Intervención de Alcemir Pradegan, “Costela”
Durante la celebración de los 50 años del Sindicato de Trabajadores de la Alimentación de Marau, su presidente reflexionó sobre el papel del movimiento sindical en un escenario cada vez más desafiante para la clase obrera. A continuación, un resumen de su intervención.
Gerardo Iglesias
19 | 11 | 2024
Alcemir Pradegan “Costela” | Foto: Gerardo Iglesias
Cuando entré al Sindicato, me di cuenta de que los dirigentes no solo recibimos el apoyo de los trabajadores y las trabajadoras, recibimos una oportunidad, una obligación y un compromiso de representarlos.
En estos 50 años no hemos sido un sindicato perfecto, no triunfamos en todas las luchas que emprendimos, pero sí tuvimos la convicción de poder ganarlas.
Creamos un sindicato ciudadano que participa de consejos de viviendas, de la salud, de empleo y renta, de asociaciones de mujeres.
Comenzamos a abrir el local gremial los días sábados porque tenemos a muchos afiliados que trabajan ese día y necesitaban ser atendidos.
Creamos además el sindicato móvil, que recorre las empresas, y fuimos ampliando nuestra estructura, el número de afiliados, los beneficios. Todo ello implicó nuevos desafíos.
Lo logrado no es fruto del trabajo aislado el presidente sino del colectivo, de la directiva y de muchas personas que pasaron por nuestra organización a lo largo de estos años.
Realizamos una labor importante asesorando jurídicamente a los afiliados y afiliadas. Contamos con diversos profesionales de diferentes áreas que prestan asistencia a los asociados.
Pero cuando pensamos que está todo bien, ahí es cuando le erramos. Debemos tener una visión muy diferente de la que tenían los dirigentes de hace 50 años atrás, sin desmerecerlos.
Desafortunadamente, estamos actualmente en un escenario en el que algunos sindicalistas nos hacen sentir vergüenza ajena, valiéndose de su rol para hacer lo que se les antoja, y ahí es donde veo el error.
Nosotros debemos tener una mirada diferente, una escucha diferente, un discurso diferente y acciones.
No me gusta hablar de partidos políticos, pero la izquierda no va a cambiar mientras nosotros no tengamos un espíritu de lucha, ni mientras nosotros no entendamos que somos representantes de los trabajadores y las trabajadoras.
Hasta que no aprendamos eso nada va a cambiar. Hay que ser conscientes de que todo cambio genera una reacción en las personas. No podemos actuar de forma radical imponiendo una postura porque sí.
El gran desafío es poder acercar a aquellos que no piensan como nosotros, o actúan diferente a nosotros, porque esa es la clave para avanzar en la lucha.
Me disculpan, pero si los dirigentes sindicales no trabajan con amor, con entrega, es mejor que no estén en el sindicato.
Ser sindicalista no es tener un cargo, es trabajar para el bienestar de nuestras bases. Esa es nuestra misión.
Para mí lo más sencillo sería quedarme en casa tomando mate, disfrutando de mi familia pues ya tengo 62 años, pero siento que nací para esto y voy a morir haciendo esto, porque llevo el sindicalismo en el corazón.