Todos laboraban en una granja del Valle de Taquarí, en la localidad de Arvorezinha, estado de Río Grande do Sul, donde realizaban actividades relacionadas con la cría de pollos para una empresa tercerizada de la transnacional JBS, la mayor compañía de proteína animal del mundo.

Oscilan entre los 21 y 33 años de edad, y solo uno es oriundo de Rio Grande dos Sul. Ocho nacieron en el estado de Pernambuco y el restante es argentino.

La empresa los sometía a jornadas laborales ilegalmente extensas e intensas, en actividades insalubres, apenas les proporcionaba alimentación, los mantenía hacinados, no los había declarado y les retenía el salario sin causa alguna.

En uno de sus alojamientos precarios no tenían agua potable desde hacía dos semanas y debían trasladarse a un valle para proveerse.

Apenas fueron rescatados, se les brindó alimentación y se les otorgó un seguro de desempleo por el cual recibirán el equivalente a tres salarios mínimos.

El empleador fue obligado a firmar un “Término de Ajuste de Conducta” por el cual deberá abonar a cada uno de sus trabajadores todo lo adeudado, el despido debido, una indemnización por daño moral y el traslado a sus ciudades de origen.

JBS, como hace habitualmente en estos casos, se lavó las manos y adujo que la empresa involucrada era “solo” una tercerizada con la cual rompió toda relación contractual “cuando supo de la acción” de las autoridades.

En lo que va de diciembre, este es el segundo rescate de trabajadores en condiciones análogas a la esclavitud llevado a cabo en Arvorezinha (a unos 200 Km de Porto Alegre) en la misma actividad económica.

En 2023 JBS comunicó a sus accionistas una facturación equivalente a algo menos de 60.000 millones de dólares.