trabajo análogo a esclavo. Estos tres chicos huyeron de una contratista, una mujer, que incluso los golpeó y los amenazó con un arma, y los hemos puesto bajo nuestra protección.
Recién ha llegado el personal de fiscalización del Ministerio del Trabajo, a quienes vamos a pasarles el caso para que vean si pueden atrapar a esa mujer, porque es bastante terrible.
A mí ya me amenazó dos o tres veces. Dijo que quería encontrarme en la calle un día para darme una lección de moral. Entonces, tengo que cuidarme también.
—Se escapó de la Edad Media….
─Es terrible, anda armada. Dicen los chicos que los golpeó, que huyeron y tuvieron que dejar toda su ropa allí. Hace 30 días que están trabajando con ella, y no han recibido absolutamente nada. Les ha llegado a cobrar 25 reales (ndr.: casi 4,5 dólares) por una lata de Coca Cola porque no tenían acceso a agua potable. ¡Qué locura!
—¿Llegan habitualmente muchos trabajadores zafrales argentinos?
—Debe hacer unos dos o tres años que vienen. En este momento son entre 3.000 y 4.000 trabajando en la cosecha de manzana y de uva.
Antes se contrataba más a los indígenas, pero ahora están prefiriendo a los argentinos, que vienen debido a la situación económica en su país.
Ya tuvimos que rescatar a varias personas de situaciones de trabajo análogo a esclavo. Hay fotos de las condiciones en que los alojan. Es terrible. Pero estos de ahora ya están en manos del Ministerio Público y serán protegidos.