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Con la auditora fiscal Luciana de Carvalho
Campaña internacional #SoniaLivre

“Sônia es la cara de Brasil”

El caso de Sônia Maria de Jesús salió a la luz en junio de 2023, cuando fue rescatada de condiciones análogas a la esclavitud en una operación realizada en la casa del magistrado del Tribunal de Justicia de Santa Catarina (TJSC), Jorge Luiz de Borba, en Florianópolis (SC).

Amalia Antúnez

12 | 6 | 2024


Foto: bemblogado.com.br

Luego de tres meses, la decisión de un juez de la Suprema Corte Federal autorizó una visita de la familia Borba al refugio donde permanecía Sônia después del rescate y, en una maniobra con tintes de la más vil manipulación, la llevaron nuevamente a la casa de donde fue rescatada.

La verdadera familia de Sônia Maria decidió denunciar públicamente el caso para que ella pueda reunirse con sus hermanos y hermanas y tener acceso a los derechos que le fueron negados durante los 40 años que estuvo como empleada doméstica de los Borba sin salario ni descanso, privada de educación y documentación.

Sobre el caso de Sônia conversamos con la auditora fiscal Luciana de Carvalho, coordinadora regional del Proyecto de Inclusión de Personas con Discapacidad y Rehabilitadas en el mercado de trabajo.

-Participaste del proceso de resocialización de Sônia durante el período que estuvo rescatada. Cuéntanos los antecedentes de este caso y cómo te involucra.
-En el caso específico de Sônia la denuncia fue realizada de forma anónima al Ministerio Público de Trabajo (MPT), gran aliado de la Auditoría Fiscal del Trabajo.

Cuando llegó esa denuncia y se constató que se trata de una persona que trabaja en la casa de un juez, algo muy grave, el MPT decidió realizar una investigación previa antes de pasar el caso a la Auditoría Fiscal.

Ese período de recolección de datos y pruebas sucedió un año antes del rescate propiamente dicho.

Como el acusado tiene fueros privilegiados, el Ministerio Público Federal debió disponer previamente de un permiso de la Suprema Corte de Justicia, que lo otorgó.

Coordinación

Las acciones de combate al trabajo esclavo en Brasil siempre son coordinadas por un auditor fiscal del trabajo.

La política pública sigue un flujo que responde a esa coordinación y que tiene como aliados naturales en el proceso al MPT, a la Defensoría Pública Federal y a la Policía Federal o Policía Caminera Federal, y el Ministerio Público Federal.

El caso de Sônia fue coordinado por el auditor fiscal Humberto Camasmie, un fiscal con larga trayectoria y probada experiencia en el rescate de trabajadores en condiciones análogas a la esclavitud, en especial del trabajo esclavo doméstico.

Yo no participé de la planificación y ejecución de esta acción fiscal, fui convocada luego del rescate porque actúo aquí en Santa Catarina en los proyectos de combate al trabajo infantil, aprendizaje profesional y proyectos de inclusión de personas con deficiencia en el mundo del trabajo.

Como Sônia es una trabajadora portadora de deficiencia auditiva solicitaron mi ayuda para que gestionara con la red de protección un lugar seguro donde pudiera quedarse y que, además, tuviera acceso a una convivencia comunitaria y educacional. Esta es la razón por la que entré en esta historia.

-¿Cómo es Sônia, cómo la describirías?
-Antes que nada, quisiera subrayar que los auditores que actuamos en el área de personas con discapacidad, terminamos muy involucrados porque forma parte de nuestro trabajo, por la legislación, coordinar con la red de protección, con aliados institucionales.

Vivimos muy de cerca las historias de prejuicios, de racismo que estas personas y sus familias enfrentan.

La historia de Sônia

El rescate de Sônia comenzó a coordinarse un martes de junio de 2023 y se llevó adelante un viernes porque era indispensable contar con un lugar donde alojarla, sobre todo por el hecho de que no podía comunicarse bien.

No es solo una persona sorda, es una persona analfabeta en Lengua Brasileña de Señas (Libras) porque fue privada del derecho fundamental a la educación.

Cuando me dijeron que fue rescatada fui al MPT preparada para interactuar con ella. Llevé algunos libros para colorear y dibujar y nuestra conexión fue inmediata y creo que recíproca.

Tenemos casi la misma edad —yo tengo 48 y Sônia 50—, pero cuando nos reunimos por primera vez ella todavía parecía un bichito asustado, interactuaba poco, respetaba comandos de una forma muy automatizada.

Sin embargo, el progreso durante la primera semana de socialización junto a la Asociación de Sordos de la Gran Florianópolis, que la recibió de brazos abiertos, fue enorme.

Al principio ella usaba solo un color y se salía de los bordes de los dibujos y a la semana ya había logrado avanzar mucho y muy rápido.

Es una persona muy dulce, siempre sonriente y duele en el corazón conocer su historia. Al ver todo lo que ella floreció en tan poco tiempo en lo que refiere a la educación es inevitable preguntarse dónde podría estar esta mujer hoy en día si hubiese tenido acceso a sus derechos básicos.

Sin poder elegir

-¿Cómo viviste que ella volviera con la familia Borba? ¿Puede tratarse de un caso de Síndrome de Estocolmo?
-En Brasil la legislación contempla que las personas con discapacidad deben poder expresar su voluntad de forma libre e informada.

Desde mi punto de vista, que es compartido por otros profesionales y expertos en la materia, Sônia no estaba en esa situación cuando decidió volver a la familia que la sometió a condiciones de semiesclavitud durante cuatro décadas.

No tenía idea que tenía una familia, una madre que la buscó hasta el día de su muerte, en 2016, que tenía hermanos que sabían de ella y de su búsqueda incansable.

No sabe que cuando ella llegó a vivir con la familia del juez, era menor y que la educación en Brasil es obligatoria de los 4 a los 17 años de edad y que por lo tanto tenía derecho a ser escolarizada.

Sônia además ignoraba que tenía derecho a la convivencia comunitaria. Cada vez que debía salir de esa casa, lo hacía en compañía de alguien de la familia. No tiene amigos, no pudo enamorarse, le fue negado el derecho a una vida como cualquier otro ser humano.

A pesar de que resultase posible que ella quisiera volver con la familia del juez porque ese mundo fue el único que conoció durante 40 años y puede tener sesgos de Síndrome de Estocolmo, estoy segura que si hubiese sabido que podía elegir no ir lo hubiera hecho.

-¿Por cuánto tiempo Sonia estuvo fuera de la casa de los Borba?
-Estuvo tres meses en el refugio, y en los primeros días de clases en la Asociación de Sordos, donde estaba aprendiendo Libras, mostró gran interés en la convivencia y en el aprendizaje.

Yo la acompañé varias veces y cuando, por alguna razón, nos retrasábamos, se ponía ansiosa porque le encantaba ir a clase. Nunca manifestó en ese período querer volver a la casa del juez Borba.

El día que fueron a verla porque otro magistrado autorizó la visita, lo pactado era que irían pocas personas, pero fueron con al menos 10 abogados y los nietos, que Sônia vio crecer, con álbumes de fotos, etcétera.

No fue algo inocente y de forma que ella pudiera entender que podía decir que no.

A las personas con algún tipo de discapacidad les es otorgado el derecho a tomar una decisión planificada y respaldada y eso no fue lo que sucedió.

“Como de la familia”

-Sin embargo, el juez Borba y su esposa afirman que Sonia es como de la familia, algo que resulta de un cinismo terrible si se conoce la historia.
-Infelizmente, en Brasil este tipo de alegato es más común de lo que podría imaginarse.

El discurso de “es como de la familia”, “es como una hija” sirve solo para privar a las personas de sus derechos laborales básicos. No es una figura que exista para el derecho.

Este tipo de alegato es el resultado de una sociedad con una matriz esclavista, una sociedad racista, capacitista.

Si nos ajustamos a lo que declaran el juez y su esposa, ¿cómo se explica que la hija de una familia de clase media alta, que es sorda, no tenga acceso a documentos de identidad, no tenga acceso a la educación, a un plan de salud, a tarjetas de crédito, a dinero, a amigos, a pareja, a ir a peluquería, al gimnasio?

-¿Cómo surge la idea de una campaña global para liberar a Sônia?
-Por iniciativa de la familia de Sônia, de sus hermanos y hermanas específicamente, porque este caso fue rodeado de silencios impuestos.

El primero de esos intentos de silenciamiento es que Sônia no haya sido alfabetizada en portugués y Libras, el segundo, que se haya concedido al juez que las acciones judiciales no fueran ventiladas y el tercero que se haya retirado de la causa al fiscal Humberto Camasmie después de que hablara en televisión del caso, cuando ya Sônia había sido rescatada y todo era público.

Camasmie dio la nota en el MPT junto a otra fiscal, pero solo él fue denunciado y con esto creemos que se está atacando a la propia política pública de combate al trabajo esclavo en Brasil. Es una forma de amedrentar a otros colegas que se dedican a esto.

Cuando el ministro del Superior Tribunal de Justicia Mauro Campbell Marques autoriza la visita al refugio, algo raro porque se trata de un lugar para mujeres víctimas de violencia, la Defensoría Pública Federal intentó anular esa medida sin éxito, y fue así que Sônia volvió con la familia que por 40 años la mantuvo en condiciones análogas a la esclavitud.

La campaña

En ese momento, la familia de Sônia se dio cuenta que podría perderla nuevamente porque el juez Borba introdujo una acción de reconocimiento de paternidad en el Supremo Tribunal de Santa Catarina, donde él actúa como magistrado.

La familia decidió entonces llevar a cabo una campaña de denuncia internacional, #SoniaLivre, porque todavía no está la decisión final sobre lo medular del caso, que será tomada por la Suprema Corte.

La idea es arrojar luz en esta causa y lograr que todas las personas que tengan puntos en común, o que su historia esté atravesada por alguna de las cosas que sufrió Sônia, se vean reflejadas en ella y exijan de la justicia una decisión que permita que ella pueda, libremente, convivir con su familia y en sociedad, y tener acceso a derechos básicos.

Sônia son muchas: Sônia es mujer, es negra, es una persona con discapacidad, fue víctima de trabajo infantil y de trabajo análogo al esclavo, es trabajadora doméstica. En resumen, Sônia es la cara de Brasil.