Brasil | DDHH | VIOLENCIA EN EL CAMPO

Con Claudelice Santos

La pandemia agrava la violencia contra defensores y defensoras de los bienes comunes

“La situación de los defensores de la floresta, las aguas y los derechos humanos se complicó con la pandemia al igual que la situación de los pueblos originarios que están completamente vulnerables en este momento”, dijo a la Rel la activista ambiental y defensora de los bienes comunes Caludelice Santos, que ha vivido de cerca la violencia en el campo brasileño.
Foto: Gerardo Iglesias

Claudelice es hermana del extractivista José Cláudio Ribeiro da Silva, asesinado en 2011 junto a su esposa, Maria do Espírito Santos Silva por su defensa de la floresta en el estado de Pará, uno de los lugares donde más se asesinan a líderes sindicales, sociales y ambientales en Brasil.

El crimen aún permanece impune.

Ella nos cuenta que la pandemia ha profundizado el estado de vulnerabilidad de las comunidades nativas y de las personas que defienden los territorios de los usurpadores, del agronegocio, de las empresas madereras y mineras que vienen destruyendo la región amazónica.

“A diario nuestra Red de defensores de las florestas, las aguas y los derechos humanos recibe pedidos de auxilio por amenazas o intentos de homicidio. Tenemos defensores que están en comunidades aisladas y muchos están incomunicados lo que agrava su situación de vulnerabilidad”, señala.

Estado omiso y cómplice

Por una cuestión de seguridad, la activista no puede exponer nombres de quiénes la Red de Defensores viene ayudando, pero deja en evidencia que no son pocos y que la situación se agrava porque desde el Estado no hay garantías para estas personas.

Que nuestra Red tenga que intervenir deja claro la ausencia del Estado, la falta de preocupación por la vida de estas personas y la falta de acciones en lugares donde hay procesos por invasión ilegal de tierras, amenazas de muerte, deforestación, violencia contra las comunidades indígenas”, denuncia.

Claudelice agrega que por más que la organización logre dar apoyo a algunos defensores y defensoras, no es suficiente.

Cuando hay un Estado omiso que tiene a estas personas completamente abandonadas y cuando no, es el propio perpetrador de esa violencia, la situación se torna devastadora.

En toda la región amazónica la situación es grave, hay defensores que tienen que mudarse cada tres días para seguir vivos y aunque hagan la denuncia, no tiene protección”, informa.

Según la activista el panorama es desolador desde el estado de Amazonas a Pará, tanto en lo que refiera a la floresta, a los recursos naturales como a las personas.

Claudelice finaliza la entrevista haciendo un llamado a la comunidad internacional:

Necesitamos que la sociedad civil fortalezca nuestras luchas, esté enterada de lo qué pasa, porque mientras haya un defensor o defensora amenazado, nuestra Red estará, pero necesitamos de todos y todas para seguir luchando”.