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Con Antonia da Silva Dantas “Toinha”

“Tenemos que cambiar ya el modelo de producción”

Agricultora familiar, oriunda del municipio de Carnaubais, a poco más de 200 kilómetros de Natal, capital del estado de Rio Grande do Norte, Antonia da Silva Dantas participó del encuentro de mujeres trabajadoras, asalariadas rurales y agricultoras familiares realizado recientemente en esa ciudad.

Amalia Antúnez

2 | 6 | 2022


Antonia da Silva Dantas “Toinha” | Foto: Amalia Antúnez

Toinha, como es conocida en el ambiente, tiene más de 30 años en el movimiento sindical. Se inició en el Sindicato de Trabajadores Rurales de Carnaubais, y actualmente forma parte de la junta directiva de la Federación de Trabajadores y Agricultores Rurales de Rio Grande do Norte (FETARN).

En esta ocasión habló principalmente sobre el impacto negativo del uso de agrotóxicos en esa región luego de la llegada de las empresas frutihortícolas, y de la lucha cotidiana por mejorar las condiciones de salud y seguridad de los trabajadores y las trabajadoras del campo.

“Cuando trabajé en la dirección de asalariados y asalariadas rurales, tuve contacto con muchos casos de trabajadores y trabajadoras contaminados por agrotóxicos. Casos graves”, recuerda.

La falta de información sobre el impacto que tiene la aplicación de agrotóxicos ha dejado secuelas en muchos de los habitantes de esa región del nordeste de Brasil.

Envenenados

“Antes de la llegada de estas empresas frutícolas, algunas de ellas transnacionales, nosotros no teníamos ni idea de lo que era los agrotóxicos”, dice.

Según investigaciones realizadas por científicos del Instituto Federal de Rio Grande do Norte se constató la presencia de agrotóxicos en el agua que se consume en varios municipios de ese estado.

“Hay un alto índice de suicidios en nuestra región y también de personas con cáncer”, advierte Toinha en su exposición.

“Es imperioso comenzar a cambiar este modelo de producción porque estamos siendo literalmente envenenados, tanto los trabajadores que aplican el agrotóxico, que beben agua contaminada, o los consumidores finales de esa fruta”, subraya.

El tiempo pasa, los problemas no

“Trabajo vinculada al sindicalismo desde la década de los 90 y me sorprendió escuchar los relatos de algunas asalariadas en este encuentro, sobre todo porque me recuerdan a casos que se dieron aquí hace muchos años atrás”, señala.

Toinha evoca el caso de trabajadores del banano que decidieron paralizar sus actividades y cuando ella fue a ver por qué estaban en huelga estos trabajadores, todos hombres, no se animaban a contarle el motivo del paro.

“Allá a las cansadas uno de ellos se acerca y me dice:
−tienen vergüenza de contarte lo que pasa”.

Todos los trabajadores tenían un problema en los testículos que luego fue constatado por una inspección del Ministerio Público del Trabajo que envió un médico para revisarlos. Debieron ser operados porque tenían hernias debido al peso que cargaban.

“Venimos luchando desde hace décadas para mejorar las condiciones de salud y seguridad de los asalariados y asalariadas rurales, pero es una realidad que tiende a perpetuarse”.

La falta de empleo permanente, las condiciones climáticas semiáridas, hacen de esa zona de Brasil una de las más pobres del país y un atractivo para las empresas que quieren contratar mano de obra barata.

Entre las principales dificultades que relataron las participantes del encuentro están las malas condiciones laborales en las empresas frutícolas de la región.

“Avanzamos en algunos aspectos, sobre todo durante los primeros gobiernos del PT, pero han pasado casi 30 años y seguimos luchando contra los mismos problemas”, lamenta.