Los hoteles brasileños registran diez años seguidos de crecimiento financiero, según datos de 2014 brindados por la investigación “Hotelaría em números”, realizada hace dos años por la consultora JLL.
Con la devaluación del real frente al dólar, a partir de 2013 Brasil ha atraído más y más extranjeros. Incluso en el actual escenario de crisis política y económica, todo el sector hotelero sigue en alza.
Los resorts fueron los establecimientos que más se beneficiaron. En comparación con 2013, la facturación total de ese tipo de hospedaje, que reúne recreación y entretenimiento, ha crecido 33,4 por ciento y en 2014 el resultado operacional bruto ha registrado un aumento de 2,8 por ciento.
La Organización Mundial del Turismo, vinculada a las Naciones Unidas, informó que 1.184 millones de personas cruzaron alguna frontera en viajes de turismo durante 2015. La organización estima que para 2030 habrá 1.800 millones de arribos turísticos internacionales.
“Las perspectivas de crecimiento para el turismo son favorables, considerando los números de China, un gigante cuyos habitantes hace poco tiempo empezaron a salir de fronteras. Pero pese al crecimiento del sector no se notan mejoras en las condiciones de trabajo ni en los salarios de los trabajadores en casi ningún país”, afirma Gerardo Iglesias, secretario regional latinoamericano de la UITA, internacional con 412 organizaciones afiliadas en 126 países.
“Los bajos salarios, sumados a un elevado porcentaje de prácticas fraudulentas para enmascarar largas jornadas con contratos de tiempo limitado, parecen intensificarse en el medio hotelero”, observa.
Camarera de piso de una gran cadena hotelera localizada en las inmediaciones del Shopping Ibirapuera, en Sao Paulo, Luzinete (nombre ficticio) dialogó con Repórter Brasil sobre la invisibilidad y la vulnerabilidad de las trabajadoras de ese sector.
Luzinete además alerta sobre el exceso de trabajo y de esfuerzo, que traen aparejados problemas de salud para las trabajadoras y trabajadores – algo ignorado por las cadenas hoteleras. “Lo que importa es alcanzar las metas de limpieza y prolijidad. Nosotras no existimos”, dice.
El mayor problema apuntado por los especialistas del sector es el exceso de horas trabajadas.
Jornadas de más de 60 horas semanales fueron mencionadas por los trabajadores en una investigación realizada en 2015 por la Confederación Nacional de Trabajadores en el Comercio y Servicios (Contracs), organización afiliada a la Central Única de los Trabajadores (CUT), en asociación con el Departamento Intersindical de Estadísticas y Estudios Socioeconómicos (Dieese).
“Muchas veces, las horas extraordinarias no son pagadas y tampoco hay banco de horas. Es casi un consenso entre los trabajadores entrevistados considerar la incorporación de las horas extra como jornada habitual de trabajo, ya que, en general, las empresas no obedecen la escala de descansos”, afirma Eliezer Pedrosa Gomes, secretario de relaciones internacionales de Contracs y secretario de finanzas del Sindicato de los Empleados del Comercio de João Pessoa, estado de Paraíba.
“Las cláusulas de los convenios menos cumplidas por las empresas son el pago de horas extra, el descanso dominical, el trabajo nocturno y el pago de la tarifa de servicio”, agrega.
Si consideramos todas las categorías de la cadena hotelera, la más vulnerable es la de las camareras de piso.
En Brasil, los datos más recientes proporcionados por la Contracs indican que el 66 por ciento de las camareras sufre ansiedad debido al estrés laboral; el 61 por ciento siente falta de energía al desarrollar sus actividades diarias y el 51 por ciento reporta mala calidad del sueño.
sas trabajadoras tienen la obligación de limpiar hasta 30 habitaciones en una jornada promedio de ocho horas, lo que provoca serios riesgos para su salud.
Son numerosos los registros de lesiones graves y crónicas, en articulaciones, en la zona lumbar, en las manos, o el desarrollo de algún tipo de trastorno osteomuscular (TME) o alguna lesión por esfuerzos repetitivos (LER) y la contaminación por productos químicos, entre otras molestias.
Los riesgos a los cuales están expuestas estas profesionales llegan, muchas veces, a niveles dramáticos.
Rafaela (nombre ficticio) ha pasado por un grave episodio en un hotel donde trabajaba en la capital paulista.
“Un huésped tiró una jeringa usada en la papelera del baño. En el hotel no hay cajas u otro tipo de recipiente para desechar estas cosas. Yo puse la bolsa que saqué del baño adentro del basurero general. Cuando empecé a empujar el carrito, sentí que algo me pinchaba la pierna”. Era la jeringa usada que el huésped había desechado.
Rafaela tuvo que realizarse un tratamiento con el cóctel anti-HIV (antirretroviral) y logró superar el episodio, pero prácticamente nada ha cambiado en el hotel después de lo ocurrido.
UITA lanzó en 2015 la Campaña Mundial por la Dignificación de las Camareras de Piso, que lucha por mejores condiciones de trabajo en el sector.
La Contracs y otras organizaciones están colaborando con la campaña e investigación.
Las situaciones enfrentadas por las camareras también están registradas en el libro Las que limpian los hoteles. Historias ocultas de precariedad laboral, de Ernest Cañada.
En Brasil, este colectivo está conformado mayoritariamente por mujeres negras con baja escolaridad
Las camareras de piso sufren porque no están amparadas por los sindicatos del sector hotelero. Pocas son las que ocupan cargos en las directivas sindicales y casi ninguna es delegada.
“Es un colectivo con altísimos índices de problemas crónicos de salud, que padece acoso moral y sexual, intentos de violación que pocas veces denuncian por temor a ser despedidas y a no conseguir otro empleo, ya que poseen baja escolaridad”, afirma Jana Silverman.
Recientemente, durante las Olimpíadas de Río de Janeiro, al menos cuatro casos de acoso sexual y violación fueron denunciados por camareras de piso en la Villa Olímpica.
El denominador común en todas las denuncias fue el hecho de que los agresores atacaban mientras las camareras limpiaban las habitaciones.
Repórter Brasil entrevistó a todos los trabajadores que enfrentan este tipo de situación – desde las camareras de piso hasta los porteros, los guardias de seguridad e incluso los trabajadores del sector de mantenimiento.
Contracs organiza talleres específicos periódicamente para las camareras de piso, con el objetivo de debatir la difícil realidad laboral enfrentada por estas profesionales y para asesorarlas con relación a sus derechos.
Además, la organización cumple con una agenda de encuentros del sector hotelero y está presente en eventos específicos organizados por las cadenas hoteleras de empresas transnacionales, buscando proponer mejoras laborales.
Conjuntamente con otras centrales sindicales y empresariales, y junto al gobierno federal, Contracs forma parte de una comisión tripartita del sector de turismo y hospitalidad, creada principalmente para promover la defensa del trabajo decente en el sector hotelero.
“Este espacio se ve amenazado por la actual coyuntura del golpe de impeachment y la consecuente supresión de los derechos de los trabajadores”, alerta Eliezer Gomes.
La crisis política y económica también trae consecuencias en el relacionamiento entre los trabajadores, generando conflictos que van desde los más triviales hasta la falta total de solidaridad cuando se registran situaciones de discriminación y de mayor precarización en las condiciones de trabajo.
Benjamín (nombre ficticio), que migró de Haití en búsqueda de mejores oportunidades debido a la grave situación de su país, relató que ya está observando profundos cambios en Brasil.
Un empleado del sector de mantenimiento del mismo hotel de Benjamín muestra un “comportamiento xenófobo contra los extranjeros en general, pero principalmente contra los haitianos”, lamenta.
(Esta nota es de Alexandre Bezerra y Antonio Biondi, publicada por Repórter Brasil el 10 de enero de 2017. La Rel-UITA reproduce partes del artículo)
Traducción de Luciana Gaffrée
Edición: Rel-UITA