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Con Jorge Ferreira dos Santos

“Necesitamos internacionalizar nuestra lucha”

El estado de Minas Gerais es uno de los mayores productores de café de Brasil, que tiene a su vez en ese grano una de sus principales fuentes de divisas por exportaciones. Los asalariados del sector están sin embargo en la más completa indefensión, expuestos, en muchos casos, al trabajo esclavo y con bajos niveles de sindicalización. De todo esto conversó La Rel con Jorge Ferreira dos Santos, coordinador de la articulación de asalariados rurales de Minas Gerais.

-¿Cuál es la situación de los trabajadores y trabajadoras rurales en Minas Gerais?
-En el estado hay unos 500.000 asalariados y asalariadas, de los cuales más de dos tercios están en la informalidad.

Los formales, a su vez, sufren constantes atropellos y sus derechos laborales y sindicales son habitualmente vulnerados.

Minas Gerais es uno de los estados que lideran la lista negra del trabajo esclavo en Brasil.

El 10 por ciento del trabajo esclavo está concentrado en el sector del café.

Entre el 40 y el 60 por ciento de los trabajadores y las trabajadoras del café no cuentan con protección social o laboral, están al margen de los sistemas de protección en salud y seguridad y se ven expuestos en cada vez mayor número al envenenamiento por agrotóxicos.

Minas cuenta además con una importante cuenca lechera y los trabajadores y trabajadoras se enfrentan a jornadas de entre 12 y 14 horas.

Como el Ministerio de Trabajo está completamente desestructurado no puede fiscalizar estos temas, mientras el movimiento sindical no está logrando dar una respuesta firme a las demandas y necesidades de los trabajadores y trabajadoras.

-Los sindicatos son muy débiles en el estado.
-Sí, el nivel de afiliación es muy bajo teniendo en cuenta la cantidad de asalariados y asalariadas rurales. Pero la debilidad se explica por el hostigamiento antisindical que prima en el estado.

Nuestra región está conformada por pequeños municipios. El mío cuenta con 16.000 habitantes y 268 empleadores rurales.

Son lugares donde todos se conocen. El patrón sabe dónde vive el trabajador y sabe sobre todo si va o no al sindicato, y este es un factor que incide directamente en la baja adhesión a la organización gremial.

El nuestro es un sindicalismo de cuadros y no de masas, porque hay pocos trabajadores por establecimiento y porque existe un gran ejército de reserva que hace que el empleador tenga mucha oferta de mano de obra y pueda despedir y contratar cuando quiera.

Las certificadoras y la responsabilidad social
Ganancias para unos pocos

-¿Qué sucede con las certificaciones?
-Es una de nuestras mayores preocupaciones, llegan desde el exterior y muchas veces certifican un producto que procede de fincas donde hay trabajo esclavo.

Hasta 2015 no teníamos idea acerca de las certificadoras. Luego que denunciamos trabajo esclavo en 12 establecimientos cafeteros y se descubrió que parte de ese café estaba certificado y comercializado por Nestlé investigamos el asunto.

Uno de los establecimientos que practicaba trabajo esclavo había sido incluso premiado por la calidad de su café.

Vimos que en el estado actual las certificadoras favorecen a los productores y no a los trabajadores, como debería ser.

Los empleadores engañan a las certificadoras y las certificadoras son pagadas para ser engañadas, en detrimento de los trabajadores y las trabajadoras.

Que los sistemas de certificación funcionen debe formar parte de los desafíos de los sindicatos.

-¿Qué te parecería una sociedad con la UITA para profundizar en las denuncias a las certificadoras?
-Necesitamos sin dudas internacionalizar este tema sobre todo en el cultivo del café, que es uno de los productos agrícolas más exportados por Brasil.

Ya nos hemos enfrentado a Nestlé, a Starbucks, a Illy y a otras transnacionales, pero necesitamos mayor respaldo.

Contamos con la UITA para ello.