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Secuelas postpandemia en la industria frigorífica brasileña

En un informe denominado: “Muertes, secuelas y trabajo exhaustivo: los rastros del covid-19 en los grandes frigoríficos”, de Brasil de Fato quedan en evidencia las pésimas condiciones laborales en esa industria que se agravaron considerablemente luego de la pandemia.
Foto: Imagen: Allan McDonald | Rel UITA

El reportaje señala que, si bien la carne se convierte en un artículo de lujo en el mercado nacional, los trabajadores y trabajadoras están expuestos al riesgo de contagio y accidentes.

La presión para aumentar la producción se debe a la creciente demanda de carne brasileña por parte de otros países. En la unidad de JBS en Sidrolândia toda la producción de pollo deshuesado se destina a la exportación siendo la Unión Europea, China y Japón los principales compradores.

Aunque la realidad del trabajo en los frigoríficos brasileños no es nueva y cuenta con un largo historial de lesiones y accidentes laborales, es evidente que estos fueron cada vez más frecuentes durante la pandemia, apunta el reportaje.

Desigualdad extrema

Brasil exportó 187.000 toneladas de carne vacuna en septiembre de este año, el mayor volumen enviado en un mes, según la Secretaría de Comercio Exterior. En el mercado interno, la crisis económica redujo el consumo del producto en un 5% el año pasado, a 36 kg por persona. Es el nivel más bajo desde 2008.

El aumento de la demanda externa, en un contexto de apreciación del dólar, convirtió el tercer trimestre de 2021 en el más rentable en la historia de JBS: 7,58 mil millones de reales (1,4 mil millones de dólares) un incremento del 142,1% interanual. Los ingresos netos de BRF, en el mismo período, crecieron 24,6%, alcanzando 12,39 mil millones de reales (2,1 mil millones de dólares).

Mientras tanto, el salario neto promedio de un trabajador en el sector frigorífico en Brasil es de menos de 1.500 reales (275 dólares).

A medida que los trabajadores se sacrifican para satisfacer la demanda extranjera, la carne se convierte en un producto de lujo en el mercado interno. El precio aumentó un 24,84% en los últimos doce meses y un 38,71% durante toda la pandemia. Durante este período, el ingreso promedio de los brasileños cayó un 9,4%, según la Fundación Getúlio Vargas (FGV).

Sin dinero para comprar alimentos, en plena crisis sanitaria, 125,6 millones de brasileños vivían con inseguridad alimentaria. El número equivale al 59,3% de la población del país y se basa en una encuesta realizada entre agosto y diciembre de 2020 por la Freie Universität Berlin, en Alemania.

El fin de las cuotas sindicales obligatorias, tras la reforma laboral, es un obstáculo adicional en las negociaciones con el empleador. Con las organizaciones representativas debilitadas y 14 millones de desempleados, los sindicatos pierden poder de negociación, allanando el camino a la precariedad.

«La mesa de negociaciones es muy desigual. El patrón está ‘como le gusta al diablo’. Son trabajadores, en general, con baja escolaridad, con un sindicato debilitado, frente a gigantes transnacionales”, analiza José Álvaro Cardoso supervisor de Dieese en Santa Catarina.

Accidentes laborales más COVID

El número de accidentes en el sector de faena de animales entre 2018 y 2020 se mantuvo estable: alrededor de 17,4 mil. Sin embargo, al analizar solo el número de accidentes por enfermedad, hubo un salto considerable: de 661 casos en 2018 y 654 en 2019, el número aumentó a 1.197, casi el doble.

En 2020 las dos grandes confederaciones del sector Contac y CNTA conjuntamente con la RelUITA lanzaron la campaña “La carne más barata del Frigorífico es la del trabajador”, luego que las gigantes JBS y BRF incumplieran con los mínimos protocolos sanitarios en sus plantas de producción.

Según expone el informe de Brasil de Fato, 49 trabajadores sufrieron accidentes graves o fallecieron en 2021 en los frigoríficos brasileños.

Alrededor del 71% de los casos planteados, que podrían haberse evitado cumpliendo con las normas vigentes en el país, ocurrieron en unidades de JBS.

Febrero. Muere el técnico electromecánico Itamar Bedin (45 años) en un accidente laboral en la fábrica de JBS en São José (SC).

Junio. Muere otro trabajador (26 años), luego de ser cubierto de grano en la empresa JBS, en el barrio Bortolotto, en Nova Veneza (SC). En Aurora Alimentos, en Tapejara (RS), 35 empleados fueron hospitalizados con dificultades respiratorias por fuga de amoniaco.

Julio. Tres trabajadores murieron ahogados en el tanque de un frigorífico en Bocaiúva do Sul, en la región metropolitana de Curitiba (PR). Inhalaron metabisulfito de sodio que, en contacto con el agua, se evalúa como “de máximas condiciones insalubres”.

Agosto. Rodrigo Roa Alves (37 años), empleado de la unidad de JBS en Dourados (MS), muere al caer en una máquina mezcladora de hamburguesas.

Septiembre. Saulo Medeiros de Lima (39), empleado de JBS en la unidad Santo Inácio (PR), muere luego de sufrir un accidente que lo tomó del brazo mientras limpiaba una máquina para moler desperdicios de pollo.

Octubre. Diakson Scherer Martins (31 años) tuvo la mano amputada tras un accidente en la unidad de JBS en Nova Veneza (SC).

Noviembre. En Rio Verde (GO), seis empleados fueron hospitalizados luego de una fuga de amoníaco en la unidad de BRF Foods. Todos los trabajadores tuvieron que evacuar el sitio.

Podría ser peor

En medio de enfermedades, muertes de trabajadores y el duelo de familiares y amigos, avanza el proceso de revisión de la normativa que regula el trabajo en los frigoríficos.

En el Congreso, el Proyecto de Ley (PL) N ° 2.363 / 2011 intenta modificar el artículo 253 de la CLT, el Código Laboral que garantiza pausas de recuperación térmica de 20 minutos cada 1h40 trabajadas.

Si se aprueba el texto, solo tendrán derecho a una pausa quienes trabajen a temperaturas inferiores a 4ºC, para actividades en cámara fría, o que se trasladen de un ambiente a otro en el frigorífico con variación térmica superior a 10ºC.

Escrito por el exdiputado federal Silvio Costa (PMN), el PL responde a las propuestas de empresarios vinculados a la Confederación Nacional de la Industria (CNI) y ABPA, que representan a empresas como JBS y BRF.

En una nota técnica difundida en marzo de este año, los fiscales del MPT advirtieron que, de aprobarse el proyecto, el 95% de los trabajadores y trabajadoras de la industria frigorífica perderían su derecho a las pausas térmicas.

El proyecto de ley espera la deliberación de la Comisión de Trabajo, Administración y Función Pública de la Cámara Federal, que decidirá si el texto pasa a la Comisión de Constitución, Justicia y Ciudadanía.

El proyecto de ley se está tramitando de manera contundente en las comisiones, es decir, no depende de la aprobación del plenario.

Roberto Ruiz, médico laboral, magíster en Salud Pública de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp) y asesor de la Rel UITA, participó en la génesis de la NR36 y asegura que con la norma hubo una reducción de casos de lesiones por esfuerzos repetitivos, “lo que representa un amplio logro social”, asegura.

La NR36 no solo regula la ergonomía y las pausas, sino que también controla los niveles de amoníaco y ruido. Para el doctor Roberto la pausa térmica significa costo a los ojos de los empresarios.

“En la práctica, se trabajas una hora menos durante la jornada laboral. Este es uno de los puntos que más molesta a los empleadores. Significa que al trabajador se le paga mientras descansa. El capitalismo no quiere eso, porque exige el máximo aprovechamiento de la persona”, observa.

Este martes 16 representantes de los trabajadores: CONTAC, CNTA y Rel UITA participarán de una audiencia pública convocada por el senador Paulo Paim (PT) donde se analizarán los impactos de una posible alteración de la NR36.